Para cualquier sociedad en la que se respeten los principios, donde para sus ciudadanos la ley y el orden sean parte de su genética social, seguramente no se expandirían tantos odios alimentados por quienes esperan dominar desde todos los frentes a sus ciudadanos.
Se ha levantado toda una polvareda por la decisión que ha tomado la Corte Suprema de Justicia frente al caso del hoy senador Uribe Vélez, pues sus más fervientes correligionarios han salido ha deslegitimar las acciones de la justicia, incluso con intromisiones indebidas del vicepresidente de los Estados Unidos, como si Colombia fuese una colonia del país del norte, permitiendo de esta manera que la corte sea considerada como un estamento de orden político que debería obedecer a los títulos, cargos o poder de quienes han venido manejando a su antojo las riendas del país.
Es necesario resaltar que la CSJ hace parte de uno de los poderes que se supone sustentan la democracia, para lo cual en el ejercicio de sus funciones debe respetarse su autonomía sin importar que sus decisiones se den frente a personajes que hayan infringido la ley, sin diferenciar linajes, apellidos o funciones históricas dentro de su curriculum, por cuanto la justicia debe operar para todo nacional sin discriminación alguna.
En estos raros actos de los adoradores del personaje se han prendido de la inspiración al odio para ganar adeptos y como relinchos de caballo desbocado lanzan diatribas contra los ciudadanos que con respeto a la ley y a sus principios pedimos a toda Colombia que la corte sea rodeada y sin presiones de ningún extremo pueda operar.
Por una Colombia libre de resentimientos.