Corabastos: la mina de oro de los alimentos

Corabastos: la mina de oro de los alimentos

"Ahí una persona que tiene un puestico pequeño de cebolla gana mucho más que la mayoría de colombianos que vivimos con el salario mínimo"

Por: Diana Carolina Abril Giraldo
noviembre 10, 2017
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Corabastos: la mina de oro de los alimentos

Todos los días al entrar a la plaza más grande de Colombia la sensación es distinta, pues es otro mundo, un pequeño barrio, en medio de una gran ciudad. Además, se pueden ver los trancones de camiones en las entradas con los diferentes productos que se comercializan en esa gran plaza y con los cuales nos alimentamos la gran mayoría de los que vivimos en la ciudad de Bogotá y muchos de los que viven a sus alrededores.

Igualmente, se pueden ver las personas trabajando desde la madrugada, los coteros cargando la mercancía, los dueños de los negocios comerciales haciendo sus grandes negocios y trueques, personas en los bancos realizando variedad de transacciones con enormes sumas de dinero. En mi opinión, Corabastos mueve más dinero que en alguna época lo hizo DMG y todas las pirámides juntas, que la venta de bitcoins, los negocios inmobiliarios, los movimientos de las bolsas de valores y los más grandes negocios que se hayan visto en Colombia.

El Dane tiene una encuesta en Corabastos, llamada SIPSA (Sistema de Información de Precios y Abastecimiento del Sector Agropecuario). Una de sus actividades es tomar la cantidad de ingreso de todos los productos alimenticios que entran a la Central de Abastos. En el mes de septiembre, según ellos, entraron alrededor de 189.000 toneladas de alimentos, bien se sabe que algunos escépticos no confían en las estadísticas del Dane, sin embargo, yo he estado de cerca mirando el proceso de esa recolección, y si hablamos igual que ellos, estadísticamente, considero que la información se acerca en un 70%, por lo mismo, eso sugiere un gran movimiento de dinero, por lo que muchas personas se benefician directa o indirectamente de este abastecimiento.

En la plaza más grande de Colombia se comienza a trabajar dependiendo de la actividad económica, en la madrugada, normalmente, las horas con mayor tráfico son aproximadamente desde las 2:00 a.m. hasta las 5:00 a.m., después de las 11:00 a.m., ya se puede ver menos movimiento, y en las horas de la tarde se puede observar la plaza mucho más desolada, a pesar de que están establecidos horarios diferentes de entrada para cada tipo de alimento.

En la Central de Abastos están ubicadas varias tiendas, como le llamamos de manera coloquial tomaderos o cantinas. Además, se puede ver como algunos de los que trabajan allí beben entre semana, fines de semana, o de manera frecuente, incluso hasta el punto de beber todos los días, por ello, podría asegurar que mucha de la cerveza y las diferentes bebidas alcohólicas que entran a abastecer a Corabastos se quedan allí mismo.

Es interesante ver como las personas que tienen simples puestos de venta de frutas, verduras y demás, cuentan con un buen vehículo y bienes inmuebles, quien lo diría, vemos ejecutivos en la calle muy bien vestidos, con salarios más o menos, viviendo en el norte, de caché, y gastándose todo su dinero en un arriendo costoso, y en restaurantes finos, pagando altas cuotas mensuales por tener un vehículo medio lujoso, comprando ropa de marca reconocida, solo por el hecho de guardar las apariencias, estos altos ejecutivos en ocasiones andan sin un peso en el bolsillo, con un celular costoso y sin minutos, copando sus tarjetas de crédito, y pagando la cuota de una tarjeta con el cupo de la otra.

Ahí una persona que tiene un puestico pequeño de cebolla gana mucho más que la mayoría de colombianos que vivimos con el salario mínimo. Siempre recuerdo algunas capacitaciones de ventas, en mi época de vendedora, donde nos sugerían atender mejor al de ruana y sombrero, al campesino, porque ese era el que llevaba buena platica debajo de la ruana, así me lo enseñaron y con ello me quedé.

Existe una frase de Frida Kahlo que dice: “A veces prefiero hablar con obreros y albañiles que con esa gente estúpida que se hacer llamar gente culta”. Siempre estaré de acuerdo con aquella frase, en esta incluiría a los placeros, no por decirlo de una manera despectiva, sino por el contrario, me gusta esa gente sencilla, que no se vanagloria de nada, me gusta el ambiente de plaza, relacionarme con estas personas que se ganan cada peso, con verdadero sudor en su frente, y además de ello, son mucho más honestas, sencillas, humildes, y aprecian más el valor de la palabra y del dinero, que cualquier otra cosa, igualmente conocen más de transacciones comerciales que un corredor de bolsa y  saben más de economía que cualquier PhD en esa área.

Por lo anterior, prefiero hablar con los que en ocasiones les llaman arrabaleros, con la gente que trabaja en la plaza, hasta tomarme unas buenas cervezas con esa gente que algunos llaman “ignorantes”, que con altos ejecutivos profesionales en cualquier bar de la 93, pues con los que trabajan en la plaza puedo aprender más, que en cualquier universidad, donde en ocasiones se gradúan los que dicen llamarse “profesionales” sin saber nada de nada, pues pasaron su carrera con trampa, haciendo copia en los exámenes, comprando tesis, comprando decanos y  docentes para pasar las materias que les quedaron grandes, por eso la gente de la plaza, esa es la gente que no solo me mueve el alma, me llena de verdadero orgullo de patria.

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