La Habana.- Mañana de contrastes al inicio de un nuevo ciclo en los diálogos de paz en esta capital del Caribe. A eso de las ocho, una numerosa delegación de la guerrilla lanzó tres “claves para agilizar el proceso”. Quince minutos después apareció una mermada delegación del gobierno haciendo un acto simbólico de solidaridad con la familia de una niña fallecida ayer en el Cauca a causa de una mina. Dos maneras totalmente opuestas de dar inicio a una ronda que muchos analistas consideran crucial en el desarrollo de los diálogos.
En la primera escena de lo ocurrido hoy en el Palacio de las Convenciones, la comandante guerrillera Victoria Sandino enumeró tres “aspectos que dinamizarían el avance de las conversaciones”: iniciar de inmediato en la Mesa el análisis del informe de la Comisión Histórica del Conflicto; conformar de inmediato una instancia que esclarezca el fenómeno del paramilitarismo y aborde su desmonte; por último, terminar este ciclo anunciando la puesta en marcha de la Comisión de la Verdad.
Continuó Sandino afirmando que las Farc están listas para avanzar con el gobierno en nuevos gestos de desescalamiento del conflicto, entre los cuales señaló la viabilización “del cambio de custodia de menores de 15 años refugiados en campamentos guerrilleros”.
Y remató su breve alocución refiriéndose al más espinoso de los temas, el que tiene a los diálogos estancados, como si fueran un velero enorme atrapado en la calma chicha de un mar sin vientos: el tema de la justicia. Según dijo la jefe guerrillera “es necesario destrabar las discusiones en torno a la revisión de las condenas por rebelión a que alude el numeral tres, fin del conflicto”. Dice el mencionado numeral que “el gobierno coordinará la revisión de la situación de las personas privadas de la libertad, procesadas o condenadas, por pertenecer o colaborar con las Farc”.
La segunda escena fue el polo opuesto. El gobierno, que muy pocas veces habla antes del inicio de sesiones, hoy no solo lo hizo, sino que las palabras de Humberto de la Calle estuvieron precedidas de un inédito acto simbólico. Sergio Jaramillo, el general Jorge Enrique Mora y Maria Paulina Riveros se agacharon y se subieron la bota de sus pantalones hasta la rodilla para dar pie a que el jefe de la delegación leyera “un mensaje de solidaridad a la familia de la niña Ingrid Guajía, de siete años, fallecida por el impacto de una mina”.
Según De la Calle, “es una paradoja que cuando comienza el programa piloto (de desminado) ocurra este hecho que conmueve a los colombianos y que merece la condena más vehemente”.
Terminada la puesta en escena de la delegación oficial, brotaron varias preguntas entre los numerosos periodistas que se acercaron hoy a la sede de los diálogos. Un corresponsal extranjero ironizó que el ciclo había comenzado “con mal pie” y una colega agregó que la ronda había comenzado “contaminada”.
La expectativa frente a la llegada de la canciller María Ángela Holguin se difuminaron cuando aparecieron los Mercedes Benz de la delegación del Gobierno sin la ministra a bordo.
También se difuminaron las especulaciones sobre la eventual aparición en esta capital de Oscar Montero, más conocido “El Paisa”, jefe de la columna Teófilo Forero del Bloque Sur de las Farc.
Los que si se dejaron ver fueron los tres comandantes insurgentes que viajaron a Colombia para participar en el comienzo del programa piloto de desminado, Pastor Alàpe, Carlos Antonio Lozada y Edison Romaña.
El ciclo 37, que concluirá el 31 de mayo, puede constituirse –según fuentes cercanas a los diálogos- en un momento crucial del proceso, ya que las partes tendrán que abordar de frente y sin más dilaciones el tema de la justicia, frente al cual las posiciones de las partes son radicalmente opuestas. Como se sabe, las Farc insisten en que no solo no pagarán ni un día de cárcel, sino que el Estado debe reconocerse como máximo responsable del conflicto, mientras que el gobierno le exige a la insurgencia que se acoja a alguna forma de sometimiento a la justicia.
