Sé, gracias a la lectura cuidadosa del manual de Carreño llevada a cabo a la temprana edad de seis años, las tres reglas básicas de la sana convivencia: No comer con la boca abierta, menos escupir saliva mientras se habla y, la más importante, no ser chismoso o lengualarga y menos transmitir a terceros conversaciones delicadas que se hayan oído por azar.
Y siempre, ligeramente ajeno a las dos primeras máximas, he sido fiel al tercer mandato y por ello todos saben que nunca he dicho algo sobre aquella discusión que casualmente oí entre varios Toyotas grises cuando el que tenía siete guardaespaldas regañaba al otro que tan solo tenía once por bruto e ignorante, al no saberse las tres reglas para pedir el asilo político en Estados Unidos.
Sin embargo, siempre llega el momento en el cual se rompen los principios impuestos, por tortura o convicción, y la conversación oída anoche por simple azar o suerte estoy dispuesto a revelarla por profundo amor patrio.
Veamos: Andaba ayer tonteando con el celular, aburrido en cualquier esquina y espiche aquí y allá el aparatico y, al tocar inocentemente no recuerdo qué botón rojo, eran tales los gritos que escuchaba que me vi obligado a parar oreja.
Era Cristina. La de Kirchner.
—Que cómo así que me mandás solo seis mil hombres, sos un malparido, un pelotudo y un faltón a la palabra.
El tartamudeo de blablablá Santos le delató.
—No, Cristina, le dijo con cierto convencimiento y con dulzura de novio, yo hoy mismo hablo con los de La Habana y te enviamos a siete mil. Los seis mil prometidos y mil niños guerrilleros
Yo pasé saliva mientras seguía oyendo tan explosiva conversación
Duró unos siete minutos, intensos, al final ella mandó besitos para Tutina o Titina blablablá Santos, después de dudar varios segundos, mandó de su parte un efusivo abrazo al glorioso pueblo argentino.
Colgaron y el silencio se impuso y gracias a la ausencia de palabras es que pude recomponer la bomba que tenía en la cabeza y que puede resumirse en estas líneas que siguen.
Como se explicó, llegué a este asunto en mitad de conversación y no podré decir quién llamó a quién.
Sea como sea, Cristina le suplicaba a blablablá Santos ayuda, que no soporta más la arrogancia inglesa y necesita recuperar las Malvinas ya, para ya. ¿No lucharon acaso Bolívar y San Martín, juntos, por los mismos ideales?, se carteaban, ¿vos sabías que se carteaban…, para qué está entonces, JuanPa, para qué está la llamada solidaridad entre los pueblos del sur? Algo dudó, pero el ofrecimiento colombiano quedó claro. Se estaba enredando la carajada esa de la paz, imagínate Cris que Catatumbo y sus amigos me están complicando el nobel, y le ofrecía mandarle a todas las Farc a esa islita perdida invadida por ingleses cerveceros.
—Te aseguro Cris, le dijo con esa inquietante cercanía, te aseguro que con el primer derramamiento de crudo la reina sale corriendo y la isla será otra vez tuya.
Y cerraron un acuerdo que de parte de Argentina consistió en un único e importantísimo asunto: dejarse ganar en el partido del viernes.
—Nos sobran los títulos pibe, le dijo con demasiada sobradez, nos sobran las copas y de qué nos sirve una Copa América más, ¿qué opinás JuanPa?
Blablablá Santos siguió tartamudeando y de la emoción le dijo sí. Y sellaron el acuerdo, con el pequeño problema de no saber, pienso yo, no saber qué hará Cristina con los guerrilleros una vez los invasores ingleses hayan abandonado la isla aburridos de tanto secuestro. Pero eso será cosa de ellos.
Y bien. El partido de fútbol ya se ha cumplido, el viernes ya pasó y seguramente hemos ganado cinco cero y los amigos de las Farc ya habrán tomado, según promesas de JuanPa, ya habrán tomado un chárter destino Stanley, sin escalas, a hacerle la vida imposible a los ingleses invasores, y a ver qué carambas habrán hecho los de emigración sin permisos de salida de mil niños. Habrá sido con mermelada.
Ah, y si Messi se inspiró y hemos sabido perder, no es de extrañar.
Los de las Farc no habrán llegado a Stanley y ya llamará Cristina a nuestro presidente a recordarle que es un faltón a la palabra dada.
Y hablando de…
Y hablando de faltones, solo me pregunto por qué los niños Galán y Lara no andarán en los lados de la política decente y se la pasan toreando avales indeseables y contratos de muchísima plata.