Con el tiempo como aliado se juega a la mala memoria que colectivamente nos acompaña: todo se olvida fácilmente y un hecho grave lo eclipsa uno más grave aún. Así nos la pasamos: perdonando la gravedad de los hechos, pasando por alto lo imperdonable y siendo laxos en lo que amerita una sanción social. Como la memoria es frágil y los referentes históricos no existen, entonces los encargados de ejecutar el plan abusan de esta condición. En los currículos académicos han abolido la historia y si algo de ella se enseña, la inoculan distorsionada con claros propósitos de control social. No solo el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) lo hace, se hace desde la academia y a través de los sesgados medios de comunicación. La solidez del conocimiento de la historia y las humanidades otrora de gran importancia en la formación académica se extrajo de los planes de estudio del bachillerato clásico. Todo está planeado para mantener a grandes sectores sociales en la oscuridad total y de hecho han cosechado éxito. El ejemplo más diciente es el canal RCN, que ejecuta bien su protervo trabajo. Su papel en la sociedad es bien claro.
Se desconoce lo factitivo y las posturas que se asumen son banales. Por eso se vota por los mismos, que terminan saliendo con las mismas, porque todo se olvida: fácilmente se olvida sus malas acciones, su mal desempeño, es por eso que la politiquería triunfa constantemente y se aprovecha porque les conviene una abstención alta. Hay gente que dice orgullosamente “yo nunca he votado”, como si fuera una hazaña no ejercer su derecho al voto. Por el contrario, eso lo invalida posteriormente a reclamar y a no comprender que a la política le conviene que se queden en su casita y no participen masivamente. Una alta abstención va en beneficio de la politiquería. Les conviene mantenerlos en el oscurantismo. Cuando hay fiestas, ferias o carnavales ahí es cuando nos clavan las medidas más impopulares. Anestesiados o enguayabados no nos damos ni cuenta, pero que siga la rumba. Masoquismo. Por todo esto y por mucho más somos un pueblo fácilmente manipulable y proclive a caer en el engaño.
Con el tiempo a su favor y la mala memoria como su leal aliada, el liderazgo de la ultraderecha lo sabe y en este momento histórico es consciente de ello y lo explota y lo practica quirúrgicamente. Los Vargas Lleras, los Uribes y los Ordóñez saben de la mala memoria, juegan con el olvido y también saben que el engaño y la mentira trae buenos réditos electorales cuando está ausente la cultura política. Están convencidos que “los del no” todavía existen, coexisten y esos votos que se manifestaron absurdamente respetables, en contra de los acuerdos, se conservan cautivos, incólumes a la hora que los necesiten. Han hecho de esta mentira un partido político, con la proterva táctica de meter miedo. Es batallar con la palabra "no" en contravía de proponer la esperanza. Bastante triste la cosa.
En este momento la implementación de los acuerdos se encuentra enredada en puntos álgidos, el partido del no pone todos los palos en la rueda para que no haya paz en Colombia y deliberadamente no le encuentra ningún merito a lo realizado con los acuerdos de paz. La envidia desconoce el merito. La envidia los corroe y la falta de grandeza está ausente, esto los lleva a no hacer quorum en la Cámara, con la efectiva ayuda del hijo de Rodrigo Lara.
La mayor crisis que viven las democracias hoy en día es el sistema de elección, donde pueden surgir paradójicamente mayorías equivocadas, como sucedió el Brexit en Gran Bretaña, el plebiscito en Colombia y la elección de Donald Trump en los Estados Unidos. Ojalá el olvido en que se encuentra ya sumido el mensaje del papa Francisco retorne a su cauce y no dejemos que la cizaña nos robe la esperanza de vivir en un país en paz después de 53 años de conflicto. Ojalá la lectura de la historia nos abra los ojos y comprendamos la necesidad de saldar el derramamiento de sangre que nos ha caracterizado por siglos.