Cada generación dentro de una relativa opacidad,
tiene que descubrir su misión, cumplirla o traicionarla.
FRANTZ FANON.
También las casas de la cultura, como la escuela, han sido tradicionalmente una feria de domesticación ideológica del poder dominante, nos dice el maestro Renán Vega Cantor, catedrático de la Universidad Pedagógica Nacional, tal vez, para evitar que el pensamiento crítico acceda a la majestuosidad crítica del arte y la literatura. Pareciera una utopía. Nos dice García de Olivo “denunciada la utopía como ungüento venenoso con que los “impostores” curan las heridas de sus víctimas”
Rovira, el autoproclamado “encanto de manantiales” adolece hoy del apoyo institucional que merezca resarcir esta emblemática ciudad, cuna de los pijaos, hoy convertida en un flujo de desaciertos que han deteriorado su imagen en los últimos decenios. Desde siempre, como lo dijese Hannah Arendt: Los derechos del hombre “ y la cultura” son una ilusión, porque son los derechos de este hombre desnudo que no tiene derechos. Son los derechos ilusorios de los hombres que los regímenes tiránicos han expulsado de sus casas, sus países y de toda ciudadanía .La lectura brilla por su ausencia en gran parte de la población humana, las discusiones sobre temas fundamentales es algo ya tenido como raro, los debates sanos entre amigos sobre los males sociales, William Gregorio Mejía Chalas.
La biblioteca Felipe Salame, nos dice su bibliotecaria, adolece de lectores. Solo unos cuantos niños acuden en busca de tareas. No leen ni unos ni otros, empleados, obreros ni políticos, policías ni comerciantes, maestros, ni estudiantes a pesar de la diversidad de obras clásicas que dormitan en las estanterías. La casa de la cultura construida en la administración del alcalde Enrique Homez Vanegas como una forma de empoderamiento cultural de la otrora ciudad de los Pijaos, cumple hoy otros avatares que difieren de los propósitos de la diversidad cultural del encanto de manantiales.
Una casa desvencijada donde históricamente despacharon diversas administraciones es ocupada hoy por su director donde concurren las diversas actividades que supuestamente irán a enriquecer el accionar cultural de nuestro pueblo. No obstante el dinero fluye en las arcas presupuestales a otros destinos sin que figure control mediático de veedurías, procuraduría y entes de control indica a voces la ciudadanía del encanto de manantiales. A pesar de la espléndida labor de las danzas municipales, no son éstas la única representación que merezca resaltar o empoderar el devenir histórico cultural de los rovirenses.
El menosprecio por la diversidad cultural se refleja en el escaso o casi nulo apoyo institucional, por la explotación, por las élites mercantilistas, por esos procesos “civilizatorios”, “culturizadores”, “alfabetizadores”... por la escuela, por la guerra, por una historia que, como se sabe, está centrada en la violencia a los poetas, escritores, historiadores, escultores y artistas y líderes sociales que abundan en Kakataima, el olvidado país de los Pijaos.
El más grande exponente de la cultura del encanto de manantiales es el poeta Julio Cesar Arciniegas, galardonado a nivel latinoamericano como una de los glorias más recientes de este país consagrado al sagrado corazón de Jesús. Es la más preclara figura rovirense para orientar y concientizar culturalmente a nuestro pueblo.
