En la mirada inocente de los niños y niñas yukpa todavía hay esperanza a pesar de tanta adversidad que han visto pasar en sus territorios. Ellos, los habitantes más felices de la serranía del Perijá, poco saben pero mucho temen del virus que, según dicen sus padres y abuelos, ya llegó al territorio para quedarse.
Aunque su casa es el resguardo de Iroka ubicado en los departamentos del Cesar y Norte de Santander, muy cerca al municipio de Codazzi y a la frontera con Venezuela, la mayoría de sus miembros son nómadas. Caminan las ciudades cercanas en busca de ayuda. Muchos en condiciones de indigencia, escapan las dificultades de su pueblo y la indiferencia del Estado con la limosna de unos pocos que los determinan. Los niños caminan 4 horas en busca de mango y así pasan los días.
Esto dicen...Creo que estamos a las puertas de un etnocidio y algunos de los miembros de esa comunidad me llamaron e imploraron esta gestión.
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— Luis Carlos Ramírez Ariza (@LuiskiRamar) May 7, 2020
A mediados de marzo llegó el coronavirus y muchos regresaron al Perijá caminando porque no tenían de otra. “A los positivos se les quema” fue lo primero que dijo la comunidad cuando los vieron llegar a muchos enfermos. Un pueblo desesperado, con hambre y en medio de un territorio asediado por los incendios y un verano insoportable los esperaba con poca paciencia y tolerancia. No los quemaron, pero los encerraron en condiciones de carestía total. No hay comida, no hay agua y el Estado poco se ha aparecido para ayudar.
Según dicen, un migrante contagió un bebe quien fue uno de los primeros casos oficialmente confirmados de los Yukpa el pasado 26 de marzo. El bebe contagió a madre, a su abuela y así sucesivamente. Y aunque no hay suficiente infraestructura de atención médica para calcular la gravedad de la pandemia, la IPS del resguardo se encargó de confirmar dichos casos. Una vez confirmados, los indígenas anunciaron acciones legales contra el presidente y algunos de sus funcionarios por no atender los llamados de urgencia para apoyar a estas comunidades en condición de vulnerabilidad en medio de la pandemia.
Entre el miedo y el silencio en la que pasan la cuarentena los Yukpa no todas las noticias son malas. El 7 de mayo se confirmó que uno de los bebes infectados superó el virus en el hospital en donde permanecia recluido con su madre en Valledupar.
Sin embargo, los ánimos siguen siendo de preocupación. Total, el virus es una realidad para la que no estaban preparados, la gente tiene hambre y hoy solo se habla de que el apocalipsis llegó para quedarse.