En el siglo XIX en el Tolima se construyeron varios puentes de hierro para cruzar los caudalosos ríos de la época que alcanzaban fácilmente 2, 3 y más metros de profundidad y que eran de casi imposible cruce en las épocas de lluvia durante la colonia (1539-1820).
El señor E.G. Barnes, ingeniero hace auditoria al puente de hierro sobre el rio Combeima en Ibagué expresando: “El puente de hierro es de la clase conocida como beam truss de primera calidad. Los estribos tienen apariencia de gran duración y resistencia y han sido bien edificados. La obra honra al estado del Tolima y a la ciudad de Ibagué”
(Archivo General de la Nación. Diario Oficial, enero de 1876, año 12, número 3646, página 3633).
El puente sobre el rio Totare en 1874, otro puente de hierro con resistencia de mil kilogramos por metro lineal, las barandas metálicas se pagaron a un dólar el pie, este puente fue traído de Nueva York de la casa Watson, patente de Pons.
Caminos y puentes en el siglo XIX muchas veces fueron construidos por hombres del presidio bajo la custodia de policías. La construcción de los puentes las pagaba el público posteriormente al cruzarlos, pagando el impuesto de pontazgo que diferenciaba persona a caballo, persona a pie, carga y animales sueltos.
Los puentes anteriores a estas fechas eran en general de madera a excepción del puente del Gualí, que fue construido en 1846 como puente de colgantes de hierro, patente de Dredges de Bath, Inglaterra, calculado en 5000 pesos y más de 1000 pesos para armarlo.
El puente del Gualí en Honda fue destruido por el terremoto de 1805, en 1828 se gastaron 8 000 pesos en reparaciones, qué hizo perder una creciente del río.
(Gaceta de la Nueva Granada. Bogotá, diciembre de 1846, número 836, página 1).
Los primeros puentes colgantes de hierro se construyeron hacia inicios de 1800 en Inglaterra.
En el caso del puente de la China, límites Alvarado-Venadillo aún se conserva parte de los estribos del puente de 1874, así mismo el puente erigido cuando la carretera se amplió para autos y camiones en la década de 1930, igual se observa en gran abandono.
Estas antigüedades debían mantenerse bajo protección patrimonial del orden local y regional, superando la debilidad mental de la elite de destruir toda construcción que ha servido en el pasado, en otros lugares del mundo se reutilizan una y otra vez de manera acorde a la nueva época y a las nuevas necesidades de sus hábitats