Con otra clase dirigente, Colombia sería un paraíso

Con otra clase dirigente, Colombia sería un paraíso

El día en que los políticos de turno dejen de llevarse las riquezas para otros países, seremos vistos como una nación de primer nivel

Por: ALEJANDRO FLOREZ
marzo 26, 2020
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Con otra clase dirigente, Colombia sería un paraíso
Foto: Flickr www.audio-luci-store.it - CC BY 2.0.

En la claustrofobia que produce este aislamiento provocado por un ente invisible que despliega la muerte y el terror es inevitable que la mente empiece a conjeturar varias cosas.

Es muy posible que nunca logremos descubrir que origino este microscópico virus que puso en jaque a toda la humanidad; muchos se quedarán con el desordenado contacto humano y los animales, mientras que otros especularán sobre una manipulación de la ingeniería genética en busca de beneficios geopolíticos.

El interés de este corto escrito es analizar la manera en la que nuestros dirigentes asumen este reto que deja a la economía global de rodillas.

El capitalismo agresivo que gobierna el mundo elude el valor de la existencia humana, algo que en nada preocupa a los líderes mundiales ya que lo verdaderamente importante para los diferentes gobiernos son las pérdidas económicas de la banca mundial junto a las perdidas billonarias de las grandes empresas; porque el pánico mundial no permite que millones de obreros produzcan normalmente.

Es claro que para el capitalismo no está en consideración la dignidad humana y los sentimientos de las personas, puesto que en términos económicos el hombre es solo un individuo de producción temporal.

El cambio climático ya demostró que el planeta tiene límites y ahora con esta pandemia lo podemos confirmar y no importa qué tanto poder económico y político tengan las petroleras y el sistema financiero mundial; estamos destinados a cambiar nuestro modo de vida a uno más sostenible con el medio ambiente.

Pero que nos hace falta para entender que el capitalismo sostiene al individuo humano como un objeto de permanencia temporal en un mundo consumista y que de por sí, su valor solo es monetario además de que conduce al planeta a un apocalíptico desequilibrio natural.

Para asimilar esto necesitamos más educación y una generación completa que comprenda que somos esclavos, sumisos, explotados, reprimidos, por unos pocos grupos financieros y políticos que tienen a esta nación como su finca; somos engañados día tras día por los medios de comunicación que inyectan en nuestro ADN el miedo y la resignación; para que vayamos a las urnas a seguir eligiendo los mismos.

Tal vez algún día vamos a comprender que tenemos una hermosa nación llena de todo tipo de riquezas; pero una gran mayoría de nuestra sociedad es egoísta, individualista, sin sentido de pertenencia, sin solidaridad, enclaustrada en la resignación segmentada por el miedo y la represión violenta que por siglos hemos heredado desde la colonia.

El más claro ejemplo es que en este momento hay que dirigir todos los recursos del Estado en detener una pandemia, invirtiendo en equipos médicos y sanitarios; pero el gobierno aprovecha la emergencia sanitaria para financiar la banca y las grandes empresas, aquellas que con anterioridad invirtieron en su campaña.

Lo más rastrero de la existencia humana es que cambien la vida de los más débiles por la riqueza de los millonarios; pero en Colombia no es desconocido ya que si mueren cinco mil o diez mil personas por un virus no es tan grave, porque en los últimos cincuenta años de confrontación hubieron cerca de ocho millones de desplazados, doscientos treinta mil homicidios, ochenta mil desapariciones forzadas y treinta y dos mil secuestros (Detrás de la guerra, Ariel Ávila), sin contar los cientos de líderes sociales asesinados en los últimos años.

Entonces ahí tenemos la respuesta de porque el gobierno sigue protegiendo a Luis Carlos Sarmiento Angulo (Grupo Aval), Ardila Lülle y los Santo Domingo; ya que hemos tenido muchos más muertos de forma violenta y todo ha seguido normal; entonces un virus que asfixie a miles de colombianos por falta de respiradores no sería tan grave.

Al mejor estilo del capitalismo agresivo el gobierno destina el dinero de equipos médicos para salvar las empresas y bancos de los dueños de esta finca llamada Colombia.

Lo más lamentable y ridículamente entristecedor es ver que el pueblo no se manifiesta, lo deja pasar como si nada, repitiendo lo mismo año tras año (Ley 100, Reficar, Odebrecht…), ganándonos ese buen puesto como uno de los países más desiguales del mundo.

Cuando los colombianos entendamos que vender el voto, saltarse la fila, dárselas de “avivatos”, pasar por encima de los demás, etcétera, destruye la sociedad y condena a nuestras familias, nuestros hijos y nietos a seguir viviendo en un país desigual sin derecho a ir a la universidad y morir bajo el despreciable servicio de una EPS, empezaremos a construir un mejor país.

Cuando esos buenos tiempos lleguen dejaremos de ser un país tercermundista y el colombiano ya no será visto como una persona de tercera categoría solo destinada a los servicios básicos y estigmatizado por el narcotráfico.

Estoy seguro de que el día en que los políticos de turno dejen de llevarse las riquezas para otros países, Colombia será vista como una nación de primer nivel y nos daremos cuenta que vivimos en un paraíso.

 

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