En las elecciones presidenciales de 2018 —especialmente en la segunda vuelta— se presentó un fenómeno político que de repetirse en 2022 (y de ser bien manejado por las fuerzas progresistas) va a ser determinante para lograr un triunfo contundente con Gustavo Petro y desplazar del poder gubernamental a las fuerzas tradicionales y oligárquicas colombianas.
Para analizar ese fenómeno me apoyo en lo ocurrido en el departamento del Cauca. Allí, en junio de 2018, las bases liberales de todos los municipios obligaron a los candidatos de los partidos tradicionales que habían apoyado en marzo de ese mismo año para Cámara de Representantes y Senado a respaldar a Petro en su aspiración presidencial.
Es más, en algunos municipios de tradición conservadora ese fenómeno también se hizo presente como se puede observar en el análisis de las cifras por candidatos de cada uno de esos partidos en sus respectivos municipios y a nivel departamental.
Las cifras son contundentes si se comparan las votaciones obtenidas en los municipios, ya sea por Temístocles Ortega o Luis Fernando Velasco para Senado o para otros candidatos a la Cámara, con las votaciones logradas por Gustavo Petro en junio/2018. Dichos resultados fueron contundentes y, por ello, dichos políticos quedaron notificados y sintieron la fuerza popular y la movilización política que significó ese proceso electoral en esta región.
Desgraciadamente, en algunas zonas del Cauca, en donde las guerrillas cometieron numerosos atropellos contra las comunidades rurales, muchas personas liberales y hasta viejos gaitanistas, fueron influenciados y manipulados por el uribismo con el argumento de que Petro era el candidato de las Farc y, por tanto, se perdieron importantes votos.
El reto de 2022: alianzas o no con políticos tradicionales (y cómo hacerlas)
En marzo de 2022 se realizarán las elecciones para Congreso (parlamento) y las fuerzas progresistas del Cauca deberán enfrentar el dilema de realizar o no alianzas con políticos tradicionales que se vienen acercando a la candidatura de Petro (que hoy es un fuerte “atractor” político) o de enfrentarlos e intentar desplazarlos de esa representación política.
Para hacerlo se tiene que evaluar con todo detalle lo que significan las relaciones clientelistas construidas a lo largo de décadas por parte de políticos de profesión que se han apoyado en las dádivas y prebendas que les garantiza el control del Estado a nivel nacional para sostener su poder local y regional en alcaldías y gobernaciones. El carácter presidencialista del Estado colombiano se expresa en ese terreno con una innegable fuerza.
Es importante recordar que los movimientos sociales y las organizaciones alternativas que han surgido en la región, a pesar de que lograron desplazar del gobierno departamental a las fuerzas tradicionales con ocasión de la elección como gobernador del dirigente indígena Floro Alberto Tunubalá en 2001, en realidad no lograron construir —en estos casi 20 años— fuertes partidos o movimientos políticos progresistas y/o de izquierda.
Es importante insistir en que ese extraordinario acontecimiento político —que en ese momento también se presentó en Nariño, Tolima y La Guajira— en el caso del Cauca se apoyó en una poderosa movilización social de amplia cobertura indígena y campesina que se sostuvo por más de una década, pero con la particularidad de que no existían las expresiones políticas que hubieran podido darle continuidad, como si sucedió parcialmente en Nariño y Tolima.
La hipótesis que se plantea con base en esa realidad y experiencia vivida consiste en que debemos ser muy conscientes de lo difícil que es romper esos lazos clientelares soportados desde el gobierno nacional y, que, por tanto, debemos darle total prioridad al logro de la presidencia de la república por parte de las fuerzas progresistas y de izquierda, para romper ese poder clientelar y avanzar por una camino más despejado.
No obstante, para poder garantizar desde ahora que ese proceso se va a desarrollar, es necesario colocar dos condiciones básicas para la realización de ese tipo de alianzas:
Una, que los candidatos provenientes de los partidos tradicionales que hagan parte de las listas de unidad transformadora o del pacto histórico, se comprometan no solo con el programa político que ha venido construyendo Gustavo Petro y la Colombia Humana, sino que se sumen a la tarea de aterrizar ese programa a las realidades del departamento.
Y dos, que dichos compromisos se oficialicen de frente a las comunidades, en cada municipio y en eventos departamentales, con la presencia y aprobación de los dirigentes de los movimientos y organizaciones sociales y las bases de los partidos políticos alternativos, progresistas y de izquierda, a fin de que la fuerza popular sea un factor de presión y garantía de transparencia y coherencia.
Estas dos condiciones son esenciales para evitar los peligros y/o amenazas que tienen que ver con lo sucedido en anteriores ocasiones, que es la cooptación y/o domesticación de la dirigencia alternativa y social por parte de los políticos tradicionales, que se concreta cuando los dirigentes alternativos o sociales se vuelven politiqueros de nuevo tipo, lo que significa la descomposición de los procesos de lucha social y política.
Casos se han dado en el pasado y no estamos vacunados contra esas enfermedades. La alianza con Santos tuvo un alto componente de subordinación que debe ser evaluado para no repetirlo. Lo importante de este nuevo momento es que las fuerzas populares y verdaderamente democráticas cuentan con un extraordinario candidato (Gustavo Petro) que va madurando y afinando tanto su programa como la táctica y la estrategia.
Es evidente que lo descrito no es un fenómeno exclusivo del departamento del Cauca y que las condiciones para jugar con contundencia hacia un triunfo del progresismo en la primera vuelta, están dadas en todo el país. Y eso lo saben las fuerzas retrógradas y poderosas del país.
Nota. En Cauca están dadas las condiciones para construir una fuerte lista para Cámara con un cupo para el movimiento indígena (MAIS), otro para las fuerzas alternativas unidas (Colombia Humana, Alianza Verde, Polo, Marcha Patriótica, ASI, y movimientos sociales), y los otros 2 cupos para “liberales socialdemócratas” que ya se han mostrado proclives al proyecto progresista.