Con las palabras también se dispara, se asesina

Con las palabras también se dispara, se asesina

En 'No por este candidato', Sebastián Galvis envía algunos ataques virulentes contra Petro, mostrándolo como un coco que deslumbra. Una crítica a la columna

Por: César Augusto Patiño Trujillo
febrero 15, 2022
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Con las palabras también se dispara, se asesina
Foto: Flicker

A pasos agigantados se acercan las elecciones de Congreso y Presidencia de la República. Las campañas caminan ajustadas al interés de los ciudadanos. Unas despegaron hace mucho tiempo, otras, ahí van, cojeando, pero avanzando; en cambio otras ni suenan ni truenan. Son campañas muy desiguales, donde la de Gustavo Petro campea oronda por los territorios diversos de la nación. Las ciudadanías libres le aclaman, mientras que las masas ignaras vituperan irracionalmente contra él.

La prensa tradicional colombiana permite a algunos opinadores disparar arsenal de balas con la pluma, a nombre de la libertad de prensa, libertad que, sin importar a quién pueda desprestigiar y eliminar, se pasea oronda por los diarios nacionales.

Un ejemplo claro y preciso de lo anterior está en la columna de Sebastián Galvis Arcila, del diario La Patria de Manizales, en la que, desde una ráfaga de ataques llena de subjetivos y virulentos prejuicios; muy al estilo de Mauricio Botero Caicedo de El Espectador, intenta mostrar a Petro como ese coco que deslumbra (compra) la conciencia y mente de una población desesperada que busca consuelo en lo que sea, inclusive, si es una opción cercana al autoritarismo, como se pretende presentar al proyecto del líder de la Colombia Humana.

La columna se titula No por este candidato. Es oscura y virulenta, agresiva y reproductora de un odio encendido; su estética se diluye en medio del ruido acusatorio de las percepciones del columnista en lo concerniente a dicho precandidato. No puedo pasar por alto algunos de sus deslucidos y violentos renglones. Lo cito a la letra:

 “Insisto, no votaría por un presidenciable hermético que piensa en su candidatura al amparo de una prepotencia odiosa. No voto por la falsa calma en su postura cuando en Twitter es mordaz e incendiario; ¡peligroso! más que inteligente es astuto y oportunista, y su frialdad cercana a la actitud del delincuente que ha cauterizado su conciencia, le arropa con el fervor de una cifra de votantes que tiene sed de cambio a cualquier costo”. (La Patria de Manizales, febrero 11 de 2022)

El “habilidoso” y mendaz, además de peligroso sofista, asegura no votar por un candidato hermético al que considera prepotente y odioso. La pregunta para el columnista es, ¿qué significa, en este caso, hermético?, lo pregunto porque si hay alguien que no encuadra en el hermetismo es el señor Petro; al contrario, su locuacidad logra despejar cualquier posible duda sobre el personaje, otra cosa es que, por cierta limitante intelectual del periodista, apenas sí logre comprender el discurso, y lo que no lo arropa como excusa con el hermetismo, una especie de discurso oculto que, según el prejuicioso, posee el doctor Petro.

Es, en todo caso, no más que una opinión interesada en seguir dañando; como escribe Kant, una persona que aún no llega a la mayoría de edad, porque se dedica a repetir recetas de quienes están decididos a destrozar la campaña progresista utilizando un medio, otrora ejemplar y hoy, a mi parecer, un pasquín irrelevante, para hacer la tarea hasta el final.

Cuando el columnista acusa a Petro de mordaz, realmente le acusa de pequeñeces, lo que ocurre es que cuando a su mordacidad le suma el de incendiario, entonces, lo que hace es alimentar la última acusación de un adjetivo que lo muestre como un irascible absoluto. Parece ser que este sofista profesional no ha leído a verdaderos incendiarios como Lafaurie, las señoras Valencia y Cabal, un vomitador de odios execrables como el senador Carlos Felipe Mejía, o las guerras declaradas a los maestros por el señor Edward Rodríguez, o al señor Pava, compañero suyo de diario.

Señor Galvis, ser mordaz no puede, jamás, tener un contenido negativo acerca de la personalidad de un individuo, al fin y al cabo, son formas de ser, ¿o acaso usted no está siendo mordaz, deliberadamente mordaz y deshumanizador con el señor Petro en su artículo periodístico?

Más aún, se atreve, este “sabio de Sion”, a dudar de la brillante inteligencia de Petro; cambia la inteligencia del personaje por la astucia y el oportunismo. Igual que en líneas anteriores, la astucia no necesariamente tiene una connotación negativa, pero, cuando la palabra “oportunista” se pavonea al lado de lo “astuto” del senador, logra, por medio de la mezcla de adjetivos calificativos, ensuciar lo que en Petro significa ser un “astuto”.

El que sí es poco astuto es el columnista, pues, en su nada sutil acusación, no se ha percatado de que los ciudadanos que lo leen se dan cuenta de quién es realmente el inteligente, y no es propiamente Galvis, que, para poder ganar aplausos, uno que otro recibirá, tiene que aplicar con juicio la cartilla que ordena desprestigiar al ser humano y no debatir con total madurez las ideas del vaso depositante, el candidato.

Y empeora su imagen cuando acusa a Petro de delincuente, cuando sigue machacando y escupiendo la ponzoña que ha libado sin peligro de morir en el intento, cuando lo instiga, lo reduce y le imprime el odio voraz, ese odio que, al decir de él y de toda la hueste antipetrista, es parte innata del senador; sí, del brillante estadista al que Galvis ¡jamás podrá debatir!

Con la certeza de vencerlo con ideas y argumentos limpios y profundos, al punto que al vituperador profesional le tocaría irse a estudiar con juicio para comprender tan gran y pleno discurso.

Puedo asegurar que no es Petro el peligroso, en cambio, sí puede serlo el desbordado columnista. Argumentos que llevan el plomo inmerso y caliente. El mismo candidato lo confesaba en La Silla Vacía, es un poco estresante saber que cuando se sale a la plaza pública pueda haber alguien dispuesto a disparar. Galvis aúpa a que se usen las armas con su desafortunado mal uso de la prensa en campaña.

El caso es que no es verdad que haya: “Una cifra de votantes que tiene sed de cambio a cualquier costo” (La Patria de Manizales, febrero 11 de 2022), más bien, columnistas como Galvis están decididos a cualquier costo a no permitir que el señor Petro llegué al poder, y a cualquier costo, equivale en toda la extensión de la frase, a eso, “a cualquier costo”. El que tenga comprensión, que comprenda.

Y hay más acerca de esta peligrosísima columna: “No votaría por alguien que se arropa con atuendos dictatoriales que no alcanzan el carisma de Hugo Chávez ni el liderazgo de Vladimir Putin. Es algo así como una figura a medias entre la intrepidez y la rebeldía, que no termina de convencer cuando se sube a la tarima con Roy Barreras. Esa ambivalencia se resuelve en una marcada obstinación por salirse con la suya, aunque esté equivocado. Y a menudo lo está, basta con reconocer sus ademanes de soberbia que arruinan todo concepto intelectualista del que pudiera echar mano para mostrar su competencia”. (La Patria de Manizales, febrero 11 de 2022)

El señor Galvis ha traído las imágenes de dos personajes odiados en Colombia para deslegitimar el liderazgo de Petro, las figuras de Hugo Chávez y Vladimir Putin. Posiblemente, el señor Petro tiene tanto carisma o más que el mismo Chávez; posiblemente con mayor talante intelectual, pues, el líder venezolano, imbuido por las emociones, muchas veces renunció al racionalismo del que Petro puede presumir, razón por la cual se le acusa de frío, calculador, a-gestual.

Se le pone debajo de Chávez por no poder arroparse “con atuendos dictatoriales” como los del gran representante barinense de las ideas emancipadoras de la Patria Grande. Debe quedar claro, ni Chávez era un dictador como muchos papagayos repiten en este país, ni Petro tiene que arroparse con nada que no sea su propia esencia y su propio liderazgo, eso sí, muy diferente al del presidente digno de Venezuela.

No citemos el liderazgo de Putin, al fin y al cabo ¡cómo comparar el liderazgo del gobernante de una potencia con el de una república bananera, hecha a la medida del despotismo paraestatal que nos ha mal gobernado por dos décadas!

Y por supuesto, la autoridad moral del mismo Roy Barreras, muy superior es a la de Galvis, pues, un defensor incondicional de los acuerdos de paz siempre tendrá en su interior una autoridad moral superior a los que con la pluma bombardean la democracia y la paz. Roy es bienvenido al corazón de un Pacto Histórico que representa la democracia en el sentido amplio de la palabra. Roy, un hombre que, a pesar de los pesares, posee la grandeza que no poseen muchos columnistas nacionales y de provincia.

Con sobradez y presuntamente conocedor de la psique humana, Sebastián Galvis se atreve a denunciar del senador que: “No votaría por un líder que se viste para parecer; que se exhibe públicamente desde la calma engañosa porque apunta a lesionar con ideas para afirmar su popularidad”. (La Patria de Manizales, 11 de febrero de 2022).

En otras palabras, si se muestra mordaz y ácido, o desde la perspectiva suya, un personaje virulento como el que más, se le critica y apalea, pero, si por el contrario se muestra calmado, entonces dicha calma es “engañosa” con el objetivo de “afirmar su popularidad”; señor Galvis, la popularidad de Petro reside en esas brillantes ideas que él mismo propone a las ciudadanías libres, no dude de la capacidad de entendimiento de los colombianos, tal vez, el que algunos no comprendan la dimensión intelectual astronómica de Petro, no significa que los demás tampoco la comprendan, inclusive, hay persona con pocas luces académicas mucho más abiertas a escuchar, escudriñar, reflexionar, analizar y comprender, mientras que otros con diploma de doctorado, se pavonean en los diarios colombianos cargados de mala fe, incluyendo la soberbia que les gobierna, esa misma de la que acusan al senador de la Colombia Humana.

Y querer comparar a Gustavo Petro con Aníbal Lecter (afortunadamente pocos saben hoy quien es Hannibal) es indicio de cierto desajuste psicológico del acusador, un comentario que sale de las estructuras normales de la acusación pérfida y odiosa, y entra a las que causan gracia y ayudan a dibujar una sonrisa burlesca.

Galvis se encuentra asustado con la supuesta inexpresividad gestual del rostro de Petro, asume que su: “quietud facial contrasta con su fervor guerrillero de antes” (La Patria de Manizales, febrero 11 de 2022). ¡Bárbaro!, sus entrañas y vísceras están a punto de estallar. Las palabras le arruinan el estuche y la necesidad de mantenerlas apretujadas en el buche, obliga al desesperado periodista manifestar cualquier disparate. Es un necio de alto quilaje.

Acusar a Petro de oportunista, de chacal, de ser un acechador de “víbora en pausa” (La Patria de Manizales, 11 de febrero de 2022) arruina sus últimos intentos de, por lo menos, pretender ofrecer una sola idea profunda, objetiva, y seria sobre Petro, así sea oponiéndose a sus programas de gobierno, válido en una democracia con plurales ideas.

Demasiada mi expectativa e ingenuo en todo caso exigirle a un representante del ad-hominem algo de sensatez argumentativa.

Y en cuanto a que Petro tiene aliados políticos muy poco recomendados, pregunto, ¿acaso por ejemplo en Cambio Radical los políticos si son recomendables?, ¿las alianzas de ese partido, del Centro Democrático, del Conservatismo, la U, el Liberal con el paramilitarismo aberrante sí son recomendables?, ¿el paramilitarismo que en Caldas embaló a “prestigiosos” caciques políticos del inicuo frente departamental yepo-barquista e incluso, de aquellos que se revelaron como la política limpia y honesta de Caldas, también eran aliados limpios y honestos?, ¿lo es por ejemplo un cacique como Mario Castaño, dueño del poder en Caldas, o Samhy Mereg, el mal llamado senador del Eje?

Y se ensaña ante cualquier detalle contra el precandidato del Pacto, cuando acusa: “porque mira fijamente mientras asesina con la crítica que ha preparado desde antes para herir al rival y así alcanzar el ansiado triunfo sobre él” (La Patria de Manizales, 11 de febrero de 2022).

Noto que esta acusación realmente demuestra el desconocimiento de Galvis sobre su presa, la que, renglón a renglón ha despedazado, precisamente, haciendo exactamente con Petro, eso de lo que le acusa, pues, sin duda alguna, Sebastián ha logrado posicionar una fijación irascible contra su víctima; le está asesinando con la crítica que le endilga al líder progresista; crítica que se nota preparada con antelación, pues, ha escogido cada una de las características humanas de Petro para despedazarlo sin ningún reato de humanidad hacia él; y esas críticas feroces le hieren, alcanzando, eso sí, para Galvis, un pequeño triunfo, pero de esos triunfos diminutos que terminan siendo grandes victorias para su aparentemente, deleznable víctima.

Se ha sentido un león despresando a un desgraciado en las arenas del Coliseo. ¡Tan valiente! Afortunadamente, y después de haber despedazado y cremado sus huesos y carne, el líder de la Colombia Humana renace entre cenizas, le ha tocado revivir ante sus gratuitos enemigos, desde siempre.

Destruir moralmente al opositor, que en este caso es un enemigo declarado por Galvis, es muy fácil, incluso, cuando en su trágica y violenta columna sigue repitiendo y azuzando la moral y el ser de un candidato como Petro, cuando se siente con autoridad de escarnecer la figura de un hombre con familia, hijos, amigos; cuando se siente con el derecho de borrar su humanidad y objetivizarlo, demonizarlo, de robarle su esencia de ser un individuo entre la especie y de acentuar en él, la necesidad impajaritable de eliminarlo a como dé lugar del espectro político, sea como sea.

De no ser así no se atrevería a seguirle lanzando puñaladas a diestra y siniestra: “esa es su experticia: matar con la mirada indiscreta, con la palabra encubridora, con el silencio tormentoso, con su testimonio inflamado que pervierte el ánimo de los escuchas. Él intenta matar poniendo veneno en los detalles y aludiendo al dolor del pueblo colombiano, como si no hubiera hecho parte de aquello que ha vencido las esperanzas de los ciudadanos. Por esta hipocresía y evidente oportunismo, no voto por la imagen turbia de quien carece de ángel ante la cámara, por aquel empeñado en su objetivo electoral, que recibe el apoyo de muchos ciudadanos confundidos por la falta de oportunidades en un país que merece mejor suerte que tenerle a él como máximo líder … Su mácula no es el M19, ni su elocuencia ponzoñosa que rosa el arribismo y la jactancia; es su esencia personal; la sombra que oscurece el entorno cuando él aparece en recitales intelectualistas que no dejan de ser retórica. (La Patria de Manizales, febrero 11 de 2022)

Ahí está la tarea de quienes promueven la violencia con saña y alevosía. Es el ocaso del buen gusto periodístico lo que representa Sebastián al disparar sin inclemencia hacia su víctima; es el desespero en su más alta expresión. Si Gustavo Petro segrega odio como Hannibal, ¿qué segrega el señor Galvis con tan lamentable columna?

A Sebastián, una invitación desde estas líneas: desármese. No utilice los medios para desinformar y sembrar más y más odio contra un compatriota suyo así no sea de su agrado. No le siga matando, no le siga disparando, tampoco tiene que comulgar con sus ideas, pero afine los argumentos, no convierta en verdades absolutas y reveladas sus prejuicios llenos de rabia y violencia. Renuncie al ad-hominem y reciba su cédula de ciudadanía madurando con sus argumentos.

ADENDA. Pregunta para el diario La Patria de Manizales. ¿Se puede permitir que un columnista segregue tanta cantidad de hiel contra un ser humano, poniéndole en peligro su vida, como es el caso de Gustavo Petro y aun así, defender lo indefendible poniendo de relieve la libertad de prensa y opinión? ¿Están seguros de que La Patria no está invitando a disparar contra un ciudadano producto de los ataques virulentos y violentos de uno de sus empelados? ¡Es para una tarea!

Referencia:

No por este candidato, Santiago Galvis Arcila. La Patria, 11 de febrero de 2022. Manizales.

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