No hay ningún colombiano sensato que no esté a favor de una paz legítima y totalmente en contra de la corrupción rampante (incluyendo hasta el mismo uribismo). El meollo del asunto es que estos temas han sido "utilizados" de forma descarada para ejercer actos de competencia política desleal y también lo que se llama vulgarmente como "politiquería".
En esa trampa han caído representantes de todos los partidos y tendencias ávidos de nutrir al máximo la polarización y sacar ventajas más personales que colectivas. Es vergonzoso el manejo que se da a temas sensibles de la comunidad para ejercer acciones populistas (o populacheras) de bajo nivel que sirven para manipular a la gente y engatusar incautos. Lastimosa actuación de tantos que quieren mostrarse como los supuestos adalides de la verdad y la moral cuando lo que hacen con esa máscara no es más que otro acto de corrupción: manipular a la opinión pública para hacerla actuar erráticamente. O lo que es peor, espantar a la mayoría que les daría pereza (por su culpa) ejercer un derecho ciudadano.
Pecados capitales de la corrupción: “Al que le caiga el fiambre…”
Lo grave en el atentado contra el patrimonio del estado es engañar, mentir, ofender, calumniar, injuriar, insultar, señalar, estigmatizar y muchos más pecados capitales, que no son más que la base ideológica de dos enemigos públicos: la guerra fratricida y la corrupción orientada. En ese punto es donde supuestos políticos (o politiqueros) de la corriente que sea, pierden credibilidad y confianza y deberían recibir la sanción social que merecen. Como dicen popularmente: "al que le caiga el fiambre, que se lo zampe". Y claro con la natural indigestión.
El más claro ejemplo de estas actuaciones es la actual consulta popular anticorrupción. Una propuesta montada sobre algo que naturalmente afecta a la gente. Eso es ni más ni menos que preguntarles a las personas si quieren tener salud, es obvio que sí, salvo excepciones de algún orate. El problema de la consulta es que la vocería se la tomaron políticos tradicionales típicos, con contradicciones. Aprovechan una necesidad enorme de la población para sobre la misma mostrarse como si fueran los únicos en contra de la corrupción y que de allí para allá los demás están a favor (serían corruptos). Mensaje equivocado que no muestra buenas intenciones políticas frente a los contradictores. Son comportamientos políticos que esconden realidades, lo cual sería una forma de corruptela.
Romero, el primer quijote contra la corrupción
Es importante recordar que la primera experiencia o intento de sacudir a los políticos (parlamentarios) con sus malas prácticas, la hizo el hoy gobernador de Nariño, Camilo Romero Galeano. Su intención fue muy loable y con más dientes: revocar el Congreso, lo cual si daba pie a una estructural reforma de la clase política y por ende a intervenir la corrupción. En este proceso, mucho más legítimo y pragmático se alcanzaron a recoger unas dos millones de firmas en una gigante quijotada del entonces joven senador, que como llanero solitario con una clase política y un gobierno totalmente en contra, hizo el más memorable ejercicio que se vio truncado por el establecimiento. Si bien lo propuso Romero como parlamentario, el liderazgo fue netamente ciudadano con gran acogida de la gente, forjando una especie de “Nueva Ciudadanía”. Un hecho para no olvidar.
Por ello es absolutamente necesario que una consulta con enorme interés público no sea "liderada" por los mismos políticos tradicionales sino por la sociedad civil, por el alto riesgo de polarización y de fracaso popular. Es notorio que ahora hay un gran afán propagandístico entre quienes se toman la vocería de una necesidad a gritos de la gente. Es como si fueran los gestores contra el hambre del mundo. Viéndolo en profundidad es un acto vil aprovecharse de las necesidades primarias de las personas. Es allí donde entran las dudas frente a los promotores "políticos". ¿Son sinceros?, ¿no hay evidentes intereses ocultos?
La deslealtad política, también es corrupción
De forma insistente se menciona a una "belicosa" promotora (de la consulta) que estaría utilizando semejante plataforma para buscar una candidatura a una alcaldía capital. Al parecer lo niega, pero pocos le creen. Ello sería mostrar el más bajo instinto político para utilizar a la gente incauta, al tiempo que se le hace el cajón a un compañero que ya está en campaña. El juego sucio también es corrupción.
El día de la votación se confirmará si la gente les cree, si ese es el camino legítimo para intervenir la corrupción o es una vía equivocada. Son más de 36 millones de potenciales votantes. En teoría si el trabajo se hizo bien y hay confianza plena en esta propuesta, debería alcanzar como mínimo unos 20 millones de votos (17 millones se abstienen o están en contra). Pero si por ejemplo, ni siquiera se llega a los 12 millones (algo que lo haría posible una mala campaña, sectaria y polarizada, dividiendo entre buenos y malos) sería un golpe para la nueva politiquería colombiana o nueva generación de políticos tradicionales con las mismas viejas costumbres o mañas manipuladoras.
El valor y poder de la sociedad civil
Esto demostraría que para una genuina consulta anticorrupción se escogió el camino equivocado, con una campaña con nuevos políticos tradicionales polarizantes, sectarios y recalcitrantes. El pueblo colombiano será en últimas quien los califique el 26 de agosto. Lo ideal es que una propuesta de estas no sea contaminada por políticos que generan amores impostados y profundos desamores. Es la sociedad civil quien debería liderarla y echársela al hombro, solo así la gente tendría mayor confianza y seguridad.
Los políticos que dicen impulsarla han sido egoístas, no han invitado a promoverla a las facciones legítimas para estos casos y quieren mostrarse (con su ego inflado) solo ellos. Esto ofende a buena parte de la población. A estas alturas nos preguntamos: ¿por qué no tuvieron en cuenta a quienes técnica y científicamente ya han realizado un trabajo de años en estos avatares? Allí está por ejemplo la Red Universitaria Anticorrupción (REDUVA), con un gran trabajo desde la academia para el país.
Estatuto antisoborno versus la feria de la vanidades
O también haber apelado a una Iso Antisoborno, más exactamente la NTC ISO 37001 dirigida por el inglés Neil Stansbury. Tiene altísimos estándares con un prestigio inigualable, nada que ver con la forma desordenada, agresiva, a las carreras y empírica con la que se intenta persuadir a la población para ir a las urnas el 26 de agosto, casi a la brava. Esta Iso tiene un fuerte "estatuto antisoborno" el cual está incluido en el marco del Pacto Global de Naciones Unidas que tiene cuatro pilares: derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anticorrupción. O también haber tomado en cuenta a una ONG colombiana con carácter civilista e independiente como "conciencia" que la ha promovido un hombre valioso como Carlos Alejandro Maya Aguirre, exdefensor regional del pueblo. Un referente a tener en cuenta.
Pero al parecer pudieron más el egocentrismo y las vanidades que los intereses de la gran mayoría de ciudadanos que podrían evidenciar su inconformidad el 26 de agosto en contra de otra forma de corrupción oculta. De los 36 millones de ciudadanos aptos para votar, al menos 20 millones rechazarían sutilmente una convocatoria pendenciera, lo cual le quita legitimidad.
Apostilla: este 28 de agosto en la sede de Uniandinos (Asociación, egresados de la U. de los Andes), en el marco de los Diálogos uniandinos se presenta el inglés Neil Stansbury, compartiendo el marco de trabajo y acción de la Iso Antisoborno que dirige para el mundo. Qué gran oportunidad anticorrupción.