Nada tan cambiante como la opinión pública, formada de emociones y percepciones, influenciada por los medios de comunicación y por las redes sociales, movida por el sentimentalismo y sobre todo manipulada por encuestas o intereses, comerciales y políticos básicamente.
Basta un video viral en YouTube para que la opinión pública mundial se mueva a cosas tan diversas y contradictorias como apoyar la guerra en Siria, o defender animales utilizados para el trabajo.
En este mundo vivimos y tenemos que acostumbrarnos a sus reglas, intentando discernir lo verdadero de lo falso, lo histriónico de lo auténtico, lo útil de lo inútil. Es la era que nos tocó y hay que sobreaguarla para no dejarnos ahogar en un mar de superficialidades mediáticas.
Eso está pasando en Colombia cuando, después de tres semanas de paro agrario y de declaraciones equivocadas, por no decir estúpidas, de Santos, la gente indignada se solidarizó con los campesinos y rechazó al Gobierno. Habló claro la opinión pública con la caída estruendosa de la popularidad presidencial en las encuestas.
El derrumbe en la favorabilidad es la hecatombe para un político que hará lo que sea con tal de recuperar la aprobación popular. ¡Lo que sea!, hasta gobernar bien.
Pero la opinión es voluble y por eso resulta riesgoso dejarse imponer la agenda por una encuesta cuando de gobernar se trata. Las opciones se trasladan rápidamente del amor al odio y viceversa. Claro, las cosas son distintas en época de campaña porque como candidato es indispensable escuchar las encuestas.
El problema es que con la reelección, gobernar y hacer campaña se confundieron en un solo proceso; ahora se hace campaña gobernando y se gobierna en campaña y por supuesto con la influencia inevitable de las encuestas.
Las acciones del presidente Santos, a partir del revés en la opinión, parecen todas orientadas a subir de nuevo su imagen, en forma tan rápida que lo posicione para proclamar su propósito reeleccionista, el próximo noviembre. Cambio de gabinete, acuerdos a tutiplén con todos los que estaban en paro y los que lo anuncien, firmeza ante Nicaragua y avances en La Habana. Buenas noticias todas ellas. ¡Gracias, encuestas!
De seguir así, es posible que el presidente recupere parte del prestigio perdido. Somos tan influenciables… Recordemos que hace unos años el candidato Uribe comenzó con solo un 2% de aceptación, mientras Serpa tenía casi el 40%. Con el trascursos de la campaña la situación fue prácticamente la contraria.
También está el caso más reciente de la Ola Verde, que subió a Mockus al primer lugar en la carrera presidencial y, un mes después, fue derrotado estruendosamente por Santos. En Cali, iniciamos el año con el alcalde Guerrero ubicado en el penúltimo lugar entre todos los alcaldes y después de los World Games, es el mandatario estrella.
Los vientos llevan y traen a la opinión, como a las nubes. Así que ojalá Santos siga gobernando como lo hizo esta semana. De pronto mejora en las encuestas y habrá que cambiar el dicho popular de “con tal que se vaya, aunque le vaya bien” por “con tal que gobierne, aunque le vaya bien”.
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