Señor concejal, antes de comenzar quisiera hacer la salvedad de que soy cristiano, seguidor de Jesús y asisto a una congregación. Esta vez quiero hacer referencia a ese fenómeno de las últimas décadas en el que muchos pastores han incursionado en la política su deseo de cambiar las cosas, el cual creo que está siendo un desastre. Sí, los cristianos estamos en pro de la vida y de la moralidad, sería una tontería si no lo hiciéramos, pero no podemos mezclar una cosa con la otra. Un pulpito no es lo mismo a una curul o a una silla en el alto gobierno.
Señor Marco Fidel Ramírez, hablo por mí y por muchos otros cristianos que estamos cansados de su discurso decadente, que puede ir en la misma dirección de lo pensamos, pero está siendo el hazmerreír y el objeto de insultos que no viene al caso mencionar. Usted se autodenomina como “concejal de la familia”, pero no hace más que tomar un micrófono y un puesto legislativo para agravar la hostilidad que los que no son cristianos nos tienen.
Daniel, aquel sabio y gobernador de los antiguos imperios medo-persa y babilónico del que habla nuestra Biblia, no andaba con discursos tan imprudentes como los suyos; Daniel no ganó el respeto de todo un imperio a punta de arengas amenazadoras y de legislaciones inservibles como la que impulsó hace poco sobre la idea de reducir el acoso sexual hacia las mujeres dándoles preferencia a la silla rojas. ¡Concejal! ¡Por favor no más! ¡Usted no nos representa! Sus disertaciones carecen de argumento intelectual frente a una sociedad que necesita claridad en asuntos esenciales.
Por favor entienda que el Concejo de Bogotá no es un púlpito en el que puede decir lo que le parezca, pues no todos estarán dispuestos a soportar su gritería y condenación. Entiendo de cierta manera su afán por dar su punto de vista en referencia a lo que la Biblia dice de estos asuntos, pero su discurso no nos está favoreciendo, está agravando las cosas. Por último, quisiera que reconsiderara su incursión en la política. Solamente está oscureciéndonos el panorama. No puede seguir tuiteando y gritando condena a los cuatro vientos. Quisiera recordarle que a lo largo de la historia cuando la iglesia y la política se unieron terminando siendo un completo catástrofe.
