Luego de todas las medidas presentadas a nivel mundial para detener la propagación del COVID-19, la población mundial se sumió a realizar un aislamiento, con ciertas excepciones, y a proteger a la humanidad de este virus. En Colombia, todo inició con un simulacro que le daba las oportunidades necesarias a las autoridades competentes para analizar y realizar las medias necesarias. Los colombianos se guardaron en sus hogares y simplemente se ajustaron a las órdenes. Quienes tenían permisos para seguir en sus labores asistieron comprometidamente (médicos, fuerza pública, celadores, domiciliarios, trabajadores de restaurantes y droguerías, conductores del sistema público y taxistas), los demás nos quedamos acatando las órdenes en nuestros hogares.
Personalmente, el simulacro lo consideré pertinente, pensaba en todas las prevenciones y todas las labores a las cuales nos íbamos a someter todos los humanos, no solamente en Colombia. Ese fin de semana transcurrió con total tranquilidad, el tiempo se utilizó para leer y hacer trabajos de la universidad, terminar series y descansar. Como paréntesis, me sentí extremadamente disgustado con los ignorantes que aprovecharon el espacio de ese fin de semana de simulacro como un tiempo vacacional en familia. Y sí, no fueron todos, pero tengo conocidos y que vacacionaron, pasaron por alto todas las órdenes de las autoridades competentes y se fueron de viaje, propagando el virus. Como caso cercano, un conocido se contagió pues viajó dichoso pensando en un fin de semana descontrolado en una finca con amigos, entre ellos cuatro llegados de Madrid (España), quienes no realizaron su cuarentena y, efectivamente, contagiaron a todos los asistentes a la finca.
Realmente me disgusté demasiado porque se demostró el egoísmo de algunos colombianos, la forma en la cual no consideraron el asunto como algo vital para todos y se concentraron en sus gustos. Pero bueno, después de ser consolidado el aislamiento preventivo obligatorio más allá del simulacro, dando como fecha de término el 27 de abril, admito una ansiedad por mi parte, no soy un sujeto que vea pasar las horas en la casa, pero de todas formas me hice a la idea y comencé a combatir el estrés.
Claramente esta pandemia transformó la vida de todos significativamente, jamás se había llegado a la instancia de paralizar las actividades humanas, no del todo porque algunos siguieron su trabajo como de costumbre, pero si se le dio un freno a la vida como la llevábamos. Y quizás sea este el punto interesante de cómo nos estábamos comportando, en el último mes han sido muy pocas las ganas de utilizar la tecnología y pasar el día a día en la casa, más allá estar en familia, lo verdaderamente valioso que nos va a quedar es la sensación de compartir de nuevo con otros, de salir a disfrutar con los amigos, de visitar nuevamente a los familiares y del poco valor social que tiene lo material.
