Jamás se puede desestimar el poder de las maquinarias políticas y sus oscuros intereses y lo acabamos de comprobar con el resultado de la primera vuelta de la elección presidencial en Colombia.
Pudo más el miedo que el sentido común y la oportunidad dorada de un cambio necesario donde todos los colombianos pudiéramos contribuir a lograrlo sin irnos a los extremos se esfumó.
Nos encontramos, gracias al ajedrez político, ante un posible jaque mate de la derecha y un pueblo necesitado que ingenuamente cree que el “viejito” si los va a poner a vivir sabroso cuando sólo se convertiría en el nuevo títere.
En la eventual victoria de Rodolfo, a lograrse sólo con el apoyo de la derecha, ¿cómo justificaría la aceptación de tan malas compañías? ¿Le dirá al pueblo que todos los corruptos están arrepentidos?
La maquinaria desde su posición de poder en la cámara, en el congreso, en organizaciones ilegales sólo tendrá que cepillarle el ego a Rodolfo, algo que obviamente no tendrá dificultad alguna en lograr.
Usaron la ingenuidad del pueblo colombiano, la dignidad de sus fieles seguidores como Zuluaga y Fico y sólo falta que si gana Rodolfo le suceda algo a la vicepresidenta y nombren a la Cabal en su lugar.
De lograr Petro sus tan necesarios millón de votos adicionales y vencer la maquinaria, ojalá demuestre sus verdaderas intenciones dirigiendo su programa de gobierno sin resentimientos, sin odios, demostrando ser merecedor de su triunfo y algo positivo para el país.
Si gana el santandereano, durante los próximos cuatro años Petro alimentará su paciencia con el creciente índice de corrupción y de pobreza, el fracking, el envenenamiento de la atmósfera con el estiércol de ganado, la deforestación en el Pacífico y la Amazonia, el envenenamiento de los ríos con mercurio y, quizás, los amos del narcotrafico lo venzan nuevamente en 2026.