En la reciente conferencia de las Naciones Unidas celebrada en Dubái, en la Cumbre del Clima, el informe del presupuesto global de carbono señaló que en 2023 el planeta emitirá 36.800 millones de toneladas de dióxido de carbono (1.1% más que en 2022). Lo peor es que las emisiones globales hoy, son 6% mayores que en 2015 cuando se pactó el Acuerdo de París (no superar el 1.5% grados C).
Para el director del Instituto Potsdam, Johan Rockström, el poner fin a los combustibles fósiles debe tomarse en serio, eliminando de manera progresiva el consumo del petróleo, carbón y gas. Pero la realidad es tozuda y trasciende los diagnósticos de la ciencia y los planes políticos. Aunque el Covid, dio una reducción del 4%, cuando el mundo ralentizo gran parte del sector industrial.
De este escenario surgen contradicciones y puntos de vista de cómo resolver el desastre climático, sin sacrificar las condiciones de la sociedad, es decir, una transición energética planeada, donde el remedio no sea peor que la enfermedad. Los petro-estados se benefician de los altos precios de la energía al punto que los ingresos petroleros alcanzaron los 4 billones de dólares en 2022, comparados con 1.5 billones de dólares, en los años recientes.
Lo cual representa 20 veces la ayuda extranjera de donantes oficiales en 2022, más de 30 veces el presupuesto de todos los bancos multilaterales de desarrollo y 40 veces los 100.000 millones de dólares prometidos por países ricos en 2009, pero incumplidos (El Tiempo, 3/12/2023). La responsabilidad la tienen estos países que más contribuyen a las emisiones de gases, tienen los ingresos per cápita más altos y por tanto deben asumir los costos de la transición energética. Los diez primeros participan con el 73,8% de la producción mundial de petróleo:
- Estados Unidos: 17,7 millones de barriles/día (18,9% de participación)
- Arabia Saudí: 12,1 millones (12,9%).
- Rusia: 11,2 millones (11,9%).
- Canadá: 5,6 millones (5,9%).
- Irak: 4,5 millones (4,8%).
- China: 4,1 millones (4,4%).
- Emiratos Árabes Unidos: 4,0 millones (4,3%).
- Irán: 3,8 millones (4,1%).
- Brasil: 3,1 millones (3,3%).
- Kuwait: 3,0 millones (3,2%).
La mayor responsabilidad en el calentamiento global debería corresponder a una mayor contribución en recursos para financiar la transición energética por medio de un Fondo Común para apoyar a los países en vías de desarrollo que carecen de recursos suficiente para transformar su industria amigable con el medio ambiente.
El presidente de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, de la ONU, economista Jeffrey Sachs sostiene: “En este momento, los países ricos emiten aproximadamente 20.000 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año” y su contribución económica para compensar el efecto generado no pasa de compromisos o promesas incumplidas.Una propuesta que pase de la retórica a la práctica sería “establecer un impuesto de 5 dólares por tonelada sobre esas emisiones, son 100.000 millones de dólares, y eso es fácil de hacer para estas naciones porque tienen 50 billones de dólares de producción cada año. Entonces, 50.000 o 100.000 millones de dólares apenas los notarían” … “Necesitamos avanzar hacia una verdadera globalización en la tributación de las emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero” (El Tiempo, 8 -12-23).
El debate se polariza con respuestas desiguales como se advierte en el discurso de sus líderes. El anfitrión Sultán Al Jaber, presidente de la COP28 y de la petrolera más grande de Emiratos Árabes, subestima la ciencia al señalar que no se ha demostrado la necesidad de eliminar los combustibles fósiles para limitar el calentamiento global: “por favor, muéstreme el camino para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles que permitirá un desarrollo socioeconómico responsable, a menos que quiera que el mundo regresa a las cavernas”.
Por su parte, USA impulsa el fracking, estimula la explotación y exploración de sus multinacionales, preferiblemente allende sus fronteras, opta por un plan de mitigar las fugas de gas de metano exigiendo que las petroleras monitoreen las fugas en los pozos y establezcan un programa para utilizar los sensores remotos de terceros para identificar liberaciones de gas.
El Gigante Asiático que contribuye con más de una cuarta parte de la producción de dióxido de carbono, se convierte en el fiel de la balanza para contener el calentamiento global por debajo de 2°C, como lo acordaron en la Cumbre de Paris 2015.
En efecto, sus emisiones dejarán de aumentar, según analistas, alcanzarán su punto máximo en el 2030 que es el objetivo fijado por China. Construye centrales nucleares más rápido que otros países, invierten más en energías renovables (ver gráfico), de modo que ahora tienen alrededor de 750 gigavatios de capacidad de generación eólica y solar, aproximadamente un tercio del total mundial. Para el final de la década, pretenden tener 1.200 gw, que proporcionalmente equivale a más de la capacidad eléctrica total de la Unión Europea. Del 18% de los carros que se venderán en el mundo en 2023 serán eléctricos y de origen chino el 60%. (The Economist, 5/12/2023).
Al alcanzar un alto desarrollo industrial y económico le ha permitido a China reducir la producción de acero y cemento con alto contenido de carbono como también en grandes proyectos de infraestructura.
El presidente brasilero Lula Da Silva, sostuvo en la COP28, que los bosques tropicales proporcionan un bien público. El mundo debería pagar para conservarlos. En el inicio de su tercera presidencia, la deforestación ha caído un 50% en contraste con lo que hizo su antecesor, Jair Bolsonaro dados sus vínculos con madereros y ganaderos que talan y queman selva tropical .
El Amazonas contiene el 40% de la selva tropical que queda en el mundo y el 25% de su biodiversidad. Es un almacén gigantesco de carbono y su destrucción acelera el calentamiento global. Sus árboles arrojan 20 mil millones de toneladas de humedad por día a un “río celestial”, que luego riega tanto el bosque como las tierras de cultivo en Suramérica.
Su ministro de Medio Ambiente propone un fondo de US $250 mil millones que pagaría una suma fija por hectárea de bosque a los países que impidan que sus bosques se reduzcan, en sintonía con líderes africanos de castigar la deuda a cambio de la conservación de la naturaleza. Como hace mutis por el foro, respecto de la explotación de petróleo y gas, algunos consideran que raya con el cinismo, pues Lula quiere ser potencia ecológica y al mismo tiempo aumentar la producción de petróleo e ingreso a la OPEP.
Colombia que solo participa con el 0.7% de la producción petrolera mundial, propuso “cero exploraciones nuevas y cero explotaciones nuevas en el mundo” adhiriendo al tratado de no proliferación de combustibles fósiles, algo que cuenta con el respaldo de una decena de pequeños países que nació en 2019, con el apoyo de varios archipiélagos, no petroleros como Tuvalu, Timor-Leste, Antigua y Barbuda, Fiji y Vanuatu.
El presidente Petro reconoce que es una paradoja estar allí en la primera línea de los pueblos más afectados por el cambio climático liderando un país como el que representa, puesto que ocasionaría un suicidio económico dado nuestra matriz de fuentes primaria de energía, el 44% corresponde a petróleo, 29 % de gas, 12% hidroeléctrica, 8% carbón, 7% biomasa y 0% eólica.
Amenaza la soberanía energética y la dependencia de nuestro país (PDVSA). Según el DANE, en el mes de octubre del presente año, las exportaciones de Combustibles y productos de las industrias extractivas participaron con 54,7% del valor total de las exportaciones, las Manufacturas 21,1%, Agropecuarios, alimentos y bebidas 17,9%, y Otros sectores 6,3%.
Esta polémica propuesta implica un impacto en las finanzas del país, en la seguridad energética y depender de importaciones de gas, que encarecen los costos de energía y disparan la inflación que se encuentra por encima de los dos dígitos, con amenaza de recesión económica, que golpea a los más vulnerables, con un efecto marginal sobre el desastre climático global.
Como señala Amilkar Acosta: “Del gas natural, al igual que del petróleo, podemos decir que es mejor tenerlo y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo y peor que depender de ellos es depender de sus importaciones”. Además, transgrede la Ley 2128 de 2021, tendiente a promover “el abastecimiento, continuidad, confiabilidad y cobertura del gas combustible en el país” y la masificación de su uso “se declara de interés nacional y estratégico para el desarrollo económico, social y ambiental”.
En su intervención, responsabiliza al capitalismo que no está “dispuesto a desvalorizar la riqueza de sus sociedades basadas en la producción y consumo de carbono; los Estados de los países ricos no pueden ni desean desvalorizar su capital fósil, basado en el petróleo, el carbón y el gas”.
Incluso fue más lejos al comparar la situación con lo que se vive en la Franja de Gaza, entre Hamás e Israel "el genocidio y la barbarie desatada sobre el pueblo palestino es lo que le espera al éxodo de los pueblos del sur desatado por la crisis climática". Ya "Hitler está golpeando las puertas de los hogares de la clase media europea y norteamericana, muchos ya lo han hecho entrar, (…)
y se alistan para defender sus altos niveles de consumo de carbono y rechazar el éxodo que provoca”.
Esta afirmación fue categóricamente respondida por el canciller alemán: “Identificar las consecuencias de la crisis climática para los más vulnerables del mundo es legítimo e importante. Combinar eso con el sufrimiento en Gaza es extraño. Es inaceptable hacer comparaciones crudas con la era nazi y así relativizar el Holocausto, como lo hizo el presidente de Colombia en la COP28”
Como señalo Bill Gates (2021): “La clave para atajar el cambio climático estriba en producir una energía verde tan barata y fiable como la que procede de los combustibles fósiles”. Este ingeniero y empresario filántropo reconoce que el mundo necesita generar más electricidad para que los pobres prosperen, pero sin emitir más gases de efecto invernadero llegando a evitar el desastre con emisiones cero, aplicar herramientas como la energía solar y eólica y comercializar tecnologías de vanguardia.
La transición energética es un proceso gradual, planeado y consensuado, impulsando un debate más reflexivo y constructivo centrado en planes realistas, que no solo busque aplausos de los activistas ambientales, sino escuchar el silencio de los mayores responsables del desastre ambiental. Un mundo globalizado necesita colaboración multilateral, que la ciencia ilumine el camino sin sacrificar a los necesitados.
*Profesor e investigador. Exrector de UNAL