El revuelo mediático, social y político generado por el taller es desbordado, impreciso y desconoce la profesionalidad y ética de la profesora. Lo que he escrito muestra que la profesora conoce muy bien las exigencias del MEN, el contexto social y está comprometida con la formación de sus estudiantes.
En las preguntas no marca una orientación hacia el adoctrinamiento del que tanto se ha hablado. Lleva a sus estudiantes a que lean, investiguen, definan, infieran, relacionen, expliquen, argumenten, tomen posiciones éticas, observen la realidad, etc., promueve el desarrollo del pensamiento social, crítico, histórico y ético, en otras palabras, forma ciudadanos y ciudadanas, ¿acaso no es lo que necesitamos en el país?
El taller sería igual controversial si fuera sobre: las causas y consecuencias de la contaminación del río Medellín o Cali, el deshielo de los nevados, el impacto del túnel de La Línea, etc. Los hechos sociales por naturaleza son controversiales e implican considerar múltiples perspectivas, lo que permite superar el pensamiento estereotipado y la controversia inútil. Todo esto contribuye al desarrollo del pensamiento, el taller propuesto por la profesora lo hace.
El profesorado de la educación primaria secundaría y media hace un trabajo muy valioso que debemos valorar y acompañar como sociedad, nos necesitan a su lado para apoyar, no para reprochar, ni estigmatizar. Que enseñen a diferenciar hechos de opiniones, a reconocer los diferentes puntos de vista, a debatir sobre temas conflictivos, a ver el acuerdo o disenso como algo normal. Necesitamos más Sandras para construir un país más justo y en paz.
En el país muchos investigadores, de universidades públicas y privadas, estudiamos la enseñanza de las ciencias sociales, la historia y la geografía, estamos agrupados en la Red Colombiana de Grupos de Investigación en Didáctica de las Ciencias Sociales. Llevamos más de una década organizando un evento anual en el que abordamos este y otros tipos de asuntos. De manera habitual llegamos a la siguiente conclusión, lo relevante no es el hecho concreto, en este caso los falsos positivos, sino que nuestros estudiantes aprendan a pensar la sociedad, la historia y la geografía, a construir paz desde cualquier orilla. En el país hay doctores y doctoras, grupos de investigación, profesorado, programas de maestría y doctorado en el que investigamos como se enseña y aprende ciencias sociales. Estamos comprometidos con esta tarea.
El hecho social elegido (los falsos positivos) elegido por la profesora genera una alta sensibilidad nacional porque las heridas del conflicto siguen abiertas, la mejor manera de superarlo es abordarlo, en este caso en la clase. No queremos una enseñanza de las ciencias sociales de espaldas al país, la necesitamos de frente, mostrando la crudeza del largo conflicto, solo así podremos superar todos los conflictos que vive el país. La realidad social, por naturaleza, es compleja, pero se puede y debe enseñar a pensarla para transformarla. Como decía el profesor Joan Pagès, los estudiantes son estudiantes, pero no son tontos, seguro que muchos de ellos se están riendo del revuelo que armamos los adultos.
Ver: ¿Contribuye el taller de los falsos positivos a la formación de los estudiantes? (I)
* Doctor en Didáctica de las Ciencias Sociales, profesor Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la Red Colombiana de Grupos de Investigación en Didáctica de las Ciencias Sociales.