Seguimos viendo cómo la infraestructura colombiana sigue colapsando y no escuchamos a las universidades y sociedades de ingenieros generar debates nacionales para formular posibles soluciones y correctivos y así evitar la repetición de estos incidentes.
Reconocemos que después de ver los resultados de las investigaciones —frecuentemente ejecutadas por entidades internacionales—, estas deberían considerarse como una oportunidad estupenda para iniciar un debate franco y técnico sobre lo ocurrido. Y mucho más importante que relatar los errores y causas —sin restar mérito—, las acciones obligadas para disminuir la repetición de estos indeseables eventos.
Deberíamos buscar, de manera individual e independiente, solucionar la génesis de cada uno de los incidentes sufridos por los más importantes proyectos estratégicos nacionales, ya que ponen en entredicho la calidad de la ingeniería colombiana y, aún más grave, afectan la competitividad de nuestras empresas y alejan las inversiones extranjeras. Y ni qué decir de los daños irreparables al medio ambiente.
Frente a lo sucedido de las universidades y sociedades de ingenieros podrían manifestar “en voz baja” que muchas causas provienen de decisiones corporativas alineadas con resultados económicos esperados, prevaleciendo y pasando por encima de las recomendaciones y observaciones técnicas de los profesionales en ingeniería y construcción.
Y esta situación se gesta desde el reclutamiento y contrataciones de gerentes de proyectos y directores de obra, cuyo factor de selección no es la experiencia pasada en proyectos similares sino principalmente el aspecto salarial. En alguna parte escuché a un extranjero decir you get what you pay (usted obtiene lo que usted paga).
Hagamos un amplio debate con la participación no solo de académicos y docentes doctores, sino de gerentes y directores de obra, para listar las lecciones aprendidas, establecer metodologías para evitar próximos incidentes, elaborar manuales de actividades de “ingeniería preventiva” y desarrollar herramientas para conseguir un consenso entre funcionarios corporativos e ingenieros, donde se valore y otorgue un verdadero peso e importancia a los criterios y decisiones técnicas