La boca y la manera como se ha tapado es el foco de la reflexión que entrega la artista plástica Maritza Zúñiga, conocida en los encuentros de carnaval como La cobra de Cartagena.
La palabra boca la comenzamos a pronunciar con asiduidad a comienzos de marzo de 2020, unida a tapa para configurar una palabra compleja y polisémica como tapaboca.
A Heriberto Fiorillo, que juega con las palabras todo el tiempo, se le ocurrió decir que era mejor pasaboca, porque esperaba que fuera efímero, al igual que esos bocados de rápida ingesta.
Se equivocó Fiorillo. Más acertado resulta hablar de quedaboca porque en realidad ha permanecido y se ha integrado al ajuar cotidiano.
Las palabras tapabocas, quedabocas, cubreboca, quedaboca o pasabocas, le recordaron a la cantadora Martina Camargo algunas expresiones que usaba su padre, el maestro Cayetano Camargo como “En boca cerrada no entra mosca” o “La tienen de boca y boca”. La preferida de Martina es “El pez muere por la boca”, aclara, que sí es un bocachico, de esos que saben a orilla de ciénaga, más que un bocado es un manjar.
Hay boca del río, y boca del puente, hay bocacalle y bocatoma. Está el sector de Bocagrande en el barrio Nelson Mandela, una cuadra de casas pintadas y de materiales.
Está también La Boquilla, boca poco desarrollada cuyo nombre anuncia sus carencias. Como puerta de entrada a la Boquilla está La bocana, un proyecto de ingeniería que entrega agua salada a los caños interconectados de Cartagena, sin que haya una boca que denuncie sus falencias.
“La boca habla, canta, denuncia, hace morisquetas, pero en estos momentos la boca ríe a través de los ojos”, expresa con certeza la maestra Maritza Zúñiga.
Luisa Balseiro. Foto: David Lara Ramos
El tapaboca es prevención. Hay organizaciones que lo han promovido con extrema coherencia. El caso de la revista Semana ha sido ejemplar. Ha sabido repartir tapabocas a todos los periodistas que escribieron en contra de sus propósitos. Tapabocas para silenciar parece ser su propósito como empresa.
La vida alcanza niveles dramáticos en estos tiempos cuando se tienen más de cinco bocas que alimentar y la reactivación económica agoniza. Los Black Friday, Los CiberMonday y otras estrategias, acentuaron la agonía. Darle respiración boca a boca anunciaban los analistas de diarios especializados como La República.
Esperar una solución boca arriba o boca abajo resulta tan incierta que es mejor ni abrir la boca. Las brillantes propuestas gubernamentales nos han dejado con la boca abierta como la estrategia del día sin IVA que resultó en un aumento en la venta de tapabocas. Fue la tapa de vergüenza gubernamental.
La reflexión de Maritza Zúñiga sobre la palabra tapa está también en su exposición. Recuerda los versos Cinco ollas de chicha tengo/ pa’ el bautizo de María/ con batata las fermento/ pero las tapas están escondía/ Canta Lisandro Mesa para ponerle banda sonora alejada de la boca y más cerca de la tapa. Una exposición que merece la tapa de cualquier diario y celebrarla con un buen vino y unas buenas tapas, dirían los españoles.
La exposición de Maritza Zúñiga la realiza a través de la muestra titulada ConBoca alegría (https://conbocaalegria.innovawebsites.com/) porque en medio de las celebraciones de la Independencia de Cartagena eso es lo que ella ha hecho, convocar al goce, así la sonrisa de oreja a oreja no se pueda ver por ahora, por eso ella la pinta, la engrandece pero no la disfraza.
La muestra virtual de Maritza Zúñiga, La cobra Cartagenera literalmente nos ha dejado con la boca abierta y ha resultado un gran bocado para disfrutar sin salir de casa.
Con Maritza Zúñiga conversé sobre esta propuesta de fiesta y carnaval que con sinceridad está a pedir de boca.
¿Cómo surge la idea de esta muestra?
Hace varios años, he venido trabajando el maquillaje artístico, facial y corporal como un proceso identitario desde las culturas indígenas, africanas y europeas con el propósito de humanizar, conceptualizar el tema del color para concientizar a los niñas, niños y jóvenes sobre la importancia del color en la vida misma, en la geografía humana, en el territorio, la práctica social y política, y de asumir la piel como lienzo para crear y expresarse.
Con la pandemia y las medidas de bioseguridad, aparecen los tapabocas o mascaras faciales en tonos blancos, negros y grises, los cuales cubren gran parte del rostro dejándolo sin color ni expresión. De esa manera, desaparece el maquillaje artístico, en la cotidianidad y en los actos de conmemoración de la independencia de Cartagena.
Preocupada por todo esto, decido crearme inicialmente a manera de ejercicio un tapabocas que me identifique como sujeto Caribe, con el maquillaje de mi disfraz de cobra y mi boca pintada para sonreír y seguir transmitiendo la alegría como acto libertario sin necesidad de exponerme a mí, ni a los demás a un contagio.
¿Cuál es el proceso de creación de esta prenda imprescindible?
Concretada la idea de la exposición y la temática, mi hija Dora, que es diseñadora industrial, confeccionó en tela de lona costeña y un filtro, para la parte interior del tapaboca, elaborado con un material bioseguro. Luego, se procedió a seleccionar las pinturas adecuadas para tela (no tóxicas) y a pintar la lona de base blanca, posteriormente se realizó el dibujo y seguidamente se procedió a trabajar toda la parte pictórica, acabados y detalle finales.
Martina Camargo y Flor de Liz Agudelo. Fotos: David Lara Ramos
¿Qué busca como artista con este trabajo, con la muestra?
Recrear el rostro con expresiones icónicas propias de nuestra cultura e identidad Caribe. Visibilizar las artes plásticas como parte fundamental para estimular el pensamiento crítico - creativo en el proceso festivo local.
¿Cómo aporta este trabajo de reflexión artística, festiva, a la hoy conmemoración de la independencia de Cartagena?
Aporta a la memoria colectiva e identidad, fortalece la agenda artística, pedagógica del Plan Especial de Salvaguardia, que debió ser prioridad este año en ese acto de conmemoración. Además, con un taller y tutorial de maquillaje artístico para que desde la casa, las familias realizaran con elementos caseros sus propios tapabocas festivos, para dinamizar con actividades artísticas las relaciones intrafamiliares de la comunidad, dándole rienda a su imaginación y haciéndolos partícipes de la tradición, cumpliendo con las medidas de protección y sembrando cultura ciudadana.
Como Maritza, la educadora, la artista, pero también como La cobra de Cartagena, ¿qué reflexión has hecho sobre estos momentos de covid-19 y Fiestas de Independencia?
En medio de la crisis sanitaria, el arte, la ciencia y la tecnología han permitido reencontrarme con la comunidad educativa normalista, donde laboro e interactuar, comunicarme y desarrollar otros procesos como la investigación, la historia del arte, la creación, la práctica de nuevas técnicas artísticas, entre otros.
Conscientes de las dificultades emocionales, económicas, sociales, entre otras limitaciones, he motivado e involucrado a la familia como parte fundamental del proceso pedagógico para impactar en otros escenarios locales y municipales, asimismo, estamos ampliando los conceptos más desde lo universal, porque pintar implica detenerse a pensar el mundo.
Las artes plásticas y visuales nos permiten crear, observar el mundo, la naturaleza y su entorno. Todo esto ha dado lugar a que los estudiantes reflexionen sobre su vida como personas, como familias y como maestros en formación.
En el caso particular de Las Cobras, mi academia aún está sin funcionamiento debido a la crisis sanitaria, algunos contratos que tenía con la empresa privada fueron cancelados, aun así, decidí como artista presentar esta nueva propuesta que motive a los demás artistas a crear. Pienso que es hora de sembrar bien la cultura ciudadana y el sentido de nuestra independencia. El tema de la resistencia se puede pensar desde las fiestas, porque el acto festivo es un acto liberador.