En las pasadas elecciones, la estrategia empleada por los sectores políticos tradicionales consistió en asociar al candidato alternativo con la tragedia social, económica y política que atraviesa Venezuela. A través de los grandes medios de comunicación, las redes sociales y las cadenas de WhatsApp se infundió el fuerte relato de que si ganaba Petro caminaríamos hacia el colapso económico y hacia un gobierno déspota y autoritario como el de Nicolás Maduro. A pesar de ser un cliché y de la carencia de contenido, la táctica funcionó y Duque se alzó con la presidencia.
Pasados cuatros meses de Duque en el gobierno, la mentira se hizo realidad, la consigna utilizada para estigmatizar a los candidatos alternativos “nos vamos a convertir en Venezuela” se convirtió en una promesa de campaña del uribismo, cada vez son más los parecidos entre ambos gobiernos. Estas semejanzas no se reducen únicamente a lo cantinflesco y situaciones ridículas que rodean a Maduro y a Duque, sino a cuestiones centrales en el futuro económico, político y social del país como se expondrá a continuación en los siguientes seis puntos
- A pesar del discurso presidencial de tránsito hacia las economías creativas, Colombia igual que Venezuela sigue aumentando su dependencia con el petróleo, los hidrocarburos y la minería; esto se refleja en las cifras de balanza cambiaria, donde se registra un desplome de más del 50 % de inversión extranjera en los demás sectores de la economía, siendo el petróleo el único con saldo positivo; de igual forma desde las toldas del gobierno se insiste en darle vía a varios proyectos minero-energéticos como una forma de resolver el déficit fiscal y los problemas actuales de la economía, para lo cual no se tiene cuenta las normas medioambientales, la inestabilidad del mercado internacional y el recrudecimiento de la dependencia con esta economía.
- La ley de financiamiento de ser aprobada afectará directamente el bolsillo de las clases medias y populares con un nuevo impuesto a los salarios, el gravamen a nuevos artículos y la reducción de programas sociales como el subsidio a la vivienda; si bien no tenemos una inflación disparada ni escasez de productos como en Venezuela, las medidas empleadas no solamente no resuelven el déficit fiscal estructural que atraviesa el país, sino que afecta el mercado interno, el consumo y la calidad de vida de los colombianos y colombianas.
- Al igual que el ejército de “chavistas” que hoy maneja el aparato institucional en Venezuela exclusivamente para saquear las arcas públicas mientras se llenan la boca hablando de socialismo, en Colombia tenemos una clase política especializada en robar, con un falso discurso de transparencia. Aunque este fenómeno no es nuevo, el gobierno de Duque no ha hecho ningún esfuerzo en combatirlo, al contrario, fue cómplice en el hundimiento del mayor mandato ciudadano en la historia (consulta anticorrupción) y desde las instituciones del Estado hay un gran esfuerzo en ocultar el escándalo de corrupción de Odebrecht, el cual involucra no solamente al presidente, ex presidente y fiscal, sino grandes barones de la política regional y a los gremios y empresarios más poderosos de Colombia. Como si se tratara de una película de mafiosos, este escándalo involucra asesinatos, conspiraciones y miles de cortinas de humo para que la verdad no se conozca.
- De forma semejante al gobierno de Nicolás Maduro, quien se ha valido de miles de tretas para ajustar las reglas democráticas a su favor, desconocer a la oposición y perseguir a sus rivales políticos con casos judiciales; el gobierno colombiano está buscando la muerte política del principal adversario, con cortinas de humo, procesos disciplinares injustificados y con la negativa a reconocer la personería jurídica de su movimiento político. Por otro lado la actual reforma política perpetúa el régimen electoral corrupto, reglamentando la mermelada con los congresistas, sosteniendo el clientelismo y manteniendo a la oposición por fuera de los escenarios de decisión.
- El uribismo ha sido fuerte crítico del chavismo por su mala relación con los medios privados de comunicación y por cerrar canales de televisión, sin embargo, paradójicamente desde su gobierno se ha declarado una guerra contra la libertad de prensa y la libertad de opinión. El proyecto de ley TIC llega como un salvavidas económico a los medios privados acomodados al establecimiento político y abre la puerta a la censura en los medios públicos; esto sucede en un momento donde muchas franjas se habían convertido en espacios críticos e incómodos para el gobierno, como es el caso de Noticias Uno y Los Puros Criollos. Como si esto fuera poco, también se viene gestando en el congreso una ley que busca censurar la actividad periodística por medio de credenciales manejadas por las esferas del gobierno. Estas reformas nos llevan auténticamente hacia un régimen totalitario.
- En materia de derechos humanos el gobierno de Duque no tiene nada que envidiarle al autoritario y criminal gobierno de Nicolás Maduro. En los primeros 4 meses de gobierno se han registrado más de 96 asesinatos a líderes sociales, en su mayoría defensores de derechos humanos y dirigentes comprometidos con la implementación del acuerdo de paz; por otro lado hay un significativo aumento del control paraestatal y de mafias criminales en diversos territorios del país, mientras la tasa de homicidio (2018 :25,4) nuevamente se encuentran a la alza después de siete años que venían reduciéndose. Al igual que el gobierno de Venezuela que ha sido represivo con las marchas estudiantiles, dejando decenas de muertos, en Colombia vivimos una situación similar, como quedó evidenciado en el pasado paro estudiantil, que dejó centenares de heridos y que le costó un ojo al estudiante Esteban Mosquera de la Universidad del Cauca, la represión primo por encima del diálogo en ambos casos.
Como país debemos reflexionar sobre la manipulación mediática, el candidato que nos vendieron como el salvador de la catástrofe “castro chavista” hoy cabalga fuertemente hacia el mismo destino. El país que votó para no ser Venezuela hoy es su espejo