El martes 23 de marzo el siempre vergonzoso Senado de Colombia, en medio de un hecho atípico, tuvo un destello de honorabilidad, cuando aprobó una ley que prohíbe los castigos físicos o tratos crueles contra los niños, niñas y adolescentes de este zancudero infame en el que a ellos, los más pequeños hijos de esta madre asesina, hay veces que los aniquila el Estado cuando los bombardea desde el cielo como quien mata cucarachas, sin sentir un ápice de dolor por la vida de sus victimas.
Por supuesto, una persona como yo que todos los días sigue apostando por la educación aunque vivamos en un país de hampones maleducados, sentí una enorme felicidad en el pecho cuando leí la noticia en uno de los periódicos venales que circulan por las calles del país. Sin embargo, la alegría me duró poquito, puesto que horas después de hacerse pública dicha información empecé a ver cómo miles de mis paisanos decidieron criticar con vehemencia, a través de las redes sociales, el hecho de que ahora sea prohibido moler a golpes a los niños, las niñas y los adolescentes. "Déjenme pegarle a mis hijos, para que sean ciudadanos de bien", "A mí me dieron mucha correa cuando chiquito y por eso soy una persona decente", "Nadie se muere por recibir un pellizquito en el momento adecuado", son algunas de las frases que lanzaron al viento varios colombianos que, según ellos mismos, fueron victimas del maltrato infantil cuando eran niños o niñas y que, ahora, quieren repetir la historia con sus hijos quienes, lamentablemente, viven rodeados de trogloditas que asumen que un menor solamente puede aprender a los golpes.
El discurso anacrónico e impúdico que se basa en que como antes se maltrataba ahora se debe seguir haciendo lo mismo, por desgracia, es replicado por jóvenes de mi edad que, sumidos en las aguas negras de la ignorancia, creen que son poseedores del derecho a maltratar a sus pequeños hijos, sin importar que existamos personas que nos dediquemos durante años a estudiar a profundidad áreas académicas como la psicología y la pedagogía para, al final de cuentas, poder decirles a todos ustedes que no está bien que maltraten a sus hijos porque, en realidad, cuando ellos sean adultos van a ser humanos traumatizados como ustedes que encuentran normal atacar físicamente a unos seres indefensos que, más allá de que parezca absurdo, ustedes mismos decidieron traer a este planeta espantoso.
