Las pedagogías de paz en nuestro país deben servir para que la sociedad colombiana obtenga una visión integral acerca del conflicto social y armado, sus causas y consecuencias; el contenido y la metodología de los diálogos en la Habana Cuba, los acuerdos logrados hasta el momento, los avances y lo que falta en los puntos finales de la agenda. Además, es necesario conocer el contenido de las salvedades, los mecanismos de verificación refrendación e implementación para comenzar a construir la paz con justicia social que merece el pueblo.
Mientras las fuerzas insurgentes, desde sus posibilidades, hacen ingentes esfuerzos por apoyar e impulsar el proceso de paz, dando a conocer de forma objetiva lo que hasta el momento se ha acordado en la Habana, el Estado colombiano viene promoviendo actitudes hostiles que generan desconfianza en la mesa; mientras en los medios de comunicación de la derecha se estigmatiza a la insurgencia por realizar una reunión en el conejo, que tenía como objetivo enterar a la población sobre los avances logrados en la mesa de diálogos el establecimiento actúa de manera mezquina buscando solo dar a conocer lo que a ellos les interesa.
La urgente necesidad de seguir apoyando el proceso de paz, hace necesario exigirle al Estado colombiano que ponga todas las herramientas a su alcance para dar a conocer lo hasta ahora acordado en la mesa de negociación de la Habana y que se garantice a su contraparte en la mesa que también lo pueda hacer, máxime cuando se está en una etapa definitiva del proceso.
Sin embargo se hace indispensable ampliar el escenario pedagógico para que la mayoría del pueblo colombiano pueda conocer la situación que vive nuestro País. Esto solo será posible si se da a conocer en su totalidad los orígenes, los efectos, las responsabilidades de los actores en el conflicto social y armado colombiano, los acuerdos de la Habana, el proceso de refrendación de los acuerdos y el mecanismo para poner en marcha lo que se logre en la mesa.
La paz para que sea estable y duradera, no debe ser sólo la ausencia de guerra; debe estar acompañada de la justicia social, de un cambio total en nuestro modelo económico, en el aparato estatal y en nuestro sistema político, que por décadas ha alimentado la guerra, el odio y la doctrina del enemigo interno como estrategia para ganar la guerra.
Una clara exigencia que las comunidades debemos hacerle al gobierno colombiano, es que ponga los medios masivos de comunicación en función del proceso de paz: exigirle a los dueños de los medios que no ataquen más lo hasta ahora construido, que se avance en franjas televisivas, radiales y de prensa en espacios para conocer todo lo que tenga que ver con la mesa de conversaciones; que se dé a conocer masivamente los documentos y videos acordados conjuntamente.
Si de verdad hay voluntad política del gobierno Santos por apalancar el proceso y las pedagogías de paz, deberá irremediablemente dar un giro a la manera como se sigue informando a los colombianos. En un clima mediático en el que prima la eliminación del contendor político, en donde el aparato educativo y de comunicaciones está sujeto a las disposiciones del capital privado, muy seguramente no se podrá cumplir el objetivo supremo de la paz para los colombianos.