Apreciados Roberto y Alejandro:
La preocupación por el futuro de Cali me mueve a escribir esta carta. La misma preocupación que hace cuatro años me condujo a manifestar, de forma reiterada, la inconveniencia de elegir a Jorge Iván Ospina como alcalde de la ciudad.
Por fortuna, el temor hoy es diferente. En esta ocasión no me inquieta que llegue a la Alcaldía alguien con una agenda propia, ajena a los intereses de la ciudad. De no ocurrir nada extraño, el sucesor de Ospina será uno de ustedes dos y estoy convencido de que Cali, en ambos casos, quedará en buenas manos.
Para comenzar, ninguno de ustedes dos necesita el puesto. Los dos se han embarcado en este empeño porque quieren la ciudad y sinceramente pretenden prestarle un servicio. Algo de ego habrá, pero lo más importante es que ambos quieren liderar la recuperación de Cali, hoy sumida en una de las peores crisis de su historia.
Ambos tienen las charreteras para hacerlo. Roberto es un hombre hecho a sí mismo, que ha desarrollado una innegable labor social. Y ahora tiene un plus frente al candidato de hace cuatro años: cuatro años de una labor seria en el Concejo le sirvieron para conocer la ciudad, la administración y la clase política. Alejandro por su parte, es un profesional preparado, con experiencia en asuntos estatales, gracias a su paso por la Agencia de Reconciliación y tiene una gran sensibilidad social, adquirida a lo largo de su carrera pero también heredada de sus mayores, que tanto han hecho por los vallecaucanos. Ambos han recorrido las calles de Cali y han escuchado, de primera mano, las inquietudes de los ciudadanos.
Mi preocupación no nace, entonces, de que ustedes no tengan el conocimiento, la capacidad o el genuino interés para manejar la ciudad. Surge de la actitud que ambos han asumido como camino para imponerse en la elección.
Mi preocupación surge de la actitud que ambos han asumido como camino para imponerse en la elección
La guerra sucia no es nueva en política. Al contrario, es tan vieja como la política misma. Y no se puede negar, dedicarse a enrostrarle sus debilidades al rival, suele dar buenos réditos. Por eso se hace. Ese tipo de estrategia política es útil para imponerse en unos comicios, pero trae consecuencias muy negativas a la hora de gobernar.
Sobre este punto es que quiero llamarles la atención. La polarización que ambos están exacerbando puede ayudarles en la campaña, pero les va a traer muchos problemas para gobernar. Roberto, dedicarse a estigmatizar a Alejandro por su apellido te puede servir para la campaña, porque en Cali, no nos digamos mentiras, atacar a los ‘ricos’ da buenos dividendos. Pero si ganas, lo primero que vas a tener que hacer es sentarte a dialogar con los empresarios y los gremios, esos que tu hoy desprecias por ‘ricos’. Sin el aporte de esos sectores difícilmente vas a poder sacar adelante la ciudad de la postración en la que está, porque ellos son los que generan el empleo y los recursos que la ciudad requiere. O sea, que para gobernar a Cali es muy mala idea pelearse con esos sectores.
Alejandro: acusar a Roberto de ser el sucesor de Ospina, además de poco creíble, tampoco le aporta nada a la ciudad. Nadie con cinco dedos de frente va a darle continuidad a la gestión de Ospina porque ha sido desastrosa. Además, muchas personas de tu entorno, estoy seguro de que no te cuentas entre ellos, miran con desdén al Chontico. Para decirlo en términos caleños, les parece pachuco. Pésima actitud porque Roberto habla y actúa como el caleño del común. Y lo que necesitamos en Cali es que haya muchos Roberto Ortiz, es decir, muchos emprendedores que generen empleo y riqueza.
Roberto y Alejandro: agudizar la polarización que padece Cali es muy grave. La ciudad requiere todo lo contrario, es decir, la unión de todos porque solo con el empuje de ricos y pobres, de los empresarios, comerciantes, empleados, políticos, periodistas, profesionales y gente del común, sacaremos nuestra ciudad de la crisis en la que está.
Mi invitación, entonces, es a que piensen y actúen no como candidatos sino como el alcalde que aspiran ser. Procuren convencer a los electores no señalando los defectos del rival sino las virtudes propias. Es un camino más difícil, pero le sirve mucho más a Cali.
Los caleños, hartos como están de tanto odio y de tanta inquina, además, se lo agradecerán. Mi invitación es muy simple: sean más sustantivos y menos adjetivos. Lo importante es que sea quien sea el que resulte elegido alcalde, al final la verdadera ganadora sea Cali.