En noviembre de 2017, la Universidad Central y la organización No es hora de callar lanzaron el Observatorio de Medios y Género con el ánimo de fortalecer el periodismo con enfoque de género y a raíz del crecimiento de la violencia contra las mujeres en el país que desde entonces registra como el segundo lugar más peligroso para las mujeres después de México. Aunque los avances de una iniciativa como estas son muy difíciles de medir, al menos en términos de percepción los avances en este tema estos son bastante modestos.
Desde ese momento, hasta hoy, innumerables feminicidios han registrado en medios como “crimen pasional” y el estado de embriaguez de los hombres ha sido el protagonista de los titulares en episodios de violencia intrafamiliar porque algunos editores consideran que utilizar este término sin hablar con la mujer golpeada es sesgar la nota. Sin embargo, entrevistar a las mujeres no es algo a lo que los medios apelan cuando las causas están perdidas.
Este es sin duda el caso de Guillermo Botero, quien la semana pasada fue descubierto en un episodio que perfectamente podría compararse con un caso de acoso callejero. ¿Qué hicieron los medios? Abrir los micrófonos al ministro y otros funcionarios para se que defendieran con la excusa de los rótulos del piso. Mientras tanto, las feministas tuvieron que limitarse a explicar en Twitter por qué mirar el cuerpo de las mujeres como un “lomito al trapo” es una forma de violencia machista.
Pero más allá de la falta de rigor al registrar la violencia contra las mujeres resulta preocupante que algunos medios de comunicación se han propuesto fungir como una plataforma para el acoso. Solo en una semana dos casos muy desafortunados han involucrado a los medios de comunicación y a la instrumentalización del cuerpo de las mujeres: el primero de estos lo protagonizó Noticias Caracol cuando el miércoles 4 de septiembre publicó una nota titulada La despampanante mujer policía de la que muchos se dejarían arrestar. Esta iba acompañada de fotos, enlaces a redes sociales y, por supuesto, invitaciones a comentar, como si nuestro cuerpo fuera objeto de comentarios.
La otra perla la publicó Pulzo el domingo pasado con una nota llamada Si estas mujeres con uniforme militar y de policía enamoran, de civil atrapan en redes y habla de una página de instagram que se dedica a seleccionar fotos de uniformadas y publicarlas. Y si bien la nota es preocupante resulta muy inquietante que mencionen que "la mayoría de ellas están vestidas con sus mejores prendas y algunas posan muy sexi para llamar la atención". ¿No hemos aprendido nada de lo que pasa cuando decimos que las mujeres se visten para que las vean?
Resulta preocupante que en el segundo país más violento para las mujeres en América Latina los medios todavía le teman a nombrar la violencia machista con todas sus letras. Pero más atemorizante es que le sirvan de portal a aquellos que consideran que el cuerpo de las mujeres está a disposición de quien lo quiera mirar y así perpetuar una sociedad como el ministro Botero: con la mira en la retaguardia.