Si hay un elemento fundamental en la situación generada en la salud de la población mundial con la irrupción del Coronavirus, es la incertidumbre sobre su duración. Pero lo que se revela como una verdad contundente es la necesidad de adoptar rápidamente decisiones y estrategias para contener la propagación del virus y tratar de amortiguar su inevitable efecto negativo en la economía mundial.
Cada país ha venido afrontando la pandemia con los recursos disponibles en el sistema de salud y dictando las regulaciones necesarias para frenar la propagación de un virus que, aunque no es mortal, puede cobrar innumerables vidas si no se detecta y trata en su fase inicial. La principal estrategia para evitar un numero mayor de fatalidades es el aislamiento o cuarentena. Medida que no tendría mayor efecto negativo en el normal desarrollo de la actividad productiva y social, si no fuera porque prácticamente toda la población de un país o región se debe someter al aislamiento para garantizar su efectividad, y por un periodo de tiempo relativamente largo.
La situación es compleja y costosa. De una parte, sino se restringe la movilidad de la población, el virus infectara cada vez más personas, y la capacidad hospitalaria pronto se verá desbordada, con lo cual el numero de muertes aumentará considerablemente. De otra parte, la implementación de la medida supone la parálisis de toda actividad productiva y de servicios, con la consecuente disminución y perdida de ingresos para miles de personas y sus familias. Sin embargo, la prioridad no puede ser otra que salvar el mayor número de vidas. Sin una acción decidida y mancomunada del gobierno, los empresarios y la sociedad los que no mueran por el virus morirán por inanición o por la violencia generada por el pánico y la desesperación. La cordura y calma deben imponerse para evitar mayor daño.
Y aunque nadie está exento o blindado de la posibilidad de contagio y los efectos de la pandemia, es claro que enormes grupos de población son mas vulnerables que otros. Los ancianos y aquellas familias que dependen de un ingreso producto del rebusque o actividad económica informal tendrán muchas dificultades para superar la crisis que se avecina. Este grupo poblacional tendrá que ser considerado en la primera línea de atención de las políticas del gobierno y de la solidaridad de la sociedad toda.
Cada país afrontara y superara la situación de mejor o peor manera, dependiendo de factores tan diversos como el nivel de educación y cultura de sus ciudadanos, de la capacidad del gobierno para adoptar medidas, de los recursos disponibles, del nivel de solidaridad o egoísmo de la sociedad, de la capacidad de control de las autoridades sobre los fenómenos especulativos en alimentos y medicamentos, de la estructura productiva y de empleo existente, de la infraestructura hospitalaria y la naturaleza del sistema de salud, en fin, de muchos aspectos que definen que tan bien planteado esta un país para afrontar una situación sin precedentes como la que se afronta.
Las circunstancias son apabullantes, su manejo definirá la profundidad de sus efectos en todas las áreas de la vida y permitirá sin duda reflexionar sobre todos aquellos aspectos de la organización social que deben ser replanteados, en especial los que tienen que ver con la atención en salud, la seguridad social, la seguridad alimenticia, el empleo y la coordinación de recursos para atender mega crisis como la que se está presentando.
Las leyes del universo son inexpugnables y sorprendentes, pero quizás este llamado de atención al mundo entero permita que muchos aspectos de la forma como la humanidad entera funciona y se comporta cambien. El Coronavirus, se repetirá sin duda, bajo otros nombres, con mayor o menor severidad, pero debemos estar preparados para afrontarlos.
