El apoyo del expresidente Andrés Pastrana a la campaña presidencial de Iván Duque tuvo un premio mayor: el nombramiento de su excanciller Guillermo Fernández de Soto como embajador ante la Organización de Naciones Unidas en Nueva York. El cargo lo dejaba María Emma Mejía, la embajadora de Santos, quien a su vez reemplazó a la actual canciller Claudia Blum, la embajadora de Álvaro Uribe en la ONU.
En octubre de 2018, víspera de la Asamblea General anual de Naciones Unidas tomó posesión Fernández de Soto. Con una vasta experiencia diplomática no parecería necesario requerir apoyos de embajadores alternos. Pero en agosto de 2019 le aterrizó como alterno Andrés Rugeles, una cuota política de la vicepresidenta Martha Lucia Ramírez que llegó al gobierno Duque como Consejero para la transparencia, cargo en el que trabajaría de la mano de la vicepresidenta Ramírez.
A raíz de la crisis en Santa Marta, cuando el alcalde Rafael Martínez fue suspendido del cargo por parte de la Procuraduría, el Presidente Duque, por insinuación de Ramírez, encargó al consejero Rugeles de la alcaldía de Santa Marta. Su paso por la capital del Magdalena dejó un gran sinsabor en la región porque, sin respetar el grupo político movimiento Fuerza Ciudadana, arrasó con todo el equipo de la alcaldía, nombrando contradictores que finalmente tuvieron que renunciar a los cuatro meses cuando Rafael Martínez regresó al cargo.
Sin embargo, Rúgeles terminó premiado y fue nombrado Embajador Alterno de Colombia ante las Naciones Unidas en Nueva York, el 26 de agosto de 2019.
Y ahora aterrizará también como embajador alterno el empresario caleño Isaac Gilinsky, exembajador de Colombia en Israel durante el gobierno de Uribe, quien también empacará maletas para mudarse a Nueva York como una nueva cabeza diplomática de la misma misión, que hoy ostenta tres embajadores independientes a los 14 diplomáticos que integran la nómina total de diplomáticos colombianos en Nueva York.
Este es el personal diplomático de Colombia en la Misión Permanente ante las Naciones Unidas en Nueva York.
El cargo de embajador alterno no es un puesto escalafonado en la Carrera Diplomática y Consular de Colombia. Es decir, ningún funcionario puede aspirar a este cargo por concurso popular. Por el contrario, es un nombramiento de libre remoción, de absoluta autonomía presidencial.
La figura de Embajador Alterno no es nueva. Cabe recordar en agosto de 2017 el nombramiento de Ana Piedad Jaramillo como embajadora alterna en la embajada de Colombia en Paris por parte de la excanciller María Ángela Holguín para apoyar la gestión del año Colombia-Francia que tuvo lugar durante el 2018.
El conflicto que rodea los nombramientos de embajadores alternos de Colombia radica en el no cumplimiento del principio de especialidad que acoge a los embajadores de carrera diplomática. Desde 2017, el gobierno Santos anunció un tope máximo de 50 embajadores de carrera diplomática que no ha sido intervenido por el gobierno Duque. Entonces, una vez cumplida dicha cuota, aquellos funcionarios de carrera que estuvieran listos para ascender el escalafón, tendrían que esperar una vacancia. Cada año, son muchos los diplomáticos de carrera que, tras 22 años de servicio al Ministerio de Relaciones Exteriores, no pueden tomar las riendas de una embajada colombiana como deberían (pues así lo estipula el decreto 274 del 2000) pues la mayoría se encuentran oficiadas por personas con decretos de libre nombramiento y remoción.
Menos del 20% de los embajadores colombianos son de carrera y ninguno de los embajadores alternos nombrados por el gobierno Duque y el gobierno Santos han sido de carrera diplomática.