“Cucho, sabe qué, le vamos a tomar la foto para que deje de camellar por estas vueltecitas por acá. ¿Sí sabe?”. “No lo queremos ver más por acá”. “A la próxima le quebramos los vidrios”. “Uber se va de El Poblado”. “Papi no, cero Uber”.
Así vociferaron los taxistas, y en grupo, contra un conductor de vehículo particular, que al mediodía del miércoles 17 de febrero transitaba por una calle del sector El Poblado, Medellín. El hombrecillo de mediana edad, que estaba pálido y estupefacto, prefirió guardar compostura y silencio para no peligrar más, mientras le rayaban el carro con aerosol blanco.
En la madrugada del viernes anterior, a otro conductor le sucedió algo similar. Fue perseguido y atrapado en un callejón del sector La Floresta. Uno de los taxistas del grupo le intimidó diciendo que ya lo tenían identificado, y le aconsejó que no se arriesgara más. Mientras tanto, otro taxista rociaba las puertas del auto con aerosol amarillo. Le dejaron ir al final, sano y salvo pero muy asustado, y con la palabra “taxi” pintada en el vidrio trasero de su vehículo.
Pero lo más grave había sucedido tres días antes, el 9 de febrero, cuando un taxista solicitó un servicio de transporte Uber para el sector de La Minorista, y cuando el vehículo llegó al lugar, aparecieron 10 taxistas más para hacerle una encerrona con sus automotores, para insultar al conductor y estropearle el carro a punta de pedradas, rayones y manchas de pintura.
MEDELLIN NOS ENVÍAN INCONFORMISMO :En el Poblado la reacción contra la ilegalidad de UBER X.
Posted by Periodico Amarillo on Wednesday, February 17, 2016
Escuadrón anti-Uber
Así parece surgir en la ciudad de los guayacanes, y con metódica planeación, un escuadrón de taxistas justicieros unidos por un rasgo común: tienen complejo de policías.
Se equivocaron de vocación y oficio, y ante la irreversibilidad del tiempo perdido, se han atrevido a ser policías sin licencia ni formación, mientras conducen sus vehículos calle arriba y calle abajo, vestidos de civil, representando a empresas legalmente constituidas y concertando acciones de sabotaje. Acciones paramilitares.
“No hubo agresión física, pero me encerraron, me intimidaron y me dijeron que viera lo que había pasado en Bogotá, que no me arriesgara”, denunció el conductor a quien intimidaron en La Floresta.
Ante la inacción de las autoridades en Bogotá, algunos taxistas de Medellín se están sintiendo inspirados, a fin de cuentas la justicia por mano propia y las acciones paramilitares siguen contando con un buen colchón donde pueda recostarse la impunidad.
Un mensaje para La Habana
El sheriff de Medellín, Federico Gutiérrez –quien nos viene convenciendo de que es como una especie de sheriff, y ojalá así lo sea-, no menciona todavía qué acciones emprenderá para frenar en seco a los taxistas que desafían las leyes en este pueblito grande donde se desmigajan las florestas de guayacanes. No dice aún cómo prevendrá la proliferación de estos Escuadrones Anti-Uber que se están convirtiendo en el terror de las personas que quieren poner su vehículo al servicio de alguien que necesite transportarse.
Lo que sí anunció el sheriff de Medellín es que lo amenazaron de muerte. ¡Y válgame Dios qué noticia tan desconsoladora!, que hasta al mismo valiente sheriff de este pueblito innovador le llegan las amenazas de muerte. Y que estaba asombrado porque desde hacía tiempos le habían dejado razones de la amenaza en la procuraduría, pero que todavía no lo sabía, no le habían hecho llegar la razón.
No me queda otra cosa que hacerle preguntas al señor presidente Santos: Oiga señor, caballero ilustre, ¿qué hará con esta práctica paramilitar que está surgiendo entre los taxistas? ¿No cree que si se deja el tema a la suerte de la Virgen del Carmen será un mal mensaje para los diálogos de La Habana, pues qué se podría decir de un gobierno que quiere ofrecer garantías a los guerrilleros desmovilizados pero ni si quiera es capaz de enfrentar las prácticas paramilitares en el gremio de los taxistas? ¿Y qué responsabilidad le cabe a las empresas en las que trabajan estos taxistas?
Y a los conductores de servicio público que participan de esos extraños grupos para hacer encerronas, vociferar amenazas, posar de policías y tratar de hacer justicia por mano propia, yo les haría una propuesta: ¿Qué tal si mejor no buscan mejorar el servicio y hacerlo más competitivo ante Uber?
En vez de realizar acciones que nos sigan condenando a esta cultura de la violencia en la que un ciudadano del común no encuentra manera más creativa de afrontar las dificultades, que convirtiéndose en maleante, en guerrillero o paramilitar.