¿Con el perro en la cama?
Opinión

¿Con el perro en la cama?

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julio 01, 2015
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No le estoy hablando del señor de la casa que es “perro”, no. Me refiero al can, al mamífero de cuatro patas que le bate la cola cada que usted llega y que últimamente ha pasado de ser el mejor amigo del hombre, a ser el exagerado centro de atención de algunos de sus dueños, y a eso me quiero referir porque hay que ponerle mucho cuidado al asunto.

Antes de entrar en materia, quiero decirles que crecí con perros que corrían felices conmigo, mis hermanos y nuestros amigos por las calles, se echaban frente a la puerta de mi casa, tenían su cama, su lugar, eran tratados con amor e hicieron felices nuestras vidas. Top nos salvó de una culebra cuando vivíamos en Armero; Ringo era un pastor alemán que le pelaba los dientes a nuestro papá cuando nos regañaba; a Katia la contagiaron con rabia y nos puso con 40 personas más a vacunarnos alrededor del ombligo; Bandido era tan feo el pobre que se lo llevó una perrera, se escapó y volvió después de tres meses con las patas ensangrentadas y las costillas como guacharaca. Con su regreso nos puso a llorar con él y a través de su llanto y sus gemidos supimos de sus penurias. Y así podría hablarles de Romeo, Chaplin, Apolo y Lorenzo al que cedí porque no podía brindarle la atención y la vida que él merecía.

Les cuento de mis perros porque creo que me dan la autoridad moral para decir lo que voy a decir. Seguramente, se me va a venir medio mundo encima con esta columna, pero cuando el comportamiento humano con sus mascotas raya en lo absurdo y alcanza las excentricidades, hay que advertirlo. Asumo la responsabilidad.

Que al perro hay que llevarlo a que lo bañen, claro; que hay que educarlo, por supuesto; que hay que sacarlo a jugar y a hacer sus necesidades, ni se discute; pero de ahí a referirse a ellos como niños o hijitos peludos (como con sorpresa he escuchado) y hasta dormir con ellos, ya tiene un significado patológico para sus propietarios, afirman los sicólogos, y serios riesgos para la salud dicen los médicos. Los perros roncan, babean, hacen ruidos, son territoriales y —agrego— se lamen todo,  todo, todo… Y así hay gente que se da besos con ellos en la boca… Por eso se ganan sus infecciones.

Nada me ha resultado más fuera de lugar que escuchar personas hablando de sus niños peluditos, de que les entregaron las notas de ellos en los colegios, de que fueron a la clausura del nivel X de agilidad, que los llevaron al spa, que los tienen en el sicólogo para el tratamiento antiestrés o de ansiedad por separación de sus dueños…  Aquí hago una pausa, me quedo pensando y descubro que están hablando no de niños sino de perros. Empecemos por acá. Los niños son niños y los perros, con el respeto y el amor que me merecen, son perros. No hay perros niños, ¡no! Cada cosa y cada quien en su lugar.

El asunto es que hoy en día las carencias afectivas (soledad, ansiedad, miedo) que se traen de la infancia, o que se están sufriendo, se suplen con las mascotas, perros o gatos. ¿Por qué en lugar de desbocarse en amor solo hacia el perro, no les dan más amor a otros seres humanos que también lo necesitan? Niños en orfanatos, abuelos abandonados en ancianatos, o hasta a la media naranja que temen conseguir, por mencionar solo unos casos.

El doctor José Manuel González, sicólogo-sexólogo, asegura que una mascota mal manejada interfiere en la relación de pareja, porque —por ejemplo— un perro no le dice nada al borracho que llega tarde o a la señora que compra compulsivamente, porque el animalito es incondicional y no critica. Supe que hay parejas que dizque entrenan cómo criarían a los hijos que no han tenido con un perro, háganme el bendito favor. O que “usan a la mascota de excusa para no tener hijos o para no tener relaciones sexuales con su cónyuge”, dice nuestro experto, ¿ah?

En este punto y hora, le pregunté al doctor González qué pasa con las parejas que duermen con el perro a la hora de la intimidad. Imagínense una pareja en plena faena… ¿Y el perro qué? Gruñe, ladra, hace barra… Ni me imagino. El sexólogo dice que el perro entiende perfectamente lo que está pasando porque comprende el comportamiento humano, y que lo que puede suceder es que se ponga celoso. ¡Ay no!, ¿o sea que uno mínimo clasifica a una mordida de nalga?

Los perritos, dicen los especialistas, son perfectos al comienzo y al final de la vida. Es decir, a los niños les enseñan responsabilidades y a los adultos mayores les sirven de gran compañía. En edades intermedias no hay problema si la distribución de los sentimientos hacia los miembros de la familia y hacia la mascota son equilibrados; en su justa proporción. Pero lo que definitivamente es cierto, es que el perro debe tener su propio espacio, que no es propiamente la cama de su dueño.

¡Hasta el próximo miércoles!

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