Confesiones de una modelo webcam

Confesiones de una modelo webcam

Son cada día más las jovencitas que logran hacer del coctel sensualidad+web una fuente de recursos. Este es el testimonio de una de ellas.

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enero 03, 2015
Confesiones de una modelo webcam
Foto usada como ilustración. Archivo Thesun.co.uk

María es una joven universitaria que a sus 22 años cursa séptimo semestre de derecho. De curvas pronunciadas y cabellera que alcanza a llegar hasta la parte baja de su espalda, tiene un atractivo físico que es muy típico entre la mayoría de colombianas, sin ser este nada fuera de lo común. Vive en el popular sector de chapinero de Bogotá en una residencia universitaria, tiene amigos y su vida trascurre como la de cualquier otra joven estudiante de su edad. No obstante, guarda un secreto. Se trata de un trabajo, que según los estudios, cada vez es más común entre las colombianas –y algunos colombianos-, principalmente jóvenes pero también hay hasta señoras con más de cinco décadas a cuestas.

-¿Se podría decir que eres prepago? “Prepago el celular” responde ante la gracia que le causa la pregunta y suelta una carcajada. María es modelo webcam, oficio que básicamente consiste en enseñar hasta lo más íntimo de su cuerpo –literalmente hablando- y complacer a diferentes caballeros que desde cualquier lugar del mundo acceden a las páginas web que ofrecen este tipo de servicios. “No solo hombres, me han tocado parejas, matrimonios que hacen el amor mientras me miran e inclusive hubo una vez una pareja de gays que también quería verme”.

Es muy difícil identificar a una modelo webcam cuando anda como cualquier otra joven por la calle, porque cualquiera puede serlo. Lo que sí es más fácil de notar por las calles o las redes sociales como consecuencia de la expansión de este oficio, son los avisos en dónde se anuncia un trabajo que promete ganancias de 2 a 5 millones mensuales, el cual puede ejercerse desde la comodidad de la casa. En efecto, Colombia es uno de los países que mayor número de modelos webcam reporta, siendo Medellín la ciudad dónde es más frecuente. Asimismo las colombianas son las más apetecidas –además de abundantes- en un mercado que ofrece modelos desde ucranianas hasta venezolanas.

En el caso de María, ella empezó hace poco más de un año por causa de un anuncio en Facebook. Al principio lo hacía desde una de las aproximadamente 30 casas, adecuadas como estudio que hay en Bogotá para esto, pero hoy lo hace desde su hogar, a la hora que quiera y los días que quiera. Generalmente, los días que trabaja no lo hace más de tres horas. “Pues no soy prepago porque sería incapaz de ir a hacerlo personalmente, a que ahí si me toquen y me estén manoseando”.

Anda por su universidad con la frente en alto y sin nada que temer, pues es improbable que algún conocido la reconozca ya que tiene la posibilidad de elegir en qué país quiere ser vista y como es de esperarse, tiene bloqueado a Colombia, por lo que sus clientes son europeos, mexicanos y demás extranjeros “Hay mucho mexicano, pero los gringos son los más locos. Una vez uno quería que me metiera la mano por el ano… ¿¡Cómo me voy a meter una mano por ahí!?”

Sin embargo, María cede ante las pretensiones de quien se encuentre al otro lado de la cámara, pues por cada minuto que logre retener al cliente ahí, recibe dinero el cual ya ha sido descontado de la tarjeta de crédito del cliente en cuestión, con un mecanismo similar al de la telefonía celular prepagada. Ahora bien, para complacer a sus clientes se desnuda, se masturba, introduce diferentes objetos por los orificios de su cuerpo y satisface demás pretensiones. “Aunque no todo es así. A veces no me toca desnudarme ni nada, hay mucha gente que solamente quiere hablar y me toca hacer hasta de psicóloga”.

De los hombres que hacen esto, destaca que principalmente se trata de personas muy solitarias que por lo general tienen mucho dinero, pero no tienen con quien ni en qué gastarlo, por lo cual su labor consiste en hacerlos pasar un buen rato, para lo cual muchas veces hay que recurrir a otros métodos más allá de lo sexual, como una buena conversación o simple escucha. Por lo menos el 80% de los hombres que la contactan por la web quisieran llevar la situación al campo físico, razón por la cual es muy común que abunden propuestas de matrimonio o de viajes al exterior. “Yo sería incapaz de meterme personalmente con mis clientes, eso es algo que me daría muchísimo miedo porque son muy raros y no sé qué cosa podrían hacerme”.

A favor de su trabajo, dice que en ningún momento está obligada a hacer expresamente todo lo que el cliente diga porque efectivamente “En esto encuentras gente que está muy loca” quienes en algunos casos le han pedido introducir un crucifijo por su vagina, orinar en un vaso y tomárselo o defecar y untarse en su excremento, entre demás pretensiones ante las cuales no cede. “Es que uno también tiene su moral”.

-Y pues todo esto también te habrá dado un “sentir” nuevo de tu sexualidad…

“Pues sí, la verdad es que esto si te ayuda como a descubrir tu cuerpo en otra forma. Yo me he vuelto más creativa y trato de probar cosas nuevas. Digamos que lo que más hago es bailar, desnudarme y masturbarme”

-¿Y lo disfrutas?

“Mmm… Pues es que el hecho de que me masturbe no significa que tenga un orgasmo ni que lo disfruto. También hay mucho de actuación porque lo importante siempre es complacer al cliente para que se quede, me dé más plata y me ponga buenos comentarios para que lleguen más clientes”.

Aunque destaca que muchos de sus clientes son especialmente cariñosos y se comparte un buen tiempo con ellos, lo que más le gusta de su trabajo y la razón por la que lo hace, es una sola: El dinero, gracias al cual puede pagarse ciertos gustos, ayudar a su familia –que piensa, todo esto es producto de sus pasantías de derecho- y ahorrar. Para María hay dos tipos de jóvenes que practican este oficio. Por un lado se encuentran las que se deslumbran con las cifras gastando todo en ropa y demás lujos, y por el otro están las que lo hacen para ayudarse económicamente y pensar en un futuro mejor dónde no haya que recurrir a esto. “Pues por eso es que estudio, porque no me quiero quedar toda la vida en esto”.

*El nombre de la fuente fue cambiado a petición suya.
Foto ilustración

-@enriquecart

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