Escapar de la manipulación de los que gobiernan los hilos de nuestro tiempo, cada día es más difícil porque no hay interés en conocer el pasado, ni por debatir las ideas. De manera que ya no tratamos de analizar las cosas de otra manera y, como masa, nos vamos convirtiendo en los idiotas útiles de los poderosos y sus fieles servidores, los burócratas.
Desde hace unos meses los políticos están alborotados en la ciudad de Cali y se frotan las manos con el cuento de que, la realización de la COP 16 será, como en el 71, otra gran oportunidad para impulsar el progreso y bienestar de los vallecaucanos.
Los que viven promoviendo el circo o megaobras y remodelaciones para turistas, saben lo que hacen, pero el pueblo debería tener un poco más de olfato frente las intenciones de los manipuladores de conciencia, pues con cada gran evento que se inventan, los ricos se hacen más ricos, la ciudad se llena de toda clase de indigentes y va perdiendo sus zonas verdes. En eso la historia es contundente.
La COP es un encuentro organizado por los burócratas del gobierno global de las Naciones Unidas para hablar sobre la biodiversidad y la versión número 16 se realizará este año en la ciudad de Cali.
Según nos dicen los publicistas, es una de las cosas más maravillosas que sucederán en la “sucursal del cielo” porque llegarán miles de turistas que dejarán millones de dólares y será una oportunidad para darle a la ciudad un nuevo impulso de modernidad y prosperidad económica.
Es que es increíble la cantidad de tonterías que se pueden inventar con el olor del dinero. Ya están diciendo que llegaran más de 120 mil millones de pesos de las entidades internacionales, y con ellos los políticos podrán firmar cientos de contratos que permitirán la renovación urbana e impulsar el progreso para todos los vallecaucanos.
Supuestamente demostraremos que somos una sociedad pujante que puede organizar eventos de talla mundial. Ya la prensa está alborotada con entrevistas o publirreportajes a sus amigos, las universidades que solo practican jardinologia van regando tinta y la masa está feliz con el arcoíris en el horizonte.
Cada cual ya está pensando en promover la rumba, algún emprendimiento para aprovechar esa calentura medioambientalista en oportunidades de negocio: suvenires, ferias de artesanías, restaurantes, hoteles, avistamientos de aves, llegaran las chicas para activar, con unos toques de aguardiente, la alegría de la multiculturalidad y los grandes expertos que nos visitaran podrán conocer la extraordinaria tradición que nos ofrecen cada año los motociclistas en el Túnel Mundialista con motivo del Halloween.
En el afán de seducir turistas, ya aparecen las fotos del reguero de adoquines y cemento en la remodelación de Cristo Rey, el Bulevar del Río, el pastiche de La Ermita, lo que queda del río Pance, la iglesia de San Antonio y hasta muestran cómo hicieron ciclovias sobre las zonas verdes para estar a la altura de la moda.
Sobre el deterioro de las zonas de ladera a manos de los especuladores no dirán nada. Entonces, para los que no conocen esta comarca, quiero compartirles algunos de los eventos históricos que me llevan a no ser tan optimista como para creer el barullo de ideas e imágenes estereotipadas que ya circulan por estos días.
La Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) se creó en 1954 para manejar recursos públicos con los cuales agenciaron los intereses de los cañicultores (como la familia Eder) y especuladores de tierras.
Las élites gobernantes destrozaron las dinámicas naturales del Río Cauca, lo estrangularon hasta acabar con la biodiversidad. Ahora su director nos dice que la recuperación de la navegabilidad del río “Nos va a permitir dar educación ambiental y que todos los niños, los emprendedores, la misma industria miren que sí se puede aprovechar nuestro río”.
En el periódico ADN de mayo 16 se dice que invertirán 5000 millones de pesos en esa idea, que también es propósito de la gobernadora Dilian Francisca Toro y ocho alcaldes de la región. Y lo más interesante es que por esos mismos días de octubre la susodicha corporación estará cumpliendo 70 años con toda su buena publicidad.
La gran fecha mítica de progreso para la ciudad, los políticos la fijan en 1971 cuando regaron concreto y asfalto sobre la planicie como nunca antes, para la realización de los Juegos Panamericanos. Con aquel circo, como con otros tantos eventos deportivos internacionales que se han hecho para atraer turistas, transformaron, por ejemplo, a las riveras del rio Cañaveralejo en un mar de cemento.
Hace muy poco por ejemplo, eliminaron el refugio de cientos de canaritos criollos y los coquitos para construir otro flamante centro comercial. De aquella zona verde de la ciudad queda poco porque también para los empresarios del MIO construyeron tres estaciones.
Con el gancho de la ecología y la investigación en energías alternativas “limpias” eliminaron de la Universidad del Valle casi dos hectáreas de zona verde. Sí, para montar el circo de Solar Decathlon en los años 2015 y 2019, se eliminaron más de 200 árboles y la capa vegetal.
La romería de curiosos fue grande, tan grande como el derroche de dinero que se hizo para instalar unas casas ultraecológicas y para varios eventos de rumba y color. Varias de las mencionadas obras se convirtieron en escombros hasta el 2019 y desde ese año otras nuevas casas llegan al presente como un monumento al desperdicio de recursos que a nadie le duele.
Pero en vista de que la historia es tan sorprendente, ¿a que no adivinan quién era por aquellos años la presidenta del Consejo Superior de Univalle? La misma que este año está buscando la manera de aprovecharse de la COP 16.
El tema de la biodiversidad, es muy importante, pero muchos en su ingenuidad, creen que es un asunto de número de especies por kilómetro cuadrado y ahora que la volvieron moda, pues cada cual se mete en la materia para agenciar sus negocios “ecosostenibles” “economía circular” “emprendimientos verdes” “economía ecológica” “ecoturismo”, etcétera.
Por eso no creo mucho en la bondades de la COP 16, ya se habla de casos de especulación hotelera, de contratos turbios y millones de pesos invertidos en obras que se las comerá el tiempo, como los famosos ajardinamientos del exalcalde Ospina.
Un burócrata me dijo un día que yo no era más que un disociador con esto de estar cuestionando y escarbando en el pasado de los dirigentes sinvergüenzas. No le contesté nada porque el historiador solo puede hablar con los hechos y los hechos están ahí, son testarudos. Se les puede olvidar, pero no desaparecen sus consecuencias… siendo la principal de ellas que Cali crece con sus pomposos planes estratégicos de desarrollo, como una mancha de aceite que va destruyendo todo el entorno natural de la planicie.