La realidad es la siguiente: Colombia es uno de los seis países del mundo donde más está creciendo la curva de contagios de la COVID-19. Es un dato que resulta preocupante si se tiene presente que los otros países en la lista (Brasil, India, Estados Unidos; etc.) tienen tasas poblacionales que superan ampliamente la colombiana. Es claro que se vienen meses difíciles en cuanto a contagios, pacientes en estado crítico y ocupación de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Esa era una certeza que desde que inició la crisis tenía Quintero, quien llegó a ser considerado como uno de los mandatarios “que mejor ha manejado la pandemia”.
Gran parte del éxito de Quintero en la fase temprana de la expansión de la enfermedad, reseñada por los principales medios de comunicación del mundo (para honra del su ego), se debió al aprovechamiento de un fuerte enfoque preventivo (capacidad ya instalada en Medellín desde la pandemia del H1N1), el uso de los datos desde la plataforma Medellín Me Cuida (que llegó a generar cierta polémica en la ciudad), sólidos cercos epidemiológicos y una cultura ciudadana que se ha ido desdibujando conforme hay más gente en la calle.
Ahora, Quintero se enfrenta a una realidad que en términos de impacto cualitativo y cuantitativo podría no distar mucho de la registrada en Bogotá o Barranquilla. Cada vez el nivel de ocupación en UCI es mayor (influye el traslado de pacientes críticos de otras regiones), Antioquia se va perfilando como el departamento con el mayor incremento en la tasa de contagios en el eje cafetero y en consecuencia las medidas preventivas y de atención inmediata (subsidios y aportes solidarios) se tendrán que reforzar. Entre estas medidas se encuentra la cuarentena por 14 días que se decretó en La Candelaria; comuna donde se encuentra el centro de la ciudad y por donde transitan al día más de un millón de personas de toda el área metropolitana.
Con esta nueva cuarentena se espera reducir significativamente contagios potenciales y evitar que el sistema sanitario colapse. A pesar que la Clínica de La 80 (emblema de la corrupción en la que pueden terminar algunas EPS) se haya reabierto y reforzado con los ventiladores entregados por el gobierno nacional, en un contexto crítico esto será insuficiente y la dinámica podría desencadenar un fatal escenario de atención de guerra.
Ante esta situación, se recuerda el llamado que hizo el alcalde previo al primer día sin IVA, donde invitó a los ciudadanos a salir a “hacer patria”, es decir, literal salir a comprar electrodomésticos sin mediar el riesgo de aglomeraciones. Tan grande fue el descache de Quintero que no se pronunció sobre los resultados de ese primer día sin IVA y seguro comprendió que se había equivocado. La realidad es que la cultura ciudadana que caracterizó a Medellín en los primeros meses de la crisis se ha ido relajando y ya es habitual ver a miles de personas en el centro, más personas que en días ordinarios y tantos como en temporada navideña, el pico y cedula se empezó a irrespetar y seguro la informalidad creció porque a más desempleo más personas en las calles rebuscado el día a día.
El mal uso de los tapabocas y las aglomeraciones también pasaron a formar parte de la cotidianidad de la ciudad. Por eso, la decisión de Quintero es acertada, pero también da cuenta de que Medellín dejó de ser ese “ejemplo” y va pasando al nivel crítico de otras ciudades. Esperemos que con una tasa de fallecidos mucho menor y sin el colapso total del sistema sanitario.