De ir por el país, trabajando con su gente desde la Universidad Nacional de Colombia, se encuentran una inmensa multitud de potencialidades, de aspiraciones, mucha juventud y desde luego muchos lugares donde faltan oportunidades. En no pocas ocasiones nos hemos encontrado que a nuestro arribo somos la única entidad del Estado que en mucho tiempo ha hecho presencia por allí. Y esa es parte de nuestro trabajo.
Esa tarea es solo una parte para construir una nación incluyente, en que ese amor y pasión que fácilmente se transforman en una marea humana que canta un triunfo, dé lugar a todo ese gran abanico de gente que somos. Hablamos de nación para construir un sueño en el que todos compartamos algo, en que estemos de acuerdo de que ese algo es esencial para nosotros, sin aquello no estamos plenos.
Ese algo ha emergido en nuestras historias —afortunadas las generaciones que lo estamos viendo— y es que nos hemos mostrado, no sin muchas dificultades, que podemos cambiar esa inercia que insidió sobre muchas generaciones sembrando en ellas pesimismo; sí, una suerte de fatalismo. Ese algo emergido se le ha llamado paz y ella lleva mucho del esfuerzo de muchos desde la universidad. Quienes han aportado esfuerzos que se seguirán sucediendo.
A la paz no se la puede pensar sin llevar opciones a todos los rincones del país, de seguro no será la misma ya que ellas deben ser pensadas, formuladas y logradas en compañía de quienes están en todos esos lugares. No me puedo imaginar otra forma de definir democracia, aquello que da la estabilidad política a Colombia con lo cual se nos reconoce por el mundo.
El hacer de aquello una costumbre hará que anide en la mente de todos nosotros posibilidades de convivencia, primer paso para lograr escenarios para que cada uno de nuestros jóvenes encuentre que se le ofrece un futuro. Para nosotros, que tenemos como opción de vida educar, no es fácil asimilar que para muchos de quienes fueron nuestros estudiantes pareciera que su único futuro estuviere más allá de nuestras fronteras; por ello no nos podemos imaginar tarea más ardua, persistente y de envergadura que cultivar y mantener en paz las posibilidades que ellos merecen.
Una ruta segura
Una ruta que ofrece seguridades múltiples es el desarrollo científico, así como el pensado y logrado en el Instituto Interfacultades de Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia; institución referencia para toda la región, hablando en términos latinoamericanos. Desarrollo que ofrece profundas oportunidades profesionales, políticas y económicas, incluso encontrando nuevas vocaciones productivas. Un país que se ocupe de pensar en opciones y no en desmontar, cuando no desarmar confrontaciones, es lugar para construir futuro para todos, para ello la paz.
Con lo que estamos llamando paz vamos encontrando también desde la universidad que somos un país estéticamente bello, eso se refleja ahora en el aumento marcado en renglones económicos como el turismo, territorios en el que incluso estamos hallando nuevas variedades de flora y fauna. Todo ello nos presenta como retos el llegar como nación a las comunidades con reales propuestas en que se conjuguen bienestar social y potencialidades económicas, teniendo como premisas irrenunciables tanto el desarrollo sostenible como la sustentabilidad territorial; cosas que desde hace 30 años ya estamos haciendo desde este Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional y desde la institución educativa.