¿Conspiradores del Caribe?

¿Conspiradores del Caribe?

Respuesta a la columna de Pablo Abitbol

Por: Angelica Ricaurte Villalobos
marzo 24, 2015
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¿Conspiradores del Caribe?

Soy una mujer caribeña, soy toda del Caribe. El Caribe marcó mi destino y sigue construyendo mi identidad, poco a poco y como me gusta con fríos ventarrones y al nivel del mar. Juan Gossaín alguna vez diría: “El mar es el horizontal perfecto. Usted mira y no termina de mirar, porque no tiene límites. Un hombre que mira y no tiene límites ante sus ojos es una persona que puede imaginarse lo que quiera”. Así es el ser caribeño; hombres y mujeres que nacimos escuchando el golpe de las olas cuando están furiosas en el mar.

Hace unas semanas, el querido profesor Pablo Abitbol, hombre a quien estimo y admiro, escribió una columna para este portal que resolvió titular: “El complot Cachaco”. En ella habla sobre la supuesta creencia de muchos habitantes del Caribe de atribuir a los cachacos los graves problemas que enfrentan las poblaciones de nuestra región. Dicha supuesta creencia el autor la ubica en el ámbito de las “teorías de la conspiración”.

En las líneas subsiguientes he querido brevemente hacer entorno a su exposición un par de reflexiones. Dichos pensamientos vinieron a mí como un grito desesperado. Inicio diciendo que la columna del autor me ha parecido, a todas luces, desafortunada, toda vez que reduce de la forma más simplista el trasfondo de una histórica problemática.

Así pues, en “La Hybris del punto cero, ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada”, el filósofo Santiago Castro Gómez (ubicado en la tendencia Modernidad – Colonialidad) nos habla de cómo, entre otros aspectos claves, las ciencias sociales latinoamericanas han percibido el proceso colonial como algo del pasado. Pese a esta percepción, Castro Gómez nos plantea que las desigualdades actuales en el plano nacional y global deben ser entendidas a la luz del proceso inacabado que ha sido la colonialidad.

Así la “colonialidad, como cara oculta de la modernidad” nunca se opuso al proyecto de la modernidad sino que, antes bien, formó parte integral de los procesos modernizadores. Todo esto trajo como consecuencia inexorable en nuestro país que las clases dominantes locales que se consolidaron tras la colonización española en el nuevo mundo, continuaran con su proceso de opresión hacia las más débiles, catalogadas éstas como “inferiores e ignorantes”. Todo ello alimentado por el orden racial de las castas coloniales, en donde los privilegios políticos, económicos y sociales eran para los blancos.

De esta forma, el acceso a los tres colegios santafereños: de jesuitas, franciscanos y dominicos, requería aprobar rigurosas pruebas de limpieza de sangre, donde, está claro, la negra condición periférica no tendría cabida. De inmediato observamos una primera conclusión importante: La educación en la Nueva Granada estuvo reservada para los criollos blancos.

En igual sentido, son muy conocidas las opiniones de Pedro Fermín Vargas y Francisco José de Caldas ante los tratamientos antiofídicos de los médicos tradicionales indígenas y afrodescendientes del pacífico: todas estas opiniones apuntaban a subestimar las capacidades de estos grupos humanos, atribuyendo la notoria eficiencia de estas prácticas a la “casualidad feliz”.

En otro contexto también veríamos como el “Sabio Caldas” no vascilaba en afirmar que el más elevado carácter moral e intelectual y los fenotipos más promisorios, sin duda alguna, estaban en los Andes. Frente a estos hechos tenemos otra segunda conclusión clave: “Los discursos científicos de la elite criolla del siglo XVIII respondían y eran enunciados desde el lugar del habitus de la limpieza de sangre.” En otras palabras: El discurso científico criollo era esencialmente racista. Desde esta doctrina fue leída, traducida y asimilada la modernidad.

Bajo la lógica del célebre científico criollo, por fuera de los Andes estaría una comunidad de pobladores primitivos, burdos, sucios, ruimentarios, inferiores, y como se dijo hace algunas semanas: “conspiradores”.

El profesor Abitbol, al referirse al “El complot cachaco”, supuesta creencia gestada desde el Caribe colombiano, ubica ésta, como mencioné inicialmente, en el ámbito de las teorías de la conspiración, todo ello, para negar de tajo, que las causas de la ineficiencia y miseria que sufrimos los caribeños obedezcan al centralismo, auspiciador, en mi concepto, del histórico olvido de la periferia.

Ubicar dicha supuesta creencia como una narrativa conspirativa, equivale a asimilarla a una especie de leyenda urbana, paranoica, extravagante, irracional y poco seria.

Querido Pablo, ¿Tendremos que pedir perdón por ser tan paranoicos, como insinúas, ante el hecho histórico irrefutable de que la educación a los caribeños sucios y negros nos fuera negada en la historia?; ¿tendremos que pedir perdón, querido Pablo, si distintos saberes estudiados desde los Andes se fueron construyendo discursivamente en el racismo que nos excluyó? No, Pablo, no vamos a pedir perdón por eso.

Tuvimos entonces un sistema político y de gobierno que mientras desechaba el ideario periférico y caribeño, privilegiaba uno desde el centro. Tuvimos un discurso científico excluyente que también desechó los saberes gestados en la periferia. Tuvimos un sistema educativo y social pensado para la raza blanca andina, merecedora de todas las virtudes. Tuvimos un clima tropical que fue la causa de la “defectuosa naturaleza de sus pobladores.

Creo modestamente que por todo esto ha sido más que válido y pertinente preguntarnos si definitivamente el histórico olvido de la periferia fue o no propiciado consciente o inconscientemente por la población criolla de los Andes.

Sin duda, sería muy tonto y poco serio pretender buscar una única causa de este atraso y este olvido, pero es menos serio aún querer descartar de tajo la historia. Quizá sea amnesia o consciente olvido. En el Caribe, sin embargo no hubo tiempo para olvidar.

Referencias:
*Pardo, Mauricio, “Santiago CASTRO-GÓMEZ LA HYBRIS DEL PUNTO CERO. CIENCIA, RAZA E ILUSTRACIÓN EN LA NUEVA GRANADA”, Bogotá, Tabula Rasa, 2006.
*Castro-Gómez, Santiago, La Hybris del Punto Cero. Ciencia,raza e ilustración en la Nueva Granada (1750-1816), Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana

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