Colombia completa 9.074 muertos por coronavirus y llegó a los 267.385 contagiados. El primer caso positivo en Colombia se conoció el 6 de marzo. El pico del virus, según los epidemiólogos, se está cruzando estos días.
Ronny Suárez Celemín, periodista y subeditor del diario El Tiempo, escribió un hilo en Twitter, en el que narra de manera sencilla y sincera sus sentimientos frente al momento de encierro social que se está viviendo por cuenta de la pandemia del Covid-19, que ya completa casi cinco meses.
Este es el hilo.
Me estoy cansando. Quiero tirar la toalla. No aguanto más encierro. La cuarentena me está llevando al límite. Y, sinceramente, estoy pasando los días más difíciles desde que todo esto empezó, hace ya cuatro meses.
Extraño a mi familia. A mi mamá, a quien no beso en la frente con amor hace varias semanas. A mi sobrino Juan Martín, a quien hace mucho no puedo lanzar por los aires ni recibirlo con amor en medio de sus carcajadas. A ese pedacito que representa gran parte de mi felicidad.
Extraño viajar. Todo de ello. Alistar mi maleta mientras proyecto futuros posibles, mientras dibujo sonrisas que se harán realidad. Abrocharme el cinturón y despegar hacia un nuevo destino. Regresar más cansado de lo que partí, pero con el corazón repleto de experiencias.
Siento saudades de Rio de Janeiro, de mi Río de Janeiro. De ese primer contacto visual con el Cristo para susurrarle: “aquí estoy de nuevo”. De las curvas en el suelo de Copacabana, la Antarctica Original geladinha a cualquier hora y las noches en el Arco do Teles. De ser pleno.
Quiero volver a abrazar a mis amigos. Verme con ellos. Reír. Recordar. Escaparnos los fines de semana. Invitarlos a mi casa. Acercarme con genuina tranquilidad y sin esa maldita sospecha a la que parece condenarnos el virus. Sentirme seguro con quienes quiero.
Anhelo ir de rumba los viernes. O los sábados. O cuando se me dé la gana. Perderme en el mejor bar y en el peor cuchitril. Sacar a bailar a esa mujer que miré toda la noche. Coquetearle. Besar sin frenos. Volver a sentir eso que hoy se diluye entre recuerdos de noches grandiosas.
Suspiro cada segundo por pisar de nuevo una cancha de fútbol. Por sentir las cosquillitas camino al partido. Por dar ese primer toque. Tirar una gambeta. Hacer un gol. Perderme otro. Olvidarme de todo en esa hora y en ese lugar que en realidad es una fábrica de amigos.
Recuerdo con nostalgia la redacción del periódico, que palpita como pocas ante una noticia. Ver a mis colegas, almorzar con mis compañeros, hablar de todo y de nada. Querer cambiar el periodismo mientras ratificamos nuestra vocación por este oficio a veces desagradecido.
Pienso en cuánto ha cambiado todo en tan poco tiempo. Y sospecho que pocas cosas volverán a ser como antes en el futuro cercano. Y eso me agobia. Incrementa el desespero. Me hace dudar y maldecir. Creo que la desconfianza hacia los demás se está incrustando muy dentro de nosotros
Me estoy cansando. Extraño, anhelo y quiero que todo sea como antes. Confieso mi miedo. Pero al tiempo sé que estamos más del otro lado que al comienzo. Que vivimos las semanas más difíciles. Que cada día es uno menos hacia la reconstrucción de la vida que conocíamos.
Si usted llegó hasta acá y ha sentido flaquear sepa que no es el único. No está solo. Nadie estaba preparado para esta etapa de la historia. Piense, si quiere, de modo pragmático: “no es negocio” infectarse ahora después de tanto juicio. Evite esa reunión, no se vea con él/ella.
Este sacrificio que tanto pesa, que arrastra cansancio, es propio pero sobre todo por quienes queremos. Resista. Falta poco. Podremos abrazar, besar, viajar, salir, jugar, compartir y vivir como antes.