Las razones que algunos individuos, como el señor Guillermo Castro Rozo, invocan para atacar al rector de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Ricardo García Duarte, son absolutamente falsas y, por tanto, calumniosas. La siguiente enumeración solo es una muestra de que sus acusaciones faltan a la verdad, principio básico del periodismo y los medios de comunicación:
- Calificar al rector como “corrupto” es falso. No hay una sola acción que se le pueda reprochar como tal dentro o fuera de la institución. Al contrario, es la persona que más ha combatido ese flagelo en la universidad.
- Decir, además, que el rector junto con el exdirector del Idexud gastó dineros de la Universidad en prostíbulos es una calumnia. Esta mentira fue proferida, sin el respaldo de prueba alguna, por el señor Wilman Muñoz, ya destituido por la Procuraduría. Por cierto, ese mismo organismo de control desestimó todo este tipo de ataques dirigidos contra el rector. Nunca hubo manejo de dinero de la universidad en sitios de este tipo.
- Señala erróneamente que el rector García Duarte “sigue implicado en el desfalco financiero de la institución”. El rector no ha estado implicado. Él mismo denunció, con pruebas y con un éxito procesal, lo que estaba sucediendo en el Idexud, al punto que el exdirector de Extensión aceptó su culpabilidad de los hechos ante la Fiscalía a las imputaciones por peculado y por falsedad ideológica en documento público.
- Que el rector fue “expulsado de la Universidad por participar en hechos de corrupción” durante los años 2003 a 2005. Esta afirmación también es falsa. Nunca fue expulsado, tampoco se le llevó a juicio y muy pronto quedó en evidencia su inocencia, al punto de que la Fiscalía precluyó cualquier investigación en su contra. Luego de esto, la Fiscalía perdió el proceso abierto por la demanda que le interpuso el propio rector en protección de su buen nombre.
Las anteriores falsedades y calumnias dañan la reputación del representante legal de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Por tanto, ellas son causa suficiente para denunciar a quienes son sus autores y se ensañan, por pura mala fe, blandiendo esta suerte de infamias.