Hace un par de días la ciudad, y parte del país, se paralizó con la denuncia por abuso sexual que hiciera pública María Alejandra Rojas, excandidata a la Cámara de Representantes en el departamento del Magdalena por el Movimiento Político Fuerza Ciudadana, en contra de su copartidario Fabian Alberto Bolaño.
Según denuncia María Alejandra, en un viaje a Bogotá por allá a finales de 2018, en el que participaría en un evento de jóvenes en compañía de su victimario y otros compañeros más. Luego de una celebración entre amigos, Fabian la habría drogado con fenotiazina y abusado sexualmente de ella en total estado de indefensión.
Asegura María Alejandra que existen pruebas toxicológicas, científicas, gráficas y testimoniales de lo que aconteció ese día, afirmando que su victimario llegó a ser capturado y dejado en libertad pocas horas después.
Todo un calvario que sufrió esta joven, de ese entonces 23 años, en manos de un monstruo que ya tenía cierto liderazgo dentro del movimiento y posaba como un adalid de la moral ante la opinión pública, sin embargo, es reconocido, por sus compañeros y allegados, por ser un completo pedante y narcisista.
Poco después de ser víctima de tan aberrante hecho en Bogotá, María Alejandra regresó a Santa Marta, se reunió con el hoy Gobernador Carlos Caicedo (máximo líder del movimiento, como ella lo denomina) y le contó lo sucedido con Fabian.
El Gobernador se limitó a preguntar: ¿Qué harás?, a lo que ella contesta: “lo denunciaré”, en ese preciso momento un silencio se adueñó del lugar. El máximo líder, del que todos esperaban más contundencia, se enmudeció y no hizo nada por apoyar a esta joven víctima de tan atroz suceso. Lo acontecido después es mucho más tenebroso.
La historia, a pesar del silencio, no terminó ahí, los líderes y representantes del movimiento se enteraron de lo sufrido por María Alejandra en manos del monstruo de Fabián. Ahora el silencio envolvía a toda una organización.
Fabián no tuvo que pagar las consecuencias por sus actos, ni ante la justicia, ni ante la sociedad, ni dentro del movimiento. A pesar de las muchas evidencias, la Fiscalía ha sido negligente con el caso y ha paralizado, sospechosamente, las investigaciones y cualquier otra actuación judicial relevante en el proceso.
Aún más doloroso para la víctima, es que la vida de su abusador continuó normalmente, con el beneplácito y el amparo del Gobernador y máxima figura del movimiento político al que pertenecía. Tanto fue la protección de este hacia el victimario de María Alejandra, que mientras la víctima era relegada como docente de una institución pública, Fabian brincada de Secretaría en Secretaría ocupando cargos directivos dentro del gobierno del “cambio”. Los máximos líderes y representantes del movimiento Fuerza Ciudadana apoyaban el crecimiento de la figura de Fabian y minimizaban el liderazgo de María Alejandra, la cual, después de dejar su cargo de docente, fue relegada a ocupar un puesto insignificante en la lista cerrada del movimiento para la Cámara de Representantes, y que extrañamente, en el transcurso de la campaña, terminaron invisibilizándola y desapareciendo su imagen de la publicidad del movimiento.
Finalmente, y lo más escabroso de todo, es que el Gobernador decidió nombrarlos en el mismo equipo, a la víctima como Secretaria de Despacho y al victimario como Secretario de la Equidad y el Poder Popular. Sí, el gobernador progresista, el que se abanderó de la lucha feminista, puso a trabajar juntos a la víctima y a su victimario, obligándolos a verse a diario y sentándolos en la misma mesa, dentro de las instalaciones de la Gobernación del Magdalena, revictimizándola, una y otra vez, todo por perseguir sus propios y egoístas intereses. Un hecho desquiciado que solo cabría en la cabeza de un trastornado.
Todos, absolutamente todos, respaldaron al victimario y le dieron la espalda a la víctima. La lucha feminista quedó a un lado, aún más, cuando sabiendo quienes tenían el papel de víctima y de victimario, premiaron a la esposa de este último con la Secretaría de la Mujer del Departamento. Un hecho sin precedentes.
Aunque sí bien es cierto que Anabel, la esposa de Fabian, no es responsable por los actos de su marido, no es menos cierto que ella, al igual que los líderes y representantes del movimiento, también encubría a un monstruo, peor aún, mientras hipócritamente les decía a las mujeres del departamento víctimas de violencia: “no callen”. El silencio terminó absorbiendo vidas enteras.
Surgen muchos interrogantes después de la denuncia pública de María Alejandra, ¿Por qué guardaron silencio tantos años? ¿Por qué permitieron que Fabian jugara un papel importante en sus gobiernos? ¿Por qué, sabiendo lo que sabían, consintieron que Fabian siguiera rozándose con otras jóvenes dentro de su movimiento? ¿Por qué le dieron a la esposa de un victimario la Secretaría de la Mujer que debe resguardar los derechos de las víctimas de estos abusos? ¿Hay más víctimas? ¿Hay más casos? ¿Qué motiva al Gobernador a guardar silencio? ¿Qué lo llevó a ocultar todo? ¿Acaso Fabian sabe algo que asegura su protección? ¿Qué más esconden? ¿Por qué callaron y por qué, hasta hoy, algunos siguen callando?
La respuesta, aunque múltiple y compleja, se puede resumir en la celebración tácita de un “pacto de silencio”, porque en la política la apariencia juega un papel fundamental, aún más, cuando un escándalo puede afectar las bases de un movimiento que persigue los intereses de unos pocos por encima de la dignidad de quien sea. Ellos pactaron su silencio, lo que no pueden pactar es que, este servidor y la ciudadanía en general, se pregunten: ¿qué los llevó a callar?