Está claro que colombianos no aprendemos con eso de las pirámides, estas siguen vigentes. En 2008, DMG dejó hablando solos a miles de incautos. Muchos se quedaron en la calle porque esa platica, aunque el Gobierno la incautó, en muchos casos nunca volvió al bolsillo de las víctimas. Sin embargo, las pirámides siguen porque el tema en Colombia es que ni las escuelas ni colegios, y mucho menos nuestros padres, nos educaron en materia financiera.
Por eso uno hasta cierto modo entiende que muchos ciudadanos del común sigan cayendo: Uno, por desconocimiento, y dos, porque aquí nunca falta el bobo, y los delincuentes lo saben.
Pero, que un arzobispo como el de Cali, invierta 7 mil millones (plata de los feligreses) en una de esas captadoras de de dinero... Por Dios... ¡Eso ya es la tapa! Ese arzobispo tiene que responder.
Dos llamados urgentes: primero, al Gobierno, que permite a los insaciables banqueros colombianos hacer lo que quieren con sus clientes, cobrando inmisericordemente intereses que rayan en la usura, quitándole plata al pobre ahorrador hasta por la consulta de un saldo, lo que lleva a muchos a preferir guardar la platica debajo del colchón.
Y dos, no menos importante, advertir a los ciudadanos. La plata fácil no existe, al menos no de manera legal y no riesgosa. Nos ha pasado, nos está pasando y esto parece no acabará, porque aquí nunca falta el bobo. Colombianos, por favor recordemos el viejo adagio. "De lo bueno no dan tanto"