En el Teatro Municipal de Cali se realizó el pasado Jueves Santo un concierto de la Orquesta Filarmónica de Cali, con entrada gratuita. Ni los acomodadores estaban preparados para la afluencia de caleños que deseaban disfrutar este programa de “Müsica sacra“, como titulaba el programa de mano.
El director invitado Francesco Belli, siempre garantiza un buen resultado artístico con esta orquesta que dirigió durante varios años.
El programa incluía obras poco conocidas algunas de ellas relacionadas con el tema religioso. La sinfonía RV 169 de Vivaldi denominada Al Santo Sepulcro, Música para un funeral masón de Mozart y la suite Caprol de Peter Warlock, compositor inglés un tanto excéntrico que usó este seudónimo para sus composiciones a partir de 1918.
Hasta el intermedio, todo bajo control y buen control de Belli. Se inicia la segunda parte con la Pastoral de verano de Arthur. Honegger. La música, con quinteto de vientos incluido, enviaba un buen mensaje sonoro a la audiencia, en contraste con lo escuchado en la primera parte.
Se oye de repente un ruido extraño. Hay confusión en la zona posterior ocupada por los contrabajos, confusión que sorprende a varios músicos, que dejan de tocar; el director baja sus manos y desciende del podio.
El músico que se desmaya aparece en el centro de los tres contrabajistas, al fondo.
Foto: Gilberto Saa
Mi ubicación en el segundo palco prácticamente encima de la orquesta me permitió percibir cómo uno de los intérpretes prácticamente se cuelga de su contrabajo y cae al suelo con gran estruendo. Ya se imagina el lector el caos en el escenario.
Varios minutos de expectativa, las partituras de Honegger quedan en el olvido y se inicia una obra bastante más conocida, Variaciones sobre la coral de San Antonio, escrita por Brahms sobre un tema de Haydn. Resultado: la orquesta es otra, el sonido ha perdido su brillo, como consecuencia del incidente. Sin embargo, la ovación final es generosa y prolongada.