Una pregunta clave en el contexto de los conflictos armados en el mundo tiene que ver con cómo los actores nacionales no violentos pueden contribuir a los procesos de paz al nivel nacional. Para lograr a una mejor comprensión desde la perspectiva de las personas que viven en las “regiones” de Colombia acerca de los diálogos de paz en la Habana, hablé hace poco con Donaldo Quiroga, presidente de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC). Me comuniqué con Quiroga por teléfono en la ciudad de Barrancabermeja, departamento de Santander, Colombia, el 15 de agosto de 2015.
La ATCC fue fundada en el año 1987, y tiene sede en La India, Santander. Desde mediados de la década de 1970 hasta mediados de la década de 2000, este territorio se encontraba en una zona que sufrió de manera directa el conflicto entre las Farc, los grupos paramilitares y las Fuerzas Armadas. Hoy en día, se puede describir a este territorio como un escenario de “pos-conflicto” reciente, aunque la población aun se encuentra con y se preocupa por la presencia de grupos al margen de la ley (bandas criminales pos-paramilitares, o Bacrim). Los campesinos de la ATCC han merecido gran atención nacional e internacional por sus esfuerzos no violentos conducidos a reducir la violencia y sobrevivir al conflicto. Ellos han venido socializando sus experiencias y aprendizajes en varias espacios en Colombia. Quiroga , así como otros líderes de su organización han sobrevivido a las amenazas provenientes de diferentes grupos armados.
Por el camino recorrido se podría pensar que los miembros de la ATCC gozan de una invaluable experiencia en temas de negociación, construcción y mantenimiento de la paz; una experiencia que haría sonrojar a cualquiera de los negociadores en la mesa nacional de los diálogos de paz.
¿Pese al poco apoyo que gozan los diálogos de paz entre la opinión pública, usted sigue siendo optimista frente a la posibilidad de un acuerdo de paz?
Si, soy optimista. Actualmente, al observar el progreso alcanzado, sería más difícil romper los diálogos que continuar. Una cosa es vivir en la ciudad y decir que la única manera de acabar con el conflicto sea con las armas. Pero la otra Colombia– aquella que vive la guerra en sus territorio– se enfrenta con otra realidad, un fuego cruzado, por eso nosotros creemos que es mejor negociar. La única manera de acabar con el conflicto es a través del diálogo y la negociación. Sin embargo, ellos [los negociadores en La Habana] no están firmando un acuerdo de paz en Colombia, sino con un sólo grupo guerrillero [las Farc], un solo actor. Ese sería un gran paso, porque esta guerrilla ha causado muchos problemas en el país durante mucho tiempo. Pero aún existe el ELN [Ejército de Liberación Nacional], y las formas armadas y políticas del paramilitarismo – para nosotros en los territorios, siguen el paramilitarismo y las Bacrim. También existe el problema de las industrias extractivas, lo que nosotros nombramos “extractivismo”, ejercido por las empresas multinacionales [especialmente la minería], que causa nuevos conflictos y desplazamiento [forzado], tal vez más del causado por los grupos armados. Existe mucha incertidumbre además, porque todavía no hay un plan claro de implementación.
¿Que opina ud. sobre la reciente desecalamiento y cese el fuego por parte de las Farc? ¿Le preocupa que la continuación de enfrentamientos pudiera afectar de manera negativa a los diálogos de paz?
La guerra sigue, pero el desescalamiento por parte del gobierno nacional y el cese de fuego de las Farc dan validez al proceso de paz, y fortalecerán su credibilidad y la confianza por parte de la población. Un cese de fuego completo y bilateral conferiría otro rumbo a los diálogos y reduciría a la incertidumbre dentro de la población. Los diálogos se han llevado a cabo solamente entre el señor Santos [Presidente Juan Manuel Santos] y las Farc, y un cese de fuego le daría credibilidad en los territorios. Es muy difícil decir que haya una situación de pos-conflicto sin un cese de fuego. El cese de fuego y [el actual] desescalamiento es importante porque se necesita más tiempo para construir confianza entre los partes para implementar adecuadamente los acuerdos en el futuro.
Como usted pertenece a una organización local que ha entrado en diálogos con grupos armados, ¿qué consejo le daría a los negociadores del gobierno y las Farc en La Habana?
Primero, ellos deberían mirar y evaluar las experiencias locales de paz, y abrir un espacio para ellos en los diálogos. Hay muchos ejemplos de experiencias exitosas, al nivel nacional e internacional, ilustran los pasos para mantener la paz, y contienen lecciones sobre cómo pensar de manera diferente y alcanzar un consenso para una paz verdadera y sostenible.
Segundo, hemos aprendido la paz es un proceso diario. Emitir un decreto es dar una orden. A nosotros nos preocupa que ellos no vayan a discutir nada con la gente y solamente vayan a emitir decretos, firmar un papel [y ya]. Pero nosotros la vamos a construir, y considerando que la gente va a implementar la paz en el futuro, deberían incluirla de una vez. Nosotros [La India] hemos seguido construyendo la paz desde la base por muchos anos. Para asegurar que funcione bien, hay que seguir con la comunicación y el diálogo todos los días.
Una tercera lección importante de nuestra experiencia tiene que ver con la “humanización” del diálogo y el respeto par el “otro”. En Colombia, cuando matan a un soldado, es un “defensor de la patria”, mientras un guerrillero muerto es un “terrorista dado de baja”, lo que demuestra la profunda separación política entre la izquierda y la derecha. Esto no permite que se abra un espacio para humanizar a la discusión, promover al respeto para la vida y para aquellas personas que piensan diferente. Si uno dice que el oponente es la peor rata o una cucaracha, después resulta difícil sentarse en la mesa para dialogar.
¿Cree que esta haya sido una oportunidad para que usted y otras personas como usted pudieran dar su opinión frente al proceso, o se siente excluido? ¿Qué le gustaría que pasara para mejorar la participación de los ciudadanos colombianos? ¿Cómo cree que las organizaciones locales puedan contribuir al proceso nacional de paz?
Ha habido muchos foros de paz donde [el gobierno y las Naciones Unidas] reunieron muchas personas y experiencias de todo el país. Por lo menos en teoría, aportamos nuestra opinión sobre cada uno de los temas de la agenda. También nos hemos comunicado con el Alto Comisionado para la Paz para compartir con él nuestro concepto de “paz” y nuestra preocupación sobre el tema de la implementación. No sabemos si se hayan tenido en cuenta o si nuestras palabras hayan causado un “eco”, pero por lo menos sentimos que logramos expresar nuestras ideas.
Yo creo que las negociaciones necesitan la participación de las víctimas, porque la memoria es muy importante. Las víctimas han tenido poca representación, en La Habana ha habido una ausencia de representación de las personas que más han sufrido. La guerrilla habla de “paz en los territorios” y el gobierno ha copiado a esta frase, ¿pero a cual “territorio” se refieren? ¿Cuál es la cosmovisión de la paz [el significado del territorio y pertenencia] donde implementarán los acuerdos? Deberían preguntarle a los campesinos, Indígenas, Afro-Colombianos y mujeres sobre sus ideas para que sepan el tipo de paz ellos y ellas quieren ver.
Es necesario que nos incluyan en la preparación del territorio para el posconflicto. Ya llevamos 28 anos ejerciendo este trabajo durante el conflicto, y hemos apoyado la paz en el país a través de nuestra experiencia como modelo local emblemático. Hemos trabajado con ex-combatientes y desmovilizados en el nivel local y compartimos nuestro territorio con desmovilizados de diverso origen– guerrilla, paramilitar y ex -militar; victima y victimario – y vivimos todos en convivencia. Podríamos compartir cómo funciona y cómo promover la reconciliación y el perdón.