Es muy común escuchar en la gente que quiere un cambio social en Colombia (y entre estos a los petristas) que Petro o un presidente de izquierda cambiaría drásticamente el rumbo del país. Lo cierto es que tener un representante de izquierda en el ejecutivo sin un buen acompañamiento legislativo está condenado al desgobierno, golpe de Estado, desconexión y desestabilización política.
El uribismo y la derecha lo han hecho siempre bien, debido al gran cuerpo de sinvergüenzas que le cuidan la espalda en el legislativo. Son los que descaradamente pelan la cara en el Congreso de la República diciendo barbaridades y aprobando leyes ignominiosas y lesivas para la sociedad colombiana, en beneficio de grandes empresarios, terratenientes y banqueros.
En esta ocasión se han atrevido a hacer algo que a mi juicio es sorprendente, no por la acción en sí misma sino por la forma descarada en que lo hacen. Quieren que Duque siga su mandato por otros dos años, jugada que, de hecho, ya había propuesto Santos en el ocaso de su gobierno, ocasionando una fuerte estampida de críticas desde las huestes uribistas. ¿Entonces con qué autoridad moral —y por demás, legislativa— van a venir los uribistas a defender esta propuesta? Y aquí está la cascarita... la mayoría de los congresistas que radicaron el proyecto de ley para la ampliación del periodo presidencial no son del partido de gobierno per se, son del Partido Conservador (7), Liberal (3), de la U (5), Cambio Radical (2) respectivamente (que al lo sumo también son gobierno).
La cuestión es que el uribismo ha cerrado filas y para no dar una mala impresión ante la opinión pública decidió no involucrar a toda su militancia en esta propuesta, eso sí, no se va inmaculado en cuanto a participación, ya que el congresista Luis Fernando Gómez Betancur, posa como firmante del proyecto.
Ya se puede anticipar lo que los uribistas van a decir a la opinión pública que ellos no están de acuerdo con el proyecto de ley en cuestión o que "respetarán la democracia", como ya lo tuiteó la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Lo cierto es que esta es una ostensible jugada estratégica de la suplencia de la ultraderecha o si no ¿Cómo es posible que Marta Lucía Ramírez del Partido Conservador esté diametralmente en contra de una propuesta impulsada con mayorías conservadoras? Este es el juego de siempre, posan como oposición pasiva de políticas impopulares que vienen de sus propios partidos, pero que el ciudadano poco avezado en política no ve ni anticipa.
Pueda ser que este proyecto de ley que todo el mundo en el ejecutivo parece desdeñar, se convierta en una realidad en el Congreso y, hasta las huestes uribistas que tanto repudiaron esta propuesta se sumen en su aprobación para gozo del partido de gobierno que no le vendría nada mal dos años más en el poder.
Finalmente, debo decir que la batalla para el cambio social no se logra solo con la victoria del ejecutivo. Los movimientos sociales, partidos de izquierda y las ciudadanías libres deben entender que la pugna por el legislativo no debe ser secundaria, sino primaria; debe ir en la primera línea de los objetivos electorales. Hay que dejar de hacer del Congreso de la República un nido de ratas como lo es hoy, y convertirlo en el recinto de las leyes, después de todo, las decisiones fundamentales en materia legislativa se cuecen ahí. Para ello, los movimientos sociales y partidos políticos de izquierda deben despojarse de la idea del "caudillo", "patrón", o "líder absoluto" que tanto daño le ha hecho a la política social colombiana; hay que hacerle entender a la sociedad colombiana, que tiene el poder de elegir bien como ciudadanía libre.