¿Ustedes se imaginan que Gutiérrez quede presidente? Tener que escuchar cuatro años las mismas estupideces: "Tenemos que dejar de motivar la lucha de clases"; "los problemas no son ni de derecha ni de izquierda"; "a mí lo que me gusta es trabajar, estar es en la calle", "en ambos lados hay gente buena, yo no sufro de superioridad moral y me creo el único bueno".
Frases muebles, las usa para todo. No parece tener una idea propia. "Yo no voy a mirar para atrás, no voy a echarle la culpa a Duque, Uribe, Pastrana y Gaviria, voy a mirar hacia adelante". ¿Y cómo si todos están en sus campañas? Gutiérrez es un actor de reparto. En la última entrevista arremetió contra la consulta previa, siempre dice "yo respeto la protesta pacífica", pero deja entrever que está dispuesto a levantar a tiros lo que no le parezca pacífico.
Insiste en su versión sobre el estallido social, en la que ignora a los muertos, a las mujeres abusadas y a los desaparecidos. Va de la mano de la maquinaria y dice; "yo soy un candidato independiente". Dice que él le ganó al de Uribe y al de Fajardo. Habla del "acuerdo sobre lo fundamental", pero quiere convertir en chistes sus desprecios por las otras interpretaciones políticas.
Usa frases como "los bandidos en la cárcel o en la tumba" y deja correr su parloteo sobre "el amor y el odio". Crítica la discriminación de la que fueron objeto las hijas de Quintero Calle, pero lo justifica al decir: "él se dedicó a sembrar odio". Escuchar a "Fico" es ser testigo de argumentos paralógicos. Tiene la capacidad de asumir todas las conversiones de las falacias en eslóganes. No le da pena repetir la frase brutista: ¡nos vamos a volver como Venezuela! Señala al Perú y a Chile.
En ello demuestra que su idea de lo político no supera la intención de cosechar la actualidad. Dice que va a respetar los acuerdos con las Farc, pero después sale con que el único camino es el sometimiento a la justicia. En tanto al ELN, él cree que un proceso de paz se inicia dando órdenes. Él cree que visitar una región es conocerla. Por eso repite "yo vengo de...", "yo estuve en...", "acabo de llegar de...".
Él no se da cuenta de lo ridículo que se escucha. De la misma manera que cree que puede ser el conciliador de los vainazos. Cuando le preguntan por temas como la justicia sale con pendejadas como: "las cárceles son universidades del crimen". Y va contra los sindicatos. "No estoy en contra de los sindicatos, pero...". Y esa es una de sus dinámicas, "yo respeto todas posiciones, pero...".
"Yo quiero unir al país, pero...", "necesitamos paz, pero... ". Tras los puntitos el horror, la informalidad y la ignorancia de la democracia. Si le preguntan por la reforma a la justicia habla de sus diálogos con las oficinas de cobro de Medellín. Allá fue "Batman". Aunque en la intimidad de la ciudad sabían que es el Pingüino. Se da el lujo de anticipar el fraude: "voy a ganar y el otro va a decir que lo robaron".
Su "triunfo" no es de él, "es de la democracia". Cada respuesta muestra que podemos pasar del mandatario meme al gobernante cadena de WhatsApp. Usa todo el trucaje: "quieren incendiar el país...", "los derechos de los que protestan no pueden estar por encima de los derechos de los demás", "No podemos entregar el país a quienes quieren sembrar anarquías". Flor de absolutismo.
Su campaña solo se sustenta en el extravío de la fe, porque quienes lo apoyan tienen que escudarse en creerlo, porque el conocerle rompe el ánimo. Escucharlo una vez es agotarlo: "Nosotros tenemos 22 millones de hectáreas productivas y sólo hemos sembrado 5 o 7...". Lo manido, lo visto, lo gastado. Otro hecho a ideas. Admisible a fuerza de marketing.
Al que hay que reconocerle que tuvieron que llevar el Photoshop a otro nivel. En medio de la tradición vil de la palatabilidad a fuerza de periódico. Es un candidato que requiere mucha producción. Buses, refrigerios, camisetas, gorras. Es la opción del POP. De esas a las que hay que volver tendencia, porque no llega a ser a fuerza de la facilidad sensible entre "lo sencillo".
El arribismo no lo deja optar por la vulgaridad que supo cosechar el candidato del poeta Ospina. Así pues, él es una nueva forma de la tibieza, dada entre un "producto masivo" normalizado por kilos de promoción y un objeto difundido por la interpretación de la insistencia de definir lo popular en el mal gusto. Así quede presidente, ese señor no es más que un tipito. Violento, liviano, intrascendente.
Un Pedro de Urdimalas del que quizás nos quede algo: los datos que nos indiquen si Dilian, Char, los Paolos, Barreto, los Aguilar y demás clanes pueden ser derrotados en las próximas elecciones regionales. En otras palabras, puede terminar siendo igual a Duque, porque gracias a su estulticia -sin gobernar- nos puede servir para salir de golpe de las maquinarias. Toro, Fuad, Paolo, Óscar y el "verdugo" no son tontos. Saben que, en el fondo, les conviene que ese señor no gane.