Si los colombianos se parecieran a los pastusos, este lugar sería un lugar mejor. Siempre se han opuesto a todo, hasta a la misma independencia. Un procer ambiguo, como Agustín Agualongo, se opuso a la libertad que ofrecía Bolivar y, por eso, el 24 de diciembre de 1822, en lo que se considera la Navidad Negra, el Libertador mandó a asesinar a 400 pastusos después de asediarlos. Desde entonces algo se rompió. Pasto es más Andes que Colombia. Su juventud, brava, rebelde, siempre ha estado aparte de los movimientos culturales nacionales. Es tal la ruptura que allá se disfrutan de grupos musicales que no tienen tanto arraigo en el resto de Colombia como los Bandarabandara. Culturalmente tienen arraigos como el Carnaval de Blancos y Negros, tan bien plasmados como en la obra de Evelio Rosero.
En Pasto no se perdona el racismo. Por eso, aunque la empresa La Capitalina afirmó que el concierto de Marbelle, que se realizaría el 7 de abril en la capital de Nariño se canceló "por motivos de fuerza mayor" todos saben en la ciudad que le están cobrando a la autora del Collar de Perlas Finas, la grosería, el acto criminal contra Francia Márquez.
Durante años se han hecho miles de chistes contra los pastusos pero, lo que no se sabe, es que esto es puro complejo de inferioridad contra una raza que siempre ha visto más para Los Andes que para un país dominado por un puñado de familias. Ojalá fuéramos pastusos.