Se armó una conversa breve sobre lo que pasa en el espacio común de ciudad, eran tres amigos adultos, una mujer y dos hombres, todos con familia, vecindario y trabajo en el entorno, un poco precarizado, pero lo tenían y sobre todo aspiraban a sostenerlo. Hablaron de sus preocupaciones políticas mientras caía la tarde en medio de una ventisca que reconciliaba el tejido verde de un parque respecto de la resolana que le azotaba. Primero se hizo al unísono una catarsis bárbara, se dijo que la ciudad se ha hecho insostenible, el imperativo de la acumulación y el productivismo agota el tejido urbano, malvivimos la desigualdad de nuestras urbes y sufrimos sus violencias que nos acechan. Después se expresó que Cali es bonita, pero estamos malogrando su potencial de vida y hábitat sostenible.
A Julio le preocupa que están sacando profesores de la universidad donde trabaja porque cayó la matrícula, a Mary le inquieta que su negocio de venta de carros no se está moviendo, hay mucho quién venda y poco quién compre; a Jorge le angustia que la contrata con el estado se acaba en diciembre y con el cambio de gobierno, sin palanca, quizás no se pueda sostener el puesto; por igual hay paranoia justificada del robo en vías públicas, de que te jalen el carro o la moto, que te hagan el paseo millonario o simplemente te atraquen en el parque, etc. etc. También se dijo que los medios de comunicación estresan con tanta información especulativa y que hasta las series aburren y generan agotamiento más que entretenimiento. Se hizo conciencia que habitamos una ciudad tribalizada, cada uno en su pedazo y con su manada, independiente de cuál sea la denominación o razón social que se sostiene.
Después se conversó sobre los términos de la vida colectiva, se estuvo de acuerdo que hoy son extremadamente complejos, Mary dijo que la política más convencional está atravesada por el negocio, lo que importa es quien se monta y desrama recursos entre sus cercanos; a Jorge le parece tremendo que en Colombia la polarización y el enfrentamiento armado no para, la disputa de poder pasa por guerras localizadas en torno a recursos materiales y bienes, oro, marihuana, coca, tierra, bienes suntuosos, importaciones, erario, y esa ambición desmedida tiene sus efectos en el mal vivir, dejando a las mayorías a la saga de la sobrevivencia. Julio expresó que tenemos formas de vida muy contradictorias: guerra – paz, competitividad de pocos - pobreza de muchos, centralismo metropolitano – ausencia de Estado en las márgenes, abuso de la tecnocracia – debilitamiento de la cultura común. Tenemos gobiernos poco operantes para mediar las relaciones sociales, una economía informalizada, proyectos políticos muy frágiles que tienden todo el tiempo a la fractura; en medio de esas circunstancias las personas, los grupos humanos, importan poco para quienes se plantean gobernar la vida en común; para la clase política, las gentes son votantes simplemente.
Se estuvo de acuerdo en que las elecciones locales y departamentales escasamente pasan por una exposición mediática de los políticos sin que den realmente cuenta responsable de sus propuestas; se insistió en la conversa en no ser ingenuos, en reconocer sinceramente que las alianzas, las coaliciones de hoy, son poco virtuosas; se insistió en no tragar enteros los mensajes de los medios de comunicación y de las redes sociales. Es importante conocer las agendas que se están moviendo en profundidad para lograr generar una comprensión amplia y para que el despertar social reciente no muera en las lógicas de la manipulación, la cooptación y la instrumentalización.
Se estuvo de acuerdo en que las elecciones locales y departamentales escasamente pasan por una exposición mediática de los políticos sin que den realmente cuenta responsable de sus propuestas
Nos preguntamos ¿Para dónde vamos?, ¿Qué hacemos? Mary dijo que tenemos la tarea solidaria de reconstruir los equilibrios en nuestros entornos y que eso se hace con gobiernos o sin gobiernos, ojalá no contra los gobiernos; Julio mantuvo que se necesita la presencia de las instituciones, pero mostró su desazón porque los procesos públicos en los niveles locales y regionales siguen atrapados en la vieja política. Para Mary es fundamental superar la hipocresía social: dejar que las cosas pasen, decir que van a pasar, decir que no queremos que pasen y no hacer nada. Jorge está de acuerdo en que hay que actuar con un sentido de responsabilidad. Se concuerda que es clave ampliar el sentido de la política; se asume que el modo en que hemos entendido la solidaridad, el vínculo, la comunidad, debe ser repensado. Requerimos tener procesos más colectivos, menos centrados en personalidades individualizadas y más con consensos y compromisos sociales.
Al cerrar la conversa se recuerda que no todo lo resuelven las instituciones; las políticas cotidianas también nos atraviesan el cuerpo social colectivo y nos administran la vida, es ahí donde toca luchar. Para Julio más allá del malestar que están produciendo las elecciones hay que insistir en la participación en torno al logro de fines y bienes comunes. Jorge remarca la construcción de redes de apoyo y mutualidad social, el momento exige que se ejerza la ciudadanía más allá del voto y que se puedan construir y acompañar tejidos asociativos mucho más fuertes, porque los tiempos venideros serán difíciles... Entre palabra y palabra el parque ya estaba más fresco al atardecer, así también se necesita que se refresque el sentido de la política.