A la COP16 no asistieron los agentes más determinantes, y, tal como en las anteriores citas, ni anunciaron reformas estructurales, ni garantizaron recursos suficientes ni se cumplirán los mezquinos compromisos suscritos. Lo único relevante, a falta de precisar el alcance, es que Alemania canjeará parte de la insostenible deuda colombiana, por inversiones estatales para pacificar al medio ambiente.
Condicionada o trastornada, Colombia se dedicó a acatar a Estados Unidos o imitar a España, pero “la madre patria” apenas nos aventaja por ser miembro de la Unión Europea, y la decadente potencia moderna nos maltrata como bastardos. Deberíamos buscar genuinos socios socialdemócratas, como las sociedades nórdicas.
Pero es más complejo gobernar países que multiplican el tamaño de esas poblaciones, o afrontaron conflictos ‘recientes’, cuyas divisiones persisten. Usando este enfoque, emergen afinidades electivas con Alemania, cuya economía renació desde sus cenizas, mediante un proceso condonado por el Plan Marshall, hasta que los engranajes de Merkel prefirieron “vender humo”, según demostró su sucesor, Olaf, pues las brechas internas no se cerraron tras la Caída del Muro.
En cualquier caso, midiendo la economía en bruto, Alemania ocupó el podio mundial en 2023, detrás de Estados Unidos y China; pero, afinando la calibración per cápita, precios corrientes, EE. UU. ocupó la posición 6, Alemania bajó hasta la 19 y el gigante asiático desapareció del Top-50 (https://t.ly/LnJyc). Analizando el gasto público, como % del PIB, Alemania tuvo el 12 más generoso; mezquinos, EE. UU. y China salieron del top 50 (https://t.ly/Nlvts). Y, respecto a la deuda gubernamental, nuevamente % del PIB, EE. UU. tuvo la 5 más alta; China la 22 y Alemania la 31 (https://t.ly/6HLMS).
Aunque la actualidad germana no es ideal, está más equilibrada que la bipolaridad estadounidense-china. Además, pese a lo que insinúa su reconocida austeridad, la financiación estatal es protagonista, sin asumir la usura o el sacrificio que impone cualquier crédito. Auto sustentada, desafiando las trampas que contaminaron y defraudaron al recaudo y la redistribución, en el reciente escalafón de «competitividad» y «neutralidad» tributaria de la OECD, Alemania (16/38) superó a Estados Unidos (https://t.ly/09NEC).
Colombia obtuvo la peor calificación porque ahoga a la “empresa”, la “nómina” y el “consumo”; abusa de la “deducción” y exonera la “evasión” de las “personas”, hacia quienes debemos vascular las cargas, confiscando porcentajes significativos del valor de sus activos, sin patrocinar la concentración de la riqueza que se ampara bajo el endeudamiento.
Los nórdicos lideran el Índice de Desarrollo Humano; Alemania es 7/193, Estados Unidos 20/193 y China 75/193. Finalmente, diferenciando la Inequidad, antes y después de impuestos, Alemania ‘sí’ termina igualándose a los nórdicos (https://t.ly/wOVLJ).
Colombia es un Estado Fallido, y nuestro Estatuto Tributario es otro galimatías técnico-legal que, tal como la tasa de interés y la regla fiscal, ha permitido al establecimiento sabotear cualquier palanca o enmienda sistémica, y continuar deshonrando los principios o compromisos constitucionales. Inefectivo, es costoso de administrar y no contribuye a subsanar las deudas socialdemócratas.
Emulemos a otros referentes. Por ahora, gracias Alemania por su heterodoxa generosidad fiscal-ambiental, y respecto a la cruzada socioeconómica y ambiental habrá que cruzar los dedos, porque ahora Colombia tendrá que entenderse con el negacionista Trump, que retoma el mando en otro país que sigue viviendo de la gloria pasada.