El viernes 15 de marzo de 2024, el presidente Gustavo Petro, en un discurso “veinte juliero” notificó a los colombianos: “Si las instituciones no permiten hacer las reformas ordenadas por el pueblo, Colombia debe ir hacia una Asamblea Nacional Constituyente… Si las instituciones que hoy tenemos no son capaces de estar a la altura de las reformas sociales que el pueblo, a través de su voto, decretó, demandó, mandó y ordenó, entonces no es el pueblo el que se va arrodillado hacia su casa, derrotado. Son las transformaciones de esas instituciones las que se tienen que presentar. Es la institución la que cambia. Esa es la historia de la democracia y de los pueblos libres”.
La reacción no se hizo esperar porque el llamamiento va en contra de sus promesas de campaña –como tantas otras– de no convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que cambie esas Instituciones del Estado de las cuales él como militante del M-19 fue patrocinador y juró defender, pero que hoy desprecia.
Como buen culebrero y con manipular politiquero, trató de enderezar diciendo que el proceso Constituyente que convocó en Cali es para resolver problemas de “las más de tres décadas que han pasado desde 1991” y que los poderes públicos establecidos en la Carta Magna “fueron penetrados por un régimen de corrupción impune y de facto y por una gobernanza paramilitar que reemplazó el Estado Social de derecho”.
A renglón seguido, Petro expuso en X, para qué sería: 1. El cumplimiento del Acuerdo de Paz. 2. Condiciones básicas para la población mayor. 3. Educación pública y reforma agraria. 4. Cambio climático y descarbonización de la economía. 5. Priorizar empleo y producción. 6. Reordenamiento territorial. 7. Separar la política de la financiación privada. 8. Reforma a la Justicia. Son todos problemas a los que la Constitución del 91 ya le tiene instituciones asignadas para resolverlos, pero su Gobierno es incapaz de dirigir esas Instituciones del Estado, por lo cual hoy el país es un verdadero caos.
El mejor senador de Colombia, en por lo menos los últimos 50 años, –reconocido por propios y extraños–, Jorge Robledo, escribió en X y divulgó en video: “La Constituyente de Petro, no es más que un cañazo, que prueba su debilidad y no su fuerza. Y le sirve de cortina de humo para tapar, porque Euclides Torres, gran financista de su campaña presidencial, ya tiene contratos con su gobierno por $180 mil millones”. Robledo agregó a la emisora Ecos del Combeima: “Es un completo disparate. Un cañazo para hacer política y para distraer la opinión sobre los escándalos de corrupción del Gobierno… No cuenta con la mayoría calificada en el Congreso.
Además, si esa propuesta se lleva a las urnas, Petro pierde la votación. Las cifras no le dan. Petro está desesperado y no sabe qué cuento inventarse. ¿Por qué no nos habla de los millonarios contratos entregados a Euclides Torres?”, planteó el exsenador Robledo.
Con Robledo coinciden muchos analistas y políticos que ven que las promesas de cambio chocaron con la corrupción de su Coalición de Gobierno, como el caso del exdirector de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, Olmedo López, por nombrar uno de los cientos de escándalos. Es una Coalición de Gobierno de un “raquitismo” paralizante, que adolece de conocimientos de lo Estatal, y la Constituyente es su suplemento vitamínico, con lo cual, así meta al país en un callejón sin salida, pretende es fortalecer un proyecto petrista eterno, como salida a los males de los colombianos. ¡La bola de humo rueda, seguro le meterá un autogol!
Comunicador Social - Periodista
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