La gente que ha gobernado a Colombia es de la peor calaña que jamás haya existido. Estamos hablando de una clase de personas que mandan a cometer asesinatos, masacres enteras, falsos positivos y unos crímenes brutales.
Así mismo, estamos hablando de seres que se disfrazan de grandes ciudadanos y mandan a matar a sus testigos, se roban millones de los más pobres (como en el caso de los bonos de agua), alaban a sicarios como Popeye, tienen nexos con la mafia (como Ñoño, Ñeñe y Memo Fantasma) o muchos son la misma mafia (la continuación de los Rodríguez Gacha y Escobar).
Estas personas son los peores seres humanos que hay sobre la tierra. Han hecho del paraíso de Colombia un infierno donde en 15 días asesinan a 50 jóvenes por protestar, donde hay entre 6.000 o 10.000 falsos positivos, 6 millones de desplazados y millones de personas aguantando hambre.
Por eso podemos esperar lo peor de esa gente. Un golpe de Estado, conmoción interior, suspensión de elecciones y dictadura, acompañado de asesinatos selectivos de líderes de izquierda, tortura y muerte de jóvenes con ideas revolucionarias a quienes sacan de sus casas, ir menguando la resistencia, poco a poco, hasta que no quede nadie vivo, como hicieron con la UP.
Muchos están esperanzados de que la comunidad internacional intervenga en Colombia, pero EE. UU. y Europa están preocupados ahora en combatir a China, Rusia y a Palestina. Colombia es un pobre país tercermundista sobre el que dirán: pobre gente, pobres indios y pobres negros brutos... país de mierda, como se le escuchó decir a Trump en un momento.
Aquí estamos solos en contra de un ejército corrupto y criminal, que además tiene vínculos con el narcotráfico, pero que también es uno de los más grandes y poderosos de toda América Latina.
Esas fuerzas que hoy creemos que podemos vencer siempre nos han despreciado y nos ven como a hormigas. La verdad es que somos tan vulnerables que caemos fácilmente en el éxtasis de las pequeñas glorias que ellos mismos planean para provocarnos y hacernos envalentonar. Nos están haciendo salir al ruedo para luego exterminarnos como a cucarachas.
La mejor defensa es quedarse quieto ante el depredador, como hace la serpiente parda. Cuando el depredador, que no le gusta comer carroña cree que está muerta, entonces prende la huida, se coloca a salvo y puede seguir cazando con sus mortales mordeduras.
Debemos desconfiar de cualquier movimiento que hace este gobierno, no subestimar su fuerza, ni mucho menos su gran maldad. Manejar un perfil bajo, hacerle creer que todo va bien y darle la estocada en las urnas. En cualquier otro escenario perdemos, somos su presa fácil.
Lo mejor estrategia es la de la serpiente parda para llegar vivos a las próximas elecciones.