Ningún presentador en este país tiene la gracia de Juan Diego Alvira. Todos parecen tipos muy serios, muy experimentados, expertos en leer cada tres programas una frase hecha expresamente para intentar causar gracia, pero siempre fracasan en el intento. Juan Diego Alvira tiene una frescura muy propia, muy suya, un instinto que a veces lo hace meter la pata pero nunca pasa indiferente. Desde Juan Guillermo Ríos un presentador no era tan seguido, tan influyente.
En un medio tan odioso como la televisión, en una profesión patibularia como la de ser presentador de noticias, a nadie le cae mal Juan diego Alvira. Es un rostro que dejamos meter a la hora del almuerzo, del desayuno, en nuestras casas, un miembro más de la familia. El niño bien que toda suegra quiere tener.
Acá está una recopilación de su dulce torpeza, la que lo hace el presentador más relevante que ha tenido Colombia desde los años ochenta. Aprendimos a amar el humor involuntario de Juan Diego Alvira: