El cantante cartagenero ganó 2 Grammy de las 3 nominaciones que tenía. Su primer y único disco, producido por el también cantante Juan Pablo Vega, lo han convertido en un fenómeno latinoamericano.
Imagínese este escenario: Callejon del embudo del barrio la Candelaria en una noche fría bogotana en 2008.
En ese momento yo tenía mi cabeza tan confusa como guión de película francesa y habíamos quedado con una amiga de presentarme a Manuel Medrano, quién iba a cantar en un bar cercano.
Unos minutos antes de su performance, El encuentro se da en el Callejón del embudo, donde veo un tipo gigante, delgado y con el cuello de las camisetas cortado como yo, quien viene cuesta abajo por un camino empedrado.
El man nos saluda con ahínco y nos lleva al bar, donde escuchamos un repertorio cargado de "covers" y una que otra canción de su autoría. Me llama la atención el como interpretaba las canciones de Silvio Rodríguez, único cantautor que en ese momento podía explicarme lo que pasaba en mi cabeza a través de sus acordes, de su composición literaria y de su tono de voz solo y sin otro de su especie. (Oleo de una mujer con sombrero).
Hoy en día, cuesta abajo el Medrano esta consiguiendo con su tono de voz prodigio y amalgamado, una vida coherentemente bohemia entre la Candelaria y la Macarena, aquel sonido que anoche lo llevó a ganarse 2 Grammy latinos como mejor nuevo artista y mejor álbum cantautor.
Hoy, 8 años después de la noche del embudo, muchas cosas han pasado "bajo el agua", variadas anécdotas pueden ser desmenuzadas y por aquel Callejon siguen filtrándose aquellos encuentros.
Un Manuel Medrano gigante se pasea con su guitarra por los callejones olvidados del corazón, llevando aquella coherencia de vida a escenarios predestinados para aquellos que como él se creen el cuento y son perseverantes.
Para él a quien una vez llamé el Stromae Colombiano, un grande abrazo y un auguro de encuentro en aquellos embudos.
Desde cualquier Callejon del Barrio El Albaycín, Granada, España, Noviembre 18 de 2016.
@andresdelcas