Santos, o Juanpa si mejor les parece, se fue para Nueva York, donde quería ser estrella de una reunión mundial contra el tráfico de drogas. Dicho sea al paso tenía poco para mostrar en la materia, distinto de que se hubieran triplicado en su gobierno las siembras del arbusto y la fabricación del clorhidrato. Todo con el cuento de que el mundo se ha equivocado en la lucha contra la droga, porque el tema debe ser de salud pública y no de seguridad nacional.
De Nueva York saltó a París, ahora para que lo retrataran en una nueva cumbre para discutir la salud del planeta. Mal asunto para Santos, como que algún curioso le preguntaría por las 150.000 hectáreas que deforestan por año sus amigos de las Farc para reemplazar bosque con coca. Y acaso otro impertinente le recordaría que sus otros amigos, los del ELN, son los mayores depredadores de las aguas del planeta, con la inveterada costumbre que tienen de volar los oleoductos cargados de petróleo. Entre Nueva York y París supo que el rancho estaba ardiendo, como que le renunció irrevocablemente la superministra María Lorena Gutiérrez, que algunos más enterados llamaban la Emperadora. Ya sabremos por qué se fue Lorena, no en todo caso porque se le acabó el ciclo como a las lavadoras eléctricas de ropa.
Ya sabremos por qué se fue Lorena,
no en todo caso porque se le acabó el ciclo
como a las lavadoras eléctricas de ropa
Pues no le quedó más remedio a Juanpa que anunciar crisis general de su desprestigiado gabinete, que anda tan mal en las encuestas como su jefe. No lo tenía preparado, como no tiene preparada cosa alguna. Todo le cae de sorpresa y todo le llega tarde, como decía el poeta. ¿Pues qué hacer?
Sin duda buscar entre sus ministros los más desprestigiados, para prescindir de ellos. Ardua tarea, porque no hay uno solo que se salve del descrédito en que todos andan. Y después encontrar quiénes quieren aceptar una cartera que naufraga, en medio de un gobierno que naufragó hace rato. No faltarán los lagartos que quieran ser exministros, pero no habrá una figura medianamente distinguida en el país que quiera acompañarlo en su noche sombría. Por eso incumplió la promesa de que en París hablaría: no encuentra ni de quién salir, ni a quién invitar.
El nuevo gabinete, que ya muestra la primera figura, la de un tal Arce, fracasado en todo lo que ha intentado en su viaje de burócrata frustrado, tiene todos los problemas y nada para explotar o disfrutar.
Para empezar, unos diálogos que los colombianos detestan y en los que las Farc le toman el pelo cotidianamente, porque ni van a la cárcel, ni entregan armas, ni se concentran, ni le jalan al plebiscito, ni piden perdón, ni devuelven un peso de las billonadas que se han robado. En suma, que lo que quieren es el país entero, como Castro se engulló una vez a Cuba, o Lula al Brasil, o Kirchner a la Argentina o Chávez a Venezuela. Y como por acá decimos en lenguaje vernáculo, eso no se va a poder.
La economía anda en su hora más triste. Inflación al galope, devaluación inevitable, déficit fiscal impiadoso, desempleo disparado, industria reventada, campo en venta y sin comprador, petróleo en el piso, todos los indicadores pasaron hace rato de lastimosos. Al ministro que llegue le soltarán estos toros bravos, para empezar por una reforma tributaria que enfurecerá a todos y por manejar una cartera bancaria que empieza a endurecerse peligrosamente.
La salud no tiene horizontes. Hospitales en quiebra, porque no les pagan lo que hacen; Caprecom debiendo 3,9 billones, después de tragarse el primer billón que ya le dieron; Salucoop igual o peor, pero tratada con guantes de seda para no enojar a Vargas Lleras; médicos mal pagos que trabajan en hospitales que se caen a pedazos, completan el cuadro deplorable.
La educación en la peor crisis, porque no solamente no aparece la jornada única, ni se construyen los colegios nuevos, ni los alumnos aprenden, ni los maestros tienen qué enseñar. Ahora se descubre que las mafias que giran alrededor de la mermelada se roban la plata de la comida de los niños. Era lo que faltaba.
La justicia anda, y decir que anda ya es mucho decir, en un desbarajuste pavoroso. La Cancillería no tiene para mostrar sino la catástrofe con Nicaragua y la agricultura no produce sino angustia.
¿Quién quiere ser ministro? Y además, se nos olvidaba, el Gobierno y el Presidente, los dos a una, tienen el 10 % de favorabilidad en las encuestas. Por eso hasta el Congreso se pone respondón. Es que sin mermelada, Juanpa perdió la gracia. ¡Y las elecciones se vienen! Si querían saber que es llevar el sol en las espaldas, aquí tienen la respuesta. Que podríamos ampliar si el espacio nos lo permitiera. Será otra vez.